4 de Octubre del 2019.
Sonrío al ver como Odette comienza a balbucear cosas sin sentido al escuchar la música que suena desde la calle. Por lo visto esta niña va a heredar más de la música de Santiago que de la mía. Ya que lo que se encuentra sonando allá afuera es el mariachi que contrató mi suegra para este día en especial.
Mi princesa comienza a hacer burbujas con su saliva mientras le voy poniendo el pantalón y sus zapatos. Su cabello lo lleva peinado con dos colitas en el frente. Lleva puesta una blusa de manga larga azul marino con flores dibujadas por debajo.
—Celia —Odette comienza a patalear al escuchar la voz de Arabela. Provocando que no le pueda poner bien los tenis.
—Un segundo —exclamo tratando de atrapar el pie desnudo de mi hija. La cual, como cosa de adrede, patalea con más fuerza —. Odette, coopera por favor —por respuesta recibo risas —. ¡Lotería! —exclamo una vez que la he logrado vestir como la gente —. Ahora si dime —volteo a ver a mi hermana, quien en sus brazos trae a Tobías. A su lado se encuentra Casandra. Bueno, eso explica por qué mi hija no dejaba de patalear.
—Iba a decirte dos cosas, pero creo que ahora son tres —toma asiento para que los niños puedan jugar un poco con Odette.
— ¿Cuál es la primera? —le pregunto al sentar sobre mis piernas a Odette —. No tan fuerte —le digo a Casandra al ver como sacude con fuerza el brazo de ella.
— ¿Cómo por qué le quitaste el vestido a Odette? —arqueo una ceja —. Es su bautismo, debe llevarlo puesto a todas horas.
—Eso era lo que querías decirme, ¿es en serio?
—Eso se me ocurrió al ver el vestido sobre la cuna —ruedo los ojos con molestia —. ¿Por qué se lo quitaste?
—Ya lo usó durante su bautismo. No es necesario que lo use durante la celebración —le hago una señal con la mano al ver que quiere hablar de nuevo —. No es como para ella llevarlo puesto todo el rato. El tul la lastima un poco y no deja de llorar —bufa —. ¿Qué más querías decirme?
—Ah si —ladea la cabeza al recordar porque está aquí en la habitación —. ¿Sabes a donde se fueron nuestros papás? —niego con la cabeza —. Porque salieron de aquí nada más llegamos de la capilla. Mamá se veía algo ansiosa, pero papá iba con seriedad.
—La verdad no tengo la menor idea. A lo mejor solo quisieron darse una escapadita. Ya que las tres estamos con los niños —Casandra besa la frente de Odette unas cuantas veces —. Piensa que para Ben no ha de haber sido nada fácil este último año.
— ¿Crees que se vayan a separar? —percibo temor en su voz.
—No digas tonterías —la reprendo con dureza —. A lo que me refería, es a que ocupan tiempo a solas. Tiempo para ellos nada más. Eso es todo.
—Celia, ¿de que habló mamá con Oliver? —mi corazón se detiene unos instantes al oír el nombre de mi padre. Hace meses que no lo nombramos —. Me refiero a su lecho de muerte.
—Arabela, dos cosas —paso a Odette a la otra pierna —. Eso es privado. Y nunca se lo pregunté. Así como ella jamás me preguntó a mí de lo que hablé con él. Tienes que aprender a respetar las intimidades de los demás —baja la cabeza con pena —. ¿Qué otra cosa que ibas a decir?
— ¿Eh?
—Cuando entraste a la habitación me dijiste que tenías que decirme tres cosas. ¿Cuál es la tercera?
—Afuera se encuentra una de las que fue estudiantes tuyas en Manzanillo. Creo que se llama Brenda. Quiere pasar a hablar contigo en privado. Dice que es urgente.
— ¿Está sola?
—No, está junto con un grupo de chicos. Creo también fueron alumnos tuyos.
—Un momento, ¿Cómo es que saben del bautizo de mi hija?
—Leire —miro a la nada al oír el nombre de mi amiga. El día que tenga una ceremonia importante. Ese día será mi venganza —. Creó un evento en su perfil de Facebook.
— ¿De qué querrá hablar conmigo Brenda?
—No tengo la menor idea. Pero eso sí, luce muy ansiosa. Parece que le va a dar un ataque de pánico.
—Llévate a Casandra y a Tobías y dile que venga a verme.
Arabela vuelve a abrazar a Tobías para salir de la mano junto con Casandra. Mientras tanto acuesto a Odette en la cama para descansar un poco. Le entrego un juguete para que se entretenga.
— ¿Se puede? —volteo en dirección a la puerta al escuchar la voz de Brenda. Lleva puesto un pantalón de mezclilla roto, una sudadera blanca encima. Cosa rara en ella. Su cabello está más largo que antes.
—Hola Brenda —le hago una seña con la mano para que entre a la habitación —. Toma asiento en donde gustes —con timidez toma asiento en la cama. Justo enfrente de mí. Una sonrisa aparece en su rostro al ver a Odette riendo en la cama —. Arabela me dijo que querías hablar conmigo —su sonrisa se borra de inmediato. Algo no anda bien —. ¿Todo está bien?