Mi Camino Es Ir Contigo

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Dylan:

Dos semanas transcurrieron desde aquel día en el que conocí a Tory. Nuevamente era sábado y, por desgracia, no la he vuelto a ver por el parque. Aun así, con esperanza de verla nuevamente, acudí a diario al parque. Incluso, me tomé el trabajo de intentar reparar mi libro para tener un tema con el que iniciar la conversación. Pero, hasta el día de hoy, no sé nada de ella. Tal vez debí pedirle su número de teléfono o algo, pero las cosas quedaron de ese modo. Asimismo, hoy es un día especial y no pude ir al parque a esperar por ella.

Me encaminé a la librería "Minerva"lugar donde, en mi opinión, se venden las mejores publicaciones de revistas, libros, tratados, cómics e incluso de mangas. Justamente, hoy se había programado la llegada de un nuevo lote de libros, entre los cuales, estaba un libro que llevo esperando meses. Al llegar, abrí con ansias la puerta de vidrio y el timbre de entrada anunció mí llegada. Al entrar saludé a Carl.

—Hola Carl. ¿Llegó el lote nuevo?

—¿Qué hay Dylan? Claro, están en el lugar de siempre.

—Gracias Carl.

Carl, como siempre, había llegado al trabajo con un aspecto muy desaliñado. Esto delataba que, como muchas veces, se había desvelado viendo una maratón de películas de terror. Siempre despreocupado, Carl, suele "encargarse" de la librería de una forma que deja mucho que desear. Se pasa el día llenando crucigramas; o jugando algunos videojuegos en su PSP; o incluso, tocando su guitarra a todo dar. Todavía no entiendo cómo es que su jefe no lo descubre. Pero, pese a todo eso, mantiene el orden dentro del local.

El ambiente rectangular de la librería, tiene a Carl ubicado al margen derecho de la entrada. En medio, se distribuyen los diferentes estantes, dividiendo cada sección en columnas. Cada una, con una demanda enfocada a un género en particular. El libro que busco, se encuentra en la tercera columna.

A medida que me voy acercando, noto que en aquella sección hay un considerable grupo de niños. Todos aglomerados, van tomando los libros del estante y se muestran muy emocionados de poder conseguirlos. Una vez en frente del estante, no puedo disimular mi perplejidad. Todo había sido reemplazado por libros, que ofrecían información y tucos exclusivos para pasar ciertos videojuegos. ¿Qué es esto? La sección especial, lo mejor de lo mejor, ¿estaba dominada ahora por.... esto...?

—¡Carl! —troté hacia su estand y le recriminé— ¿Qué pasó aquí? ¿Qué es esto? En serio. ¿Por qué los cambios?

—¡Ah, es cierto! —suspira—, lo siento bro, pero los dueños pensaron que esto les traería más ingresos, y en cierto modo, no se han equivocado. Las ventas la sección especial, se han disparado.

Pero... ¡Oh rayos! ¡No puede ser! —resoplo con desdén—. Adiós Carl...

Sin esperar respuesta por parte de Carl salgo dela tienda ofuscado y triste. Realmente he esperado por meses poder compraraquel libro, y lamentablemente, solo aquí las podía conseguir ¡Maldición!


─═ڿڰۣڿڿڰۣڿ═──═ڿڰۣڿڿڰۣڿ═─
 

Luego de caminar un par de cuadras, me encuentro en la parada de autobús. Con semejante decepción, solo me queda regresar a casa. Mientras espero, hago un recuento de las cosas que tengo que hacer al llegar, entonces, viene a mi mente un libro que mi amigo Micael me había recomendado. Comenzaría leyendo ese, por ahora.

Aparentemente, hoy es un buen día para tener a la gente ofuscada. No muy lejos de donde estaba, se iba acercando una chica a paso veloz. Hablando consigo misma, iba refunfuñando y dando golpes al aire. Pero a medida que se va acercando, noto algo familiar en ella. Me parece que es... ¡Sí!... No lo puedo creer, ¡Tory! Es difícil reconocerla por la ropa que llevaba ahora. Trae una chaqueta negra de cuero; una camiseta blanca con un logo de AC-DC; un short jean; y estaba sin sus gafas; además, resaltaban mucho sus botas negras.

Quedo petrificado sin saber qué demonios hacer. Claro, ya nos conocemos, así que ya debería poder ser fácil hablar con ella nuevamente. ¿Cierto? Pero pensar así no calma mi ansiedad. A medida que se acerca, noto que toma su teléfono para hacer una llamada.

—¿Dónde estás?... Sé... sé perfectamente lo que dije, pero la necesito ¡ahora! Es urgente... ¿5 minutos?... Sí, rápido... sí, en la parada de bus... —cuelga el teléfono ¡aish!... ¡mierda!...

Ahora Tory se encuentra a tan solo unos metros de donde estoy parado. Obviamente no se ha percatado de que me encuentro ahí. Con los brazos cruzados, mira a los lados como esperando divisar a alguien. Debo admitirlo, no soy capaz de soltar palabra alguna. Aun así, no puedo perder esta oportunidad. Esperé varios días para poder verla nuevamente. Mínimamente debo saludarla. Debo hacerlo.

Mi boca no reacciona. Trago saliva. Me acerco y luego de unos segundos de tanta dubitativa, al fin me animo a decir algo:

—Hola Tory...

No parece reacciona. Supongo que no me ha escuchado. Alzo la voz más fuerte.

—¿¡Tory!?

—¿Mmm? —voltea y lanza una mirada de extrañeza—. ¡Ah, hola! —Sonríe—, Dylan ¿cómo has estado?

—Bien..., ha pasado mucho tiempo...

—Sí...

Noto que está incomoda. Mira nuevamente a los costados como evitando que alguien la vea.

—¿Cómo has estado?

—Bueno, podría decirse que bien...

—¿Sucede algo? Es que te noto inquieta.

—Me encantaría charlar más, pero estoy de paso y... ¡Oh!, ¡mierda!, lo que me faltaba.

Inmediatamente noté que su reacción era debido a un chico que se iba acercando. Tory revisa su celular y resopla muy coléricamente.

—¡Tory, espera! —aquel chico acelera el paso—.

Tory voltea a mirarme, y observa a los lados. Fue como si no supiera dónde esconderse. Al ver que aquel chico empezó a correr para alcanzarnos, me tomó de la mano y me susurró:




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