—Isabella, ¿estas segura que esta es la escuela? —pregunté dudoso mientras admiraba el tremendo edificio frente a nosotros que parecía más un hotel que una escuela.
—¡Estoy segura Ian! Le di la ubicación correcta al señor del taxi —respondió mi hermana segura de sí mima, pero por si las moscas reviso el nombre del edificio.
—¡Mira! —exclamó dándome una palmada un tanto agresiva en el brazo, señalándome que estaba equivocado.
—Bueno basta de charla. Tienes que entrar, vamos.
—No creo que debas entrar, mejor yo voy solo al despacho del director tu deberías irte a trabajar, sino se te hará tarde —dije un poco nervioso mientras veía como estaba pendiente de la hora en su celular.
—No digas tonteras, yo soy tu hermana mayor por si no te acuerdas y tengo que ir a dar cara como tu tutora.
Isabella realmente se tomaba muy enserio su papel como mi tutora, ella siempre me trató más como un hijo que como su hermano menor. Incluso esta dispuesta a llegar un poco tarde en su primer día de trabajo.
—Aparte, es tu primer día en la preparatoria y no quisiera que te vieran llegar solo —comentó mientras se arreglaba un poco su largo cabello chino muy característico de ella y de las pocas mujeres de mi familia que lo tiene tan bien cuidado. Creo que aprendió mucho de ver a mi abuela en sus tiempos de oro.
—Aun así, ¿No pudo venir Victoria o María? Ellas parecían que no tenían nada que hacer —seguí insistiendo para que se fuera pues ese trabajo le había costado mucho conseguirlo y no estábamos en condiciones para que un miembro de la familia estuviera desempleado.
—Victoria está trabajando como niñera con la vecina y María esta en casa cuidando de Nana. Yo era la única que podía traerte sano y salvo, aun eres un chamaco, ¿creíste que te dejaría ir solo? —mi hermana parecía bastante segura de su decisión así que deje de argumentar y ambos entramos en la prestigiosa preparatoria.
No caminamos ni 3 pasos cuando ya podía sentir el nivel de esta escuela, ¿de verdad había logrado tener una beca parcial en semejante institución? Me sorprendo de las capacidades que Dios me ha dado. Lo primero que vi fue el gran patio del frente, parecía un parque y estaba seguro de que algún día me perdería entre tantos caminos. Mi hermana afortunadamente tenía un gran sentido de la orientación, era yo el que siempre se perdía y tal vez por eso no quiso dejarme solo.
—No se si hiciste trampa Ian, pero más te vale que no te atrapen. ¡Mira todo esto! —lo dijo de una forma que no podría decir si fue broma o no…
—No lo digas ni de broma, ya estoy lo bastante nervioso como para que lo empeores…
—Ya, ya.
Caminamos un poco más en el jardín principal hasta que llegamos finalmente al primer edificio donde según Isabella estaba el despacho del director, pero aquella edificación parecía la parte de un castillo, todo muy al estilo de las películas americanas.
—Bueno, hasta aquí llegas niño —señalo mi hermana parándose justo en la gran puerta de madera ya abierta con un letrero que indicaba en ingles que era donde estaban las oficinas administrativas.
—¿Cómo? —pregunté confundido al ver el cambio tan abrupto de decisión que tomo.
—Quisiera acompañarte, pero ya se te hace tarde para tu clase y solo iré a ver al director para firmar unas cosas de tu beca. —explicó sonriendo maliciosamente, ella sabe cuanto odio llegar tarde y hacer esperar a los demás. ¡Ya lo tenía todo planeado!
—¡Tienes que estar bromeando Isabella! —exclamé mirando mi reloj y viendo que, en efecto, estaba por llegar tarde si no empezaba a correr.
—Mi tiempo tiene precio y si yo llego tarde tú también hermanito.
Sabía que era demasiado bueno para ser verdad. Isabella desde tiempos inmemorables le encanta devolver los “favores” de maneras muy peculiares y es por eso por lo que nadie le pide nada, no se como pude ser tan ingenuo...
—Me las vas a pagar Isabella, ¡ya verás! —afirme señalándola con mi dedo para después comenzar la carrera de mi vida.
Claro que su risilla de fondo me irrito aún más.
—¡Buena suerte en tu primer día hermanito! —gritó, pero con muchas ganas hasta el punto de que se escuchó doble por el eco del edificio.
Estaba corriendo emocionado pero enojado por la “bromita” de mi hermana. Y aunque odie admitirlo no puedo estar mucho tiempo molesto así que cuando llegue a lo que era mi salón según las indicaciones de un jardinero que me tope por el camino, solté una pequeña risilla recordando lo ocurrido tan solo 3 minutos atrás. Me contuve de más pues no era momento para “risillas” y con el corazón en la mano entre, con miedo, pero entre.
Y se que dije que esta escuela es increíble, pero… ¡Sus aulas son aún mejor!
La habitación era grande con ventanas en la parte de enfrente y a un lado justo cuando entras está el pizarrón del maestro con su escritorio en la esquina del fondo, pero lo que más me llamó la atención fue el agradable aroma a plumerias que llenaba el cuarto acompañado de una brisa mañanera refrescante.
Y me encontraba tan envuelto con el ambiente del salón que no me di cuenta de que las miradas de los estudiantes y del profesor se posaban en mí.
—Buenos días, estudiante… —dijo el profesor de apariencia joven mirándome de pies a cabeza tratando de descifrar quien era ya que al parecer no le habían dicho sobre mí.
—Deian Martínez —respondí con una sonrisa esperando que no me preguntara por qué estaba llegando tarde.
—Estudiante Martínez es un placer, soy el maestro Ajax —se presentó con un acento británico característico. Y muy amable me extendió la mano, pero no podía evitar pensar que su apellido era el nombre de un limpiador de pisos en México.