Entraron al edificio del tribunal, el abogado de Jeremith ya le estaba esperando. Jeremith era conocido por varios abogados y otros trabajadores del lugar, todos lo trataron con sumo respeto.
El juez los recibió en su despacho.
—Bienvenidos señor y señora Remington, ¿en qué puedo servirles? Pero antes, siéntense.
Se sentaron, Jeremith le dijo lo que tenía pensado hacer, anular el matrimonio. El juez lo escuchó detenidamente; después que Jeremith expuso su caso él le dijo:
—Existen causales para anular el matrimonio, como el tiempo, o cuando el matrimonio no se ha consumado. Pero esa cláusula del tiempo ya no es valedera en su caso, todos conocen a la señora Lauren como su legítima esposa, en cuanto a la consumación sólo ustedes pueden jurar que no han llegado al acto sexual.
—Lauren agachó el rostro. Jeremith sintió enojo, pero mantuvo la compostura.
—¿Me está diciendo que no es posible anular este matrimonio?
—No se puede, en su caso se debe proceder con el divorcio. —Jeremith en un mal tono le dijo:
—Pero yo no recuerdo haberme casado con ella, ¿No es eso suficiente razón para anularlo?
—Pero usted se casó con ella voluntariamente. —Jeremith con enfado señaló a Lauren.
—¡Mirela doctor, usted me conoce de toda la vida, es amigo de mi familia, ¿cree que ella es de mi tipo? Lauren no es la mujer que yo en mi sano juicio escogería para casarme, debí estar loco, o drogado
Lauren se levantó de la silla y se alejó de Jeremith, sintió que sus mejillas ardieron en el fuego.
—Lo siento señor Remigton, la única opción que tiene, es el divorcio, y eso tardará algún tiempo.
—¿De qué tiempo estamos hablando?
—Eso depende.
—¿Depende de qué?
—Su abuelo siempre contrató los servicios de mi bufete, aún no se ha abierto el testamento, pero sé que hay una cláusula específica en cuanto a la esposa del heredero, su abuelo lo anexó antes de que usted contrajera nupcias con la señora Lauren. —Jeremuth arrugó la cara.
—¿De qué cláusula habla?
—No puedo decirle todo hasta que se abra el testamento, su abuelo agregó dicha cláusula un día antes de la boda, usted lo acompañó, estuvo de acuerdo.
—Debería decirme de qué se trata.
—No está permitido, pero no puede divorciarse hasta que se abra el testamento, la señora Lauren fue incluida por su abuelo.
Jeremith se agarró el cabello y le dijo al abogado.
—Vine a este despacho a acabar con este absurdo matrimonio, pero ahora resulta que ella tiene que ver con el testamento de mi abuelo.
—Si, de hecho usted mismo persuadió a su abuelo para que agregara dicha cláusula.
—¿Pero qué clase de cláusula?
—Es una cláusula de protección.
Lauren agregó:
—Quiero divorciarme. —Jeremith le dijo:
—Ya vio, ella también quiere el divorcio. ¡Le exijo que me diga de qué se trata esa cláusula! —Jeremith cerró el puño y dio un golpe sobre el escritorio, Lauren les dijo:
—Está bien, le diré cuál es la cláusula: si se divorcia de su esposa antes de cumplir tres años de casados, la señora Lauren se convertirá en la dueña de la mitad de la fortuna que dejó su padre. —Jeremith al oirlo se llenó de asombro y tensó el rostro.
—¡¿Qué?!
Lauren también estaba sorprendida.
—Su abuelo para proteger a su esposa, decidió agregar esa cláusula un día antes de la boda. —Jeremith meneó la cabeza y se rió amargamente.
—Esto es una broma.
—No señor, usted también quiso protegerla y condicionó su matrimonio, en caso de divorcio, debe darle la mitad de su fortuna, la que dejó su padre, además de ello , también deberá entregarle la mitad de la herencia que le dejó su abuelo.
—¡Esto es increíble!
Giró la cabeza hacia donde estaba Lauren y la miró con reproche.
—¡Lo sabías! ¡Ahora entiendo todo, por eso estabas tan afanada por divorciarte de mí! —Lauren estaba anonadada.
—¡No tenía idea de esto, jamás te pedí que me dieras dinero, y tú abuelo me odiaba! ¡No entiendo por qué creó esa cláusula! —Jeremith se puso rojo como un tomate de la rabia.
—¡TRES AÑOS! ¡Debo estar atado a ti por tres malditos años!
Lauren sintió punzantes esas palabras, los ojos se le aguaron, se levantó de la silla.
—No hace falta, debe existir algún modo de divorciarnos.
Jeremith furioso y con una voz ronca le gritó:
—¡DEJA DE SER TAN HIPÓCRITA! Si tengo que estar casado contigo tres años, lo haré, porque no voy a permitir que una trepadora se lleve ni un centavo de mi fortuna.
—¡No me importa tu dinero! ¡Quiero el divorcio!
Lauren salió del despacho, Jeremith la siguió y la agarró en el pasillo.
—¿A dónde vas perra mentirosa? ¡Ahora no me cabe duda de que tú me mandaste a matar!