Mi bella traición

Capítulo 5

1 de Julio del 2017.

 

Que frustración da cuando nadie te da respuestas, ni siquiera san google coopera. No encuentro ningún artículo sobre la muerte de Marina, nada que se le acerque. Estamos hablando de un asesinato, ¡por Dios Santo! ¿Cómo no pueden decir algo?

Cierro la laptop con fuerza y la dejo a un lado. Unos golpes llaman mi atención, seguramente es mi padre, Diana ya le ha de haber ido a llorar. Se tardó, yo pensé que iba a ir de inmediato con su drama, no a las pocas horas.

—Hola Lia —Santiago me sonríe al abrir la puerta de mi habitación, trae un paquete en sus manos —, trajeron esto para ti —me lo entrega.

—Finalmente —comienzo a reír como una loca al ver el sello de librerías Gandhi en él. Mi pedido llegó —, estaba esperando esto con ansias.

— ¿De qué se trata? —con una seña lo invito a que pase.

Abro la caja con sumo cuidado y me llevo las manos a la boca al ver el contenido; un ejemplar de Muy profundo y dos tomos de los miserables reposan dentro de la caja. Los saco con cuidado para abrazarlos después, ya los quería tener entre mis brazos.

— ¿Libros? —Levanta una ceja —, ¿eso es lo que te tiene tan emocionada?

—Eres un inculto.

—Y tú eres rara.

—No son libros cualquiera, estamos hablando de un clásico y el otro es escrito por Ana Coello, este último ya lo quería tener conmigo. Desde que lo leí en wattpad.

— ¿Qué es wattpad?

—Es una aplicación de libros gratis, donde uno puede subir sus escritos, y si tienes suerte, una editorial puede publicarte en físico —apunto el libro —. Ella es una gran escritora.

—Claro —hace una mueca —. Oye, ¿quieres ir conmigo a Chapala?

— ¿Para qué?

—Tengo que entregar unos pedidos de tabaco ahí y en Cajititlán.

— ¿Tardaríamos mucho?

—Es rápido eso y además, podrías conocer el lugar —bracea un poco —. No conozco Manzanillo, pero este lugar también es genial. Deberías conocerlo.

— ¿A qué hora? —sonrío un poco.

—Justo en este momento.

—Pero ni siquiera me encuentro lista.

—Yo creo que luces muy bien —me sonrojo un poco al escuchar eso. Qué bueno que Leire no se encuentra presente en estos instantes —. Digo, para ir a los pueblos —tose un poco.

—En marcha.

**

En lo que Santiago arregla las cosas del trabajo, yo me quedo mirando una fuente que refleja a los pescadores. Es un lugar cálido, el malecón luce excelente, me recuerda mucho a Manzanillo. Extraño mi hogar.

— ¿Te gustaría dar un vistazo por el mirador? —Santiago se posiciona a lado mío.

—Claro, a eso me trajiste. ¿No es cierto? —sonríe mientras vamos caminando hacia el mirador —. El rinconcito del amor —leo en alto las palabras de la marquesina —, ¿aquí traes a todas tus conquistas?

—Eres la primera.

—Espera, no es una cita.

—Nunca dije que lo fuera.

—Oye, mira esto —le digo al llegar al mirador. Hay candados cerrados ahí con iniciales escritas con plumón —. En París hacen lo mismo.

—Que romántico —murmura con sarcasmo.

—Dicen que si cierras el candado con tu pareja, nunca se van a separar.

—México copiando todo desde tiempos memorables…

—Eres tan insensible.

—Así debes ser en la vida.

—Hablando de eso, ¿tú sabes de un asesinato de hace unos años, ella se llamaba Marina? —Su cuerpo se tensa —, ¿la conocías?

—Solo de vista, era la hermana de un amigo.

—Lo siento mucho.

— ¿Conocías a Marina? —me pregunta una vez que tomamos asiento en las bancas del mirador.

—Éramos amigas de pequeñas —me mira con sorpresa —. Me siento fatal por no haber venido a su velorio. No entiendo porque mi tía no me avisó.

— ¿Por la situación con tu padre?

—Yo hubiera venido, eso no me hubiera detenido.

—Eres muy distinta a tu padre.

—Eso es un halago, créelo.

— ¿Te puedo hacer una pregunta?

—Dime —bajo la mirada.

— ¿Por qué tu habitación se encuentra bajo llave cuando tú no estás?

—No quiero que Ana y su familia entren en ella. Tengo tantas cosas de mi abuelo.

— ¿Costosas?

—Por el lado sentimental, si —me mira con atención —. Desde chica me he sentido atraída por la cultura japonesa, y ahí tengo un pequeño mueble con cosas de origen japonés.

—Suena interesante.

—También tengo otras cosas, relacionadas con el mago de Oz.

— ¿Cuáles?

—De niña siempre soñé con ir a la gran ciudad Esmeralda.

—Al igual que todos.

—En mi habitación tengo unos zapatos iguales a los de Dorothy, una muñeca de porcelana y tres figurillas: una del espantapájaros, del hombre de hojalata y del león —suspiro —. Regalos de mi abuelo.




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