Mi bella traición

Capítulo 13

19 de Octubre del 2017.

 

—Realmente lamento no haberme comunicado contigo—es lo primero que le digo mientras nos encontramos sentados en el capó del auto, los dos nos encontramos bebiendo cerveza —, es solo que quería estar desconectada del mundo por un tiempo. Enfocarme en lo que realmente importaba.

—No estoy enojado Lía —acaricia mi muñeca con suavidad —, pero no te voy a negar que me tenías preocupado. Temía que hubiera replicas cerca de donde estabas.

—Gracias a Dios no —miro a las estrellas que titilan aún más que otras noches. O tal vez siempre han brillado más, solo que soy yo las que las ve con otros ojos —, pero no fue fácil.

—Me lo imagino —le da un trago a su cerveza —. Supe de la pelea que tuviste con tu padre y Ana.

— ¿Quién te lo dijo? —que pregunta tan mas tonta. Si la mayoría de los sirvientes estuvieron presentes en el enfrentamiento, y los que no, se enteraron por los otros.

—Samantha me llamó — sonrío al escuchar el nombre de mi tía —, me dijo que ya habías llegado y que necesitabas quien te calmara.

—Te juro que cuando mi padre hace todas esas cosas me dan ganas de sacarme una prueba de ADN —rio con amargura —. Porque me niego a que sea hija de un monstruo como él.

—Si así es contigo, que eres su hija —suspira —, no me quiero imaginar cómo ha de tratar a los demás que no son nada suyo.

— ¿Alguna vez te ha ofendido? —Veo que está procesando la pregunta —, ¿te ha faltado al respeto?

—No —confiesa al final —. Solo a algunos amigos, pero en el pasado —reitera al ver la cara que pongo.

—Ana y él sí que son tal para cual —evito llorar cuando recuerdo como llamó a mi madre.

—No hagas caso de lo que dijo Ana de tu madre. Tú sabes que no es cierto y con eso basta —lo miro con sorpresa —. Tu tía me comentó sobre el detonante de la discusión.

—De chica solía imaginar tantas cosas —opto por cambiar de tema —. Solía imaginar a los gigantes paseándose por estos campos, creía que veía hadas, incluso veía dragones entre las nubes —sonrío con nostalgia —. Mi madre creyó que iba a ser escritora de fantasía, por esa imaginación que me cargaba.

»Yo también lo creía —el me mira fascinado sin querer perderse del mas mínimo detalle —. Tenía unas inmensas ganas de crear un mundo mágico. Así como J.K. Rowling creó Harry Potter. Así como C.S. Lewis creó Narnia —hace mucho que no recordaba esa etapa de mi adolescencia. A veces uno cree que mata los buenos recuerdos, pero lo cierto es que solo los enterramos por un tiempo —. Un lugar que fuera solo mío, en el cual me pudiera meter para escapar de mi realidad.

— ¿Por qué estudiaste licenciatura en historia?

—Quería estudiar sobre el pasado, para poder aprender de él. Y no cometer los mismos errores que cometieron nuestros antepasados —me recargo en su hombro —. Y luego me entusiasmo la idea de dar clases, de instruir a las mentes jóvenes.

— ¿Alguna vez escribiste algo de fantasía?

—Solo un relato de cinco mil palabras —me sonrojo al recordar mis viejos apuntes —, sobre el Aspidochelone.

— ¿Sobre el qué?

Aspidochelone —me rio al ver la cara que pone —. En la mitología griega se le conoce como una enorme tortuga marina, de un tamaño tan colosal que su caparazón puede ser confundido con una isla cuando este ser se encuentra durmiendo y permanece completamente quieto —veo que Santiago me presta demasiada atención —. Algunos relatos cuentan que su caparazón está recubierto de especies vegetales, de esa manera los viajeros la confunden con una isla exótica.

— ¿Y era peligrosa?

—No… —alza una ceja —. El problema era cuando los viajeros desembarcaban en ella. Pues se hundía y los llevaba hasta la muerte.

— ¿Y en donde viste todo eso?

—Lo leí en el libro las mil y una noches —suspiro —. En los relatos de Simbad el marino. Desde ese momento escribí el texto.

— ¿Algún día me lo enseñaras?

—No, porque en serio da pena —ríe al escuchar eso —. No es gracioso.

— ¿Te puedo hacer una pregunta? —Asiento —, ¿por qué tardaste tantos años en volver a la hacienda? —Paso saliva con dificultad —, ¿Qué fue lo que te hizo tu padre para que no quisieras verlo por tanto tiempo?

—Estaba por graduarme de la preparatoria, en ese entonces ya estaba de novio con Ana —volteo hacia otro lado, para que no vea cuanto me afecta ese recuerdo —, solo que nunca me la presentó.

—Tranquila —me envuelve en sus brazos de inmediato.

—En fin, el día de la misa llegó, traía puesto mi vestido azul al igual que el de mis compañeras, arreglada especialmente para la ocasión y él no llegó —hago un esfuerzo descomunal para no llorar. Ese es uno de los peores recuerdos que tengo de él, y cada que lo recuerdo me lastima —. Y pensé que estaba bien, que en el baile lo iba a ver —aun me veo entre el gentío, esperando verlo cruzar las puertas que conducían al salón principal. Esperando su llegada —. Pero pasaba el tiempo y él no llegaba.




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