Mi bella traición

Capítulo 8

7 de Julio del 2017.

 

Un quejido escapa de mis labios al momento en que el sol alumbra mi habitación, me llevo ambas manos a la cabeza al sentir palpitar mis sienes. Me levanto ignorando las horas de sueño que me hicieron falta y el dolor de cabeza que traigo para vestirme y arreglar los pendientes de ayer. Ato mi cabello en una coleta alta y salgo del cuarto lista para matar a sangre fría a alguien en especial.

—Susana —me dirijo a ella, que se encuentra limpiando unos muebles —, ¿sabes en donde se encuentra el joven Santiago? —trato de sonreír con normalidad. Ignorando el instinto asesino y las consecuencias de la resaca.

—Se encuentra en el comedor desayunando, señorita —responde con calma —. En compañía de su tía, Ana y su familia.

— ¿Mi padre no se encuentra desayunando? —interrogo con curiosidad.

—El señor desayunó más temprano, tenía que checar unos detalles con unos proveedores.

—Gracias Susana —le sonrío y bajo las escaleras con la rabia acumulada por la noche anterior. Medito un poco antes de entrar a la puerta que conduce al comedor. ¿Armo un escándalo? Que sea lo que Dios quiera. Es lo último que pienso antes de entrar al lugar con tranquilidad.

—Buenos días —saludo con una enorme sonrisa fingida al entrar al comedor, la manada de Ana me ignora, él incluido.

—Buenos días Celia —responde Samantha antes de darle un trago a su café —, ¿ya desayunaste?

—No tengo hambre tía —le sonrío. Hambre de comida no, pero que tal el hambre de venganza —. Veras, es que pasé una rabia ayer —tanto Ana como Santiago se tensan. Ambos tienen motivos para sentirse nerviosos. Solo que ésta vez no la traigo contra Ana. Por increíble que parezca.

—No es bueno que te estés saltando comidas —me riñe mi tía.

— ¿Tú no saludas Santiago? —me dirijo hacia él, quien me ignora como si fuera lo más normal del mundo.

Eso está de lujo, si de esa manera quiere jugar.

Sin pensármelo dos veces tomo su vaso de leche y lo arrojo directo a su rostro.

— ¡Cecelia! —me reta mi tía de inmediato. No le respondo, sino que tomo el plato de huevos que hay en la mesa y también se lo tiro encima. Jorge se carcajea sin poder evitarlo al igual que Dante.

— ¡Alto ahí! —Me ordena Samantha al ver mis intenciones —, y baja esa taza de café en este mismo instante —de mala gana dejo la taza en la mesa.

—Cuando alguien te habla —me dirijo exclusivamente a Santiago, quien se encuentra limpiando el desastre que dejé sobre él —, es de buena educación responder.

Dicho esto, salgo del comedor con la mitad de rabia que tenía antes. Un poco infantil, no lo niego, pero fue liberador. Acelero el paso al escuchar su voz a lo lejos. Ahora la que no está de humor para enfrentarlo soy yo.

— ¿Se puede saber por qué me acabas de tirar el desayuno encima? —me intercepta en la sala, sujetándome del brazo. Me encomiendo a todos los dioses del universo antes de voltear a verlo. Su rompa aún se encuentra húmeda por la comida que le había arrojado.

— ¡Me dejaste tirada anoche! —afloja su agarre al ver que pasa a ser el acusado —. ¿No te parece suficiente?

—Eres una cría.

—Siéntete afortunando —me suelto de su agarre. El bufa antes de mirar hacia otro lado —, de mi cuenta te hubiera cortado las pelotas con un serrucho.

— ¿Qué tu pareja de baile no te trajo? —pregunta con un toque de sarcasmo y con un toque de… celos. Realmente no comprendo a este hombre. Amable, cariñoso, celoso, estúpido. Todo en una sola persona. Controlando mi respiración me dirijo hacia las escaleras.

—Para que te enteres, si lo hizo —subo dos escalones —, porque el muy imbécil de mi acompañante me dejó plantada ahí, sin ningún medio de transporte.

— ¿No te has puesto a pensar en lo humillante que fue para mí que salieras a bailar con ese chico? —estoy a dos rayas de matarlo. ¿Cómo puede ser tan insolente?

—Hazme un favor —me mira fijamente —, si en algún momento vuelves a considerar invitarme a salir, no lo hagas —le suelto sin pensarlo —. Porque no planeo pasar otra noche como la de ayer —carcajeo —. Vamos, si hasta una cita a ciegas con un desconocido de internet hubiera sido mejor.

**

13 de Julio del 2017.

 

—Comprendo tu enojo, pero ¿no crees que ya es demasiado? —interviene mi tía mientras yo me encuentro doblando algunos pantalones, y arreglando unos cajones —. Tú no eres una persona conflictiva —la miro con detenimiento antes de seguir acomodando mi ropa —, la mayoría del tiempo. Pero esto ya ha ido demasiado lejos.

—Si te refieres a tirarle la comida, es poco —me defiendo mientras doblo algunas blusas —. De mi cuenta le tiro un balazo y al rio —añado con sarcasmo.

— ¡Cecelia! —me regaña de inmediato.

— ¿No distingues una broma tía?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.