Mi bella traición

Capítulo 20

27 de Junio del 2018.

 

—Muy bien chicos, llegó la hora de la verdad —les comienzo a decir a mis alumnos mientras me siento arriba del escritorio con una pelota pequeña entre mis manos —. Antes que nada, les debo decir que quedé complacida con todos los trabajos que me fueron entregados, por lo que les puedo asegurar que en mi clase no hubo ningún reprobado, ni bajas calificaciones. Por lo que merecen un fuerte aplauso —todos comienzan a aplaudir y a silbar a modo de celebración —. Ahora, lo que vamos a hacer es lo siguiente —juego con la pelota por unos segundos.

»Voy a lanzar la pelota a los alumnos que me entregaron los mejores trabajos y que comprendieron lo que yo les pedí para este trabajo final, para que ellos lo expongan ante todo el salón. ¿Dudas? —uno de mis alumnos menos aplicados levanta la mano.

— ¿Cuál es tu duda Matías?

— ¿Es posible que podamos ver el partido de México contra Suecia antes de ver las exposiciones de nuestro compañeros? —cuento hasta diez antes de darle una respuesta sin alterarme.

—Lo siento Matías, pero no —veo que dice algo entre dientes —. Estamos a punto de terminar el ciclo, como para perder el poco tiempo que nos queda en partidos de futbol.

—Pero en la clase del profesor Joel están viendo el partido —vuelvo a jugar con la pelota para calmar mi enojo. Otra de las razones por las que no acepto andar con Joel, es porque le molesta la forma en la que imparto mis clases. No le parece que me siente en el escritorio ni que de las clases con juegos. Según el, un docente no debe ser amigo de los estudiantes, sino la autoridad.

Lo único que le falta para ser de la vieja usanza es tener un trozo de madera para impartir las clases. Por eso me sorprende escuchar que en lugar de dar las clases, esté viendo el partido de futbol.

—Exacto, pero esta es mi clase. Y por lo tanto vamos a continuar con la clase —me cruzo de brazos —. Y quien no esté de acuerdo, puede ir al salón del profesor Joel a ver el partido con un reprobado —ninguno me lleva la contraria —. Comencemos pues —me aclaro la garganta —. Como todos saben, les pedí que me hicieran un trabajo en Word acerca de un personaje a lo largo de la historia que haya trascendido con el más simple acto. Porque a veces las mejores cosas de la vida, pasan desde el acto más pequeño —elevo mi mano para lanzar la pelota al primer alumno que va a hablar —. Hugo —un chico de cabello castaño oscuro, piel morena alza la mirada al tiempo en que levanta las manos logrando la atrapada —. Háblanos de tu trabajo.

—Buenos días compañeros —se pone de pie. Una sonrisa aparece en mi rostro al verlo nervioso pero al mismo tiempo ansioso por hablar enfrente de todo el salón —. Hoy les vengo a hablar sobre Oskar Schindler —se aclara la garganta —. ¿Algunos de ustedes lo conoce? —me gusta ver el dominio que tiene sobre el tema.

—Ganó como mejor película —frunzo el ceño al escuchar la respuesta de Matías. Si bien dije que no hubo reprobados, eso no significa que no hubo malas notas.

—Prosigue Hugo —lo aliento, ignorando la respuesta de mi alumno.

Oskar Schindler fue un empresario y espía alemán, incluso fue miembro del partido Nazi.

— ¿Cómo se le puede llamar a eso una persona de admiración? —pregunta Priscila, otra de mis alumnas. Con un gesto le digo que siga escuchando.

—Él salvó la vida de aproximadamente mil doscientos judíos durante el tiempo en que duró el Holocausto, empleándolos como trabajadores en sus fábricas. Schindler fue reflejado como un oportunista que en un principio solo buscaba sacar beneficios. Sean cual sean sus intenciones, logró salvar las vidas de sus empleados.

—Maestra —Priscila vuelve a levantar la mano —. Usted nos pidió para este trabajo que buscáramos personas que trascendieron por pequeñas obras, pero lo que Hugo describe es todo lo contrario.

—Sí y no, Priscila —le hago una seña a Hugo para que me lance la pelota y de esa manera vuelva a tomar asiento —. Puede ser que lo haya hecho por oportunista. Pero también te voy a comentar otras cosas que sucedieron —ahora me dirijo a todos —. No sé si lo recuerdan, pero en ese tiempo los judíos no eran considerados humanos, por lo que los trataban de forma cruel y despectiva. Tal vez Oskar solo buscaba empleados para sus fábricas, pero a diferencia de los demás alemanes, él les brindó mejores vidas a sus empleados, pudiendo tratarlos como los demás. Por lo que eso es trascendente —vuelvo a jugar con la pelota —. Brenda —una chica de cabello castaño oscuro, corto por arriba de los hombros se pone de pie al atrapar la pelota —. Háblanos de tu trabajo.

—Hola a todos —alza la mano a modo de saludo —. Para mi trabajo me propuse investigar a la princesa Diana de Gales —la elección no me sorprende en lo absoluto, ya que ella siempre se ha sentido como de la realeza —. Bautizada al nacer con el nombre de Diana Frances Spencer, nació en Inglaterra en el seno de la familia aristocrática.

»Contrajo matrimonio con el príncipe Carlos de Gales, quien era mayor que ella por trece años de diferencia.




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