Lucía Fernanda entró en su habitación toda rabiosa con el doctor Montemayor, por ser tan estúpido, engreído, pretencioso…uff, qué rabia tenía, el muy tonto cómo se atrevía a besarla tan rico y abrazarla como lo había hecho, y salirle con esas, pero qué se cree. Y ella muy boba, va y le cree. Se sentó en su cama y dio un largo suspiro, luego se tumbó y miró al techo, pensando en lo que había pasado, tenía que calmarse y pensar en lo que le había dicho. Rebobinando logró captar un detalle que no logró tener en cuenta. Él había dicho: “mira, creo que es mejor no alimentar esta atracción que sentimos”. sólo grítame como lo haces siempre y quedamos como enemigos. – vaya, sin darme cuenta le he seguido el juego a ese doctorcito tonto, sonríe, pero luego se le borra la sonrisa cuando recuerda lo que le había dicho sobre la diferencia de edad y que, además, está comprometido – siente que se le suben los colores de la rabia otra vez – el muy traicionero, engañando a la novia, mientras me besaba.
- pero, ¡qué cabrón es este hombre! – en ese momento entró Laura Sofía con cara de preocupación.
- mi corazón, ¿Qué fue lo que pasó, con el doctor? – le decía mientras se sentaba al lado de su hermana – cuéntame.
- tengo mucha rabia, Sofi, “ese” hombre, traidor, fariseo – comenzó a llorar – me dijo que se sentía atraído por mí, luego me besa todo lindo y delicioso y luego me sale con que no podemos tener nada – se suena la nariz con un pañuelo de papel – y luego …
- ¡Espera, espera un momento! – levanta la mano Sofi – con que besa ¿lindo y delicioso? – le pregunta sonreída – Fer al ver lo que había dicho, su cara se tornó roja y se cubrió con un cojín en forma de Snoopy
- ah, con que se besaron, y ¿qué más pasó? – dejó de tomarle el pelo
- dijo puras tonterías, que la diferencia de edad, que él era mi profesor en la universidad, en fin – alzó los hombros, para después seguir con el relato – entonces, me dice que lo grite que le diga cosas desagradables para quedar como enemigos – frunce el ceño – ¡voy le hago caso!, haciendo el ridículo con todos en la fiesta – y sigue llorando como una niña.
- y vaya que fueron convincentes los dos – le dice Sofi – porque todos creyeron en la discusión.
- pero si no estaba fingiendo, Sofi; yo lo sentía en ese momento – luego recordando algo, la mira – y para estas, ¿Qué fue lo que te regaló?
- esto – le muestra el collar – es lindo ¿verdad? – ella sonríe
- ah, sí que es lindo y también hace juego con los aretes y la pulsera que nos regaló Julio, ¿cierto? ¿cómo lo habrá adivinado?
- No sé, pero sí que hacen juego, y a ti, ¿Qué te regaló? Además, de los besos y abrazos – Sofi le hace gestos con las cejas y los ojos.
- pues… mira – se sentó en la cama y le mostró el collar con el camafeo – dice que era de su abuela.
- pero mira que regalo tan especial – lo examina y cae en cuenta que es muy parecido al de ella – son parecidos, pero este se ve antiguo – luego la abraza y le dice – ¡ay Fer! Entonces si siente algo por ti, para darte algo tan valioso para él.
- yo también lo pienso, hermana; pero y entonces, ¿Por qué es así conmigo? – hace un puchero que su hermana lo imita.
- no seas niña, Fer; sabes que por un lado él tiene razón, porque la gente puede murmurar que está corrompiendo a una adolescente, ¿ve? Y tú también tienes razón, porque no le ves ningún problema y encuentras que la edad para ti, no tiene importancia – se recuesta con ella y la abraza – mira, por qué no dejas pasar el tiempo, como dicen: “dale tiempo al tiempo” porque con ello vas madurando, vas creciendo, cuando ya cumplas la mayoría de edad, puedas acercarte a él.
- y si él cuando pase todo eso, ya no sienta nada por mí y se haya casado con esa novia que tiene – dice toda compungida – además, es tan guapo, que pueden conquistarlo otras mujeres.
- entonces, no era para ti, chiquita, así que vamos a la fiesta que todos están preguntando por ti. – se levanta de la cama – ve al baño y lávate la cara y ven te retoco el maquillaje para que disimular esos ojos hinchados.