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Dylan:
Como todas las tardes, me dirigí al parque a leer. Esta vez llevaba conmigo otro libro. Por sugerencia de mi amigo Micael, estoy leyendo "Durotan", una historia precuela de la película Warcraft. Hasta ahora, los capítulos que he leído han logrado cautivarme. Realmente estoy atrapado en su fantástico mundo, pues, a mí parecer, la trama explicaba con detalle el porqué de los acontecimientos de la película.
Camino con premura para lograr estar bajo el árbol de siempre. Pero al llegar, quedo totalmente perplejo ante lo que veo. Tory, usando nuevamente su vestido blanco, está sentada bajo mi árbol favorito mientras lee un libro. Una rara mezcla de alegría y tristeza me embarga. ¿Debería acercarme o simplemente irme? No la he visto hace semanas. Me dejó plantado. ¿Será que realmente le pasó algo malo? Necesito saber la verdad y no puedo quedarme con la duda. Sólo podré saberlo preguntándole directamente. Lentamente me voy acercando a ella. Pero ella nota mi presencia instantáneamente. Levanta la mirada y al verme sonríe.
—Hola Dylan, creo que tardé en llegar, pero... ya estoy aquí.
—Sí, solo unos 20 días tarde. Una minucia difícil de notar.
Ríe.
—Bien dicho.
. No sé si la melancolía que siento causa que está vez no me sienta intimidado ante ella, pues mis palabras brotan fluidamente.
—Entonces, Ese día... ¿pasó algo malo?
—Y sí... de hecho sí. Sabes Dylan a veces... —se detiene abruptamente, parece arrepentirse de lo que iba a decir—. Bueno, no quiero que vuelva a pasar. Toma, es mi número, guárdalo.
Dudo al principio, pero tomo el trozo de papel y lanzo un hondo suspiro. No sé qué decir o cómo responder. Realmente me pone triste recordar lo que pasó. Desvío la mirada y rápidamente Tory me toma de las manos.
—Dylan, realmente no falté adrede. Te invite a salir porque realmente me agradas. Aquel día la pasé bien contigo.
Noto inmediatamente rastros de un moretón en su hombro derecho. Ello es indicio de que probablemente sí ha pasado algo malo. No me puedo dejar llevarme por emociones negativas. Además, ella se tomó el trabajo de venir a disculparse. Sonrío, la miro a los ojos, pero me acobardo rápidamente. Desvío la mirada y doy dos pasos a su izquierda.
—Te creo Tory. Ese mismo día supuse que algo podría haber pasado. Realmente espero que no haya sido tan malo.
—Sí no te preocupes. Por cierto, ese día perdí mi teléfono, pero ya conseguí otro.
—¡Cierto!, anota mi número también.
Luego de darle mi número. En mi mente aún ronda la pregunta del porqué Tory no pudo llegar ese día. Sea lo que fuere, parece que es un asunto muy grave. No me atrevo a preguntar, más aún porque no quiero causarle ninguna incomodidad.
—Bueno niño, aún estamos a tiempo.
—¿Niño? —pregunto con sorpresa—. ¿A tiempo para qué?
—Solo sígueme.
Me toma de la mano y me lleva hasta la esquina del parque. Ahí esperaba Romero con la moto de Tory lista para partir hacia algún lado.
—Dylan, siempre es un gusto saludarte —Romero me estrecha la mano—.
—Gracias —Tory da una palmada en la espalda a Romero—. Diles a los chicos que me esperen en la mesa de siempre.
—A la orden jefa ¿Y... llevarás a Camila?
—Sí, como no —sonríe sarcásticamente—. Sabes que disfruta de tu compañía tanto como la de las cucarachas cuando empiezan a volar. Pierdes el tiempo sí en serio crees que tienes alguna oportunidad con ella.
—Nunca se sabe. La esperanza es lo último que se pierde.
Ríen.
—Soñar no cuesta nada amigo mío. Vamos Dylan, sube.
Siento bochorno al pensar que nuevamente subiré a la moto con Tory. Romero me mira con condescendencia, sonríe y se despide de nosotros.
Subo a la moto y apoyo ligeramente mis manos sobre su cintura. Pero Tory nuevamente toma mis manos y las pone alrededor de su suave cintura. Sonríe al hacerlo. Ahora que lo pienso, me parece impráctico conducir una motocicleta usando un vestido puesto. A pesar de ello, Tory parece cómoda manejando así.
—Sostente, esta vez iremos a toda velocidad, necesitamos llegar a tiempo.
—Espera, espera...
Tory acelera y adelanta a cuatro autos de formatemeraria. Ahora sí creo que tengo razones para temer. Mis brazos quedan tensos,pero trato de disimularlo para no parecer un miedoso. Aun así, Tory igual se percata y voltea parasolo sonreírme. Me gusta su sonrisa.
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Tras 3 horas viaje, ya hemos salido de la urbe y de la cuidad. El paisaje ya ha empezado a cambiar. En esta parte, las nubes se despejan, dando paso al calor del sol. Muy pocas veces he salida a las afueras, pero si he sabido que el tiempo suele cambiar.
—Estamos cerca. ¿Estás bien? —pregunta tory—.
—Sí —realmente no lo estoy—.
—No tengas miedo.
—No, no lo tengo —estoy aterrado por la velocidad—.
Ríe a carcajadas.
—Está bien, te creo.
Empiezan a aparecer más árboles a la vista. El camino deja de ser pavimento y empieza a ser trocha. Los baches dan cuenta de lo sinuoso del camino, pero eso no parece hacer que Tory disminuya la velocidad. Luego de 30 minutos, y de ir por diversos recovecos, el camino acaba. Tory detiene la moto y bajamos. Estamos en medio de un gran bosque. Tierra y vegetación es lo que predominaba la vista. Tory toma su bolso y luego recoge algo del follaje para cubrir su moto.
—¿Dónde estamos? —pregunto—.
—Narnia —ríe—. Solo calla y sube. Valdrá la pena, lo prometo.
Entonces ella empieza a escalar por el montañoso borde que nos rodea. Hay un camino pequeño que sube de lado a lado. Ella es más ágil al subir, pues logra alcanzar el final del camino a 3 metros sobre de mí. El camino empieza a ser empinado y para poder ascender debo apoyarme también con mis manos. Al llegar se oye cerca un río. Tory se nota alegre y me invita a seguirla. Empieza a correr hasta casi perderla de vista.