꧁✿╭⊱ ƓƠԼƊЄƝ ƤƛԼƛƇЄ ⊱╮✿꧂
Tory:
No hace mucho conocí a un chico en los alrededores de la casa de Camila. Él es agradable y la timidez que tiene me hace mucha gracia. En un momento de desasosiego lo traje a mi universidad. Charlamos y pude notar que tenemos algunas cosas en común: el gusto musical y los libros principalmente. Estúpidamente lo invité a salir, no sé en qué estaría pensando. Lo que sí es muy cierto, es que su forma de ser me recuerda bastante a mi hermana, o al menos a como ella era antes. Giro la cabeza hacia la ventana y lanzo un hondo suspiro al recordar. "Naomi... espero que estés bien allá con mamá".
—Señorita, ¿Interrumpo? —me recrimina el profesor— ¿Pondrían Ud. y su mente regresar su atención a la clase?
—Dudo mucho que mi falta de atención afecte su clase profesor.
—No sea insolente.
—No estoy siendo para nada insolente, solo digo las cosas como son.
—¡Es suficiente! ¡Salga de mi clase!
¡Bah! Como si realmente fuera un curso importante. Un murmullo bastante notorio se propaga por el aula. No es la primera vez que me pasa algo así. Levanto mis cosas y salgo a prisa. Simplemente no soy el tipo de persona que aguanta estupideces o berrinches bobos. Esa es una de las razones por las que no tengo amistades en mi aula. Lo bueno de esto, es que por lo menos me da tiempo de comer algo antes de ir a trabajar.
Entro al baño y me lavo la cara. Miro fijamente mi reflejo en el espejo y vuelve a mi mente aquel pensamiento recurrente: "¿realmente tiene sentido seguir así?". Lanzo un muy hondo y pesado suspiro y me apresuro a salir. El viento frio se cuela por mi cuerpo a cada paso que doy. Una vez en el estacionamiento, tomo mi chaqueta y enciendo la moto.
Con el hambre que tengo considero que es mejor pedir una pizza en el camino. Y como tengo tiempo de sobra, voy con relativa calma. Tengo el puesto de azafata en el casino Golden Palace. Y es muy curioso, pues el tiempo que llevo trabajando ahí he podido distinguir en los clientes, gente de todo tipo. Pero finalmente, todos guardan algo en común: son personas sin amor en busca de llenar ese vacío que llevan dentro. Ver eso es realmente triste y ver a esas personas da lástima ciertamente.
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Después de pasar por la pizzería, tomo un atajo en sentido contrario para llegar. Felizmente llego sin complicaciones. Ingreso por la puerta trasera y estaciono mi moto. Entro rápidamente a los vestidores y empiezo a cambiarme. Mientras dejo las cosas listas, llega Camila, mi mejor amiga.
—Tory, llegas temprano. Igual apúrate que estamos abarrotados, hoy es día de sorteo y hay demasiados clientes.
—Adelántate, déjame terminar mi pizza y te sigo. Tengo hambre.
—¡Perra! Encima te das el lujo de comer en frente de los pobres. Dame una rebanada que no he probado bocado desde el almuerzo.
Empiezo a reír.
—Bueno te lo daré a cambio de un beso muy sabroso... mua, mua, mua...
—¡Iu no! Ya te dije, no eres mi tipo.
—Estúpida —simulo ser susceptible—mis sentimientos...
Camila y yo siempre hemos sido así y realmente la adoro. Nos conocimos en la universidad cuando por error vertió una soda sobre mi cabeza. Ella me había confundido con la zorra con la que su novio la engañaba. Cuando se dio cuenta de su error, estuvo todo el día pidiendo disculpas. Luego de unos tragos y de cobrar venganza contra la amante de su novio, fuimos a cobrárnosla con él. Realmente no recuerdo todo lo que hicimos, pero amanecimos en una celda. Aparentemente, habíamos causados muchos problemas. Esa fue una de las primeras anécdotas que jamás olvidaremos y una de las razones por la que nos hicimos amigas. Pero de tanto estar entre risa y risa, aparece nuestro supervisor, Édgar.
—Ya vamos chicas, dejen de jugar. Tenemos muchos clientes allá afuera. Cami, tú que estás lista ve a llevarle una bebida al señor Meléndez.
—Aish... ¿Ese vejete...?
—Vamos. Sabes que eres su preferida...
—Te odio, ¿lo sabes...?
—Y yo te amo. Ahora vamos... ¡a trabajar!
A regañadientes Camila va. Yo solo atino a reírentre dientes. Una vez que termino la última rebanada de mi pizza, me alisto yme pongo a trabajar.
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La noche pasó sin complicaciones y las propinas fueron sustanciosas. Ha sido un pesado día, pero ya casi es hora de irme. De pronto, Camila se acerca bastante angustiada.
—Tory, River está aquí. Te está esperando en la entrada...
—¡Mierda! ¿Acaso no puedo sacármelo de encima? Espérame aquí.
—Tory ten cuidado. Por seguridad llamaré a Rubén.
Camino a paso veloz, muy ofuscada y con una sensación de sofocamiento por tanta mierda. Realmente me jode que me presionen y más aún que alguien quiera pasar por encima de mí. Al llegar a la puerta, él está fumando un cigarro muy calmadamente.
—River, ¿qué mierda haces aquí? Según tenía entendido ya no me buscarías más.
—Tory calma, no es necesario armar una escena. Solo quiero hablar contigo. Necesitamos hablar de ello.
—Creo que lo dejaste bien claro. Tu y yo no tenemos nada de qué hablar.
—Tory... Por favor... No hagas las cosas más difíciles.
—¿Más difíciles? —digo con sarcasmo—. Tú eres el problema. No te necesito.
—Claro que sí. No olvides que aún depende de mí, el que puedas llevar a cabo lo que planeas. Pero aún pienso que...
—River... —levanto la voz ofuscada— ¡Lárgate ahora mismo antes de que pierda la poca paciencia que aún te tengo...!
Mientras River se muestra impasible, aparece Rubén. Siempre intimidante, solo un par de palabras bastan para acobardar a cualquiera.
—¿Qué sucede aquí? Un caballero no debería molestar a una señorita. Espero que no estés buscando problemas. ¿Tory este "señor" te está molestando?