Mi Camino Es Ir Contigo

7

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Tory:

Luego de muchos años, finalmente pude regresar a este pequeño oasis. Si bien esta vez es Dylan quién me acompaña, el sentimiento de dicha es el mismo. Mientras me dejo llevar por las aguas del río, afloran los recuerdos de todo lo que pasamos mi hermana y yo...

—Naomi no vayas tan alto, apenas te puedo seguir el paso.

—Es que estás muy gorda. Ese gordo trasero no te deja a subir —se ríe—.

—¿Qué dijiste? Ya verás cuando te atrapé.

—Alcánzame si puedes.

Cuando éramos niñas, Naomi y yo descubrimos este lugar. Fue en una época en la que las cosas iban mejor, pues papá y mamá seguían juntos. Como era costumbre en ese entonces, emprendimos un viaje con un recorrido azaroso. La idea era llegar a casa de los abuelos, pero tomando un rumbo al azar, de ese modo podríamos conocer nuevos lugares. Al llegar, recorrimos la zona boscosa. Papá y mamá se quedaron cerca del auto para comer algo, pero nosotras, como éramos muy curiosas, decidimos explorar aún más. Encontramos un peñasco bajo pero llamativo, al llegar a la cima nos maravillamos.

—Ya te alcancé —la tumbé al suelo y le empecé a hacer cosquillas—.

—Espera —reía a carcajadas—, mira, espera...

—Oh, no, no escaparás de esta.

Seguía riendo a carcajadas mientras yo seguía haciéndole cosquillas.

—Ya, ya. Tú ganas. Tú ganas...

—¡Oh, vaya! —me percaté del lugar—.

—Sí verdad. Este tiene que ser, este será nuestro lugar secreto.

Sonreí y revolví su cabello. Ella siempre fue muy ocurrente y eso siempre me encantó de ella. Corrimos con algarabía hacia el río. El clima era ideal para nadar, pero no era la ocasión. La cascada tenía una preciosa caída, y el chocar del agua con las rocas, regulaba el nivel de la corriente. Naomi quiso escalar a la cima de la cascada. La detuve de inmediato. Era peligroso, así que para que olvide esa idea, le propuse buscar el árbol más alto y robusto del lugar. No tardó mucho en hallarlo. Nos sentamos bajo su sombra y tomamos una siesta.

Me quedé dormida y luego de varios minutos desperté. Naomi ya no estaba conmigo, por lo que la busque rápidamente con la mirada, pero no hubo señal de ella. Me levanté con premura y corrí hacía la rivera. Al llegar me percate que su ropa estaba sobre el suelo. Entonces al girarme la vi. Naomi estaba colgando sobre el acantilado donde nacía la cascada.

—¡Naomi! —grité con desesperación— ¿Qué rayos estás haciendo?

No llegó a oírme. Por lo que decidí correr hasta estar cerca.

—¡Naomi!

—¡Descuida hermana —respondió— estoy bien!

—¡Baja de ahí, es muy peligroso!

—No te preoc...

En ese momento ella resbaló y cayó de espalda. Sentí que todo pasaba en cámara lenta. Solo podía observar cómo mi hermana caía en dirección a las rocas, y de pronto, "¡splash!". Contra todo pronóstico ella llegó a caer sobre el agua. Sin esperar ni un segundo me aventé al río. Nadé lo mejor que pude, pero no lograba alcanzarla. Entonces, la corriente empezó a arrastrarme a mí también. De forma alguna, ello me ayudó a que pueda alcanzar a Naomi. La sujeté del brazo y me aferré a una rama que sobresalía de la orilla. Tras mucho esfuerzo, pude sacarnos fuera del agua. Me encontraba totalmente agotada, me levanté y trate de hacer que Naomi reaccione. Luego de 20 segundos ella reaccionó.

Tosió.

—¿Qué p... ?

—Maldición Naomi ¿Acaso eres estúpida? Pudiste haber muerto —empecé a llorar y la abracé—.

—Lo... Lo siento...

—Calla, eres muy tonta...

Aquel accidente dejó cicatrices sobre mi espalda, pero, aun así, nuestros padres jamás supieron de aquel hecho. Luego de un par de años, regresamos. Está vez fuimos con más cautela y, felizmente, descubrimos un punto donde la corriente del agua era tan baja que se podía nadar con tranquilidad. Esto fue gracias a que el agua se acumulaba entre grandes rocas.

—Este sí es el lugar perfecto para nadar —recalcó ella—.

—Solo espero que no se te ocurra subir nuevamente la cascada —entrecerré los ojos—.

—¿Jamás me dejaras olvidarlo verdad?

—Pues no, jamás —reí de forma macabra—.

—Eres una gorda malosa.

—¿Qué dijiste?

Ella reía a carcajadas.

Ese día prometimos que siempre íbamos a regresar a ese lugar. El árbol que ella había hallado años atrás, fungió de testigo cuando tallamos nuestros nombres. Con eso, siempre tendríamos presente que éramos hermanas y estaríamos siempre unidas sin importar las circunstancias. Y así fue. Al menos... por unos años más.

En los últimos años, solo nosotras dos volvíamos a aquel lugar. Ella gustaba de leer bajo la sombra del árbol y yo solía acompañarla escuchando sus historias. En otras ocasiones, yo nadaba o me recostaba sobre las rocas del río, mientras ella intentaba subir al árbol de forma muy graciosa. Pero lo que más echo de menos, son aquellas ocasiones cuando recostaba mi cabeza sobre sus piernas, mientras ella intentaba convencerme de que los finales de los libros que leía, eran lo mejor escrito de la década. Finalmente, la última vez que estuvimos ahí, nos propusimos subir al acantilado donde nacía la cascada. Una vez ahí, nos tomamos de la mano y nos lanzamos al vacío. Aquella fue una experiencia realmente gratificante, nadamos a contra corriente y salinos del agua entre risas. Luego nos recostados sobre las rocas y esperamos el anochecer. Había luna llena y el firmamento estaba llena de hermosas estrellas.

—Naomi, después de hoy tendremos que separarnos. Desearía que fuera de otro modo, pero...

—Pero ya elegiste un camino, lo sé, lo entiendo...

—Sabes qué, nosotras volveremos a este lugar. Verás que sí.

—¿Lo prometes?

—Lo juro.

Luego de aquel día, nos separamos. Ella fue a vivir con nuestra madre, y yo, me mudé a la casa de papá. Pero antes, ella me dio a cuidar a Harper.




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