Esta mañana voy al nuevo instituto o algo así como mi purgatorio particular. Muchas cosas sucedieron tras el divorcio de mis padres, —diría que, desde antes, solo que al principio todo parecía reparable—, lo cierto es que, si antes creía que estaban mal, ahora es peor. Las máscaras caen cuando ya no hay porque ocultar el verdadero rostro. Por un momento, sentí que los odiaba a todos. Entre sus problemas estaban arrastrándome con ellos.
Odio que me dejen colgando como péndulo. Pero al parecer a los adultos dizque responsables lo único que les importa es el dinero, las inversiones, las ganancias generadas y lo que puedan obtener aparte de eso ya es una ganancia extra que no les vendría mal. Mi madre decidió que ella no podía tenerme, —no sé cómo definir lo que siento por ella—, pero no fue una sorpresa para mí, nunca he esperado que se comporte como una madre real. Sabía de sobremanera el porqué de su negativa. Es una mujer que se encontró atrapada en un matrimonio y con una hija no deseada.
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—Pues, está bien. Verónica se quedará conmigo —mi papá dijo molesto con mi madre. Tal vez, esperando una reacción maternal de su parte.
—Espero tengas tiempo para tu hija —mi madre lo retó.
¡Oh no! Ella hizo mal, mi padre es un hombre de retos.
—Para mi hija siempre tendré tiempo, siempre ha sido así incluso contigo, Julia —mi padre le recordó con acritud y un tenue dolor por la decepción.
—¡Huh! —mi madre emitió un sonido gutural —Mi abogado te hará llegar los documentos del acuerdo —espetó.
Por momentos he sentido que la odio, pero de algún modo siento que no es correcto, que es mi madre y debo aceptarla como es. Es una mujer fútil y vacía, llena sus carencias con dinero y otras cosas que quiero olvidar.
Jamás se percataron de que escucho tras las puertas, las paredes no siempre son tan gruesas como para darme por eludida. Me escabullí hacia una de las habitaciones contiguas al estudio de mi padre, de ese modo ella no llegaría a verme cuando saliera. Sentí sus pasos detenerse en mitad de la sala, como si lo estuviera dudando, pero al final se fue.
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Mi padre es el de los negocios, la mente maestra en inversiones y adquisiciones. Es un hombre más sencillo y ama el significado de familia, aunque no haya obtenido de esa concepción el objetivo estimado, a pesar de que sus negocios podían absorberlo, él siempre iba a la casa, pasaba ratos conmigo y me consta lo mucho que ha querido a mi madre, siempre nos llenaba de regalos viajes y cenas en los mejores lugares. Supongo que eso no fue suficiente para ella. Supongo que el dinero ayuda, pero no conserva las familias y los principios se corrompen con más facilidad. Toda la relación de mis padres y la nuestra en familia, no fue solo fachada desde un principio, en mi niñez temprana parecíamos felices y privilegiados del núcleo que conformábamos. Pero tal vez, ambos no estaban de verdad enamorados o el amor no dura para siempre. Siempre, a veces parece ser demasiado tiempo.
Mi madre por lo general está fuera de la ciudad, lo de ella siempre fue viajar por el mundo, por lo que muchos la considerarían o al menos lo hago, un ave enjaulada, ansiosa de libertad absoluta, aunado a eso nuestra relación no ha sido buena. A decir verdad, no recuerdo si algún día lo fuera. No me malentiendan ella no es mala y no es que no me ame, muy en el fondo de su oscura alma ha de quererme un poco al menos, así que cuando el juez, me preguntó con quién prefería vivir, ya la decisión había sido tomada con antelación tanto por ellos como por mí.
—Quisiera irme con mi padre —respondí con una seguridad que hasta me impresionó, cuando en realidad sentía deseos de llorar. Eso no ayudaría en nada y aún quedaba que el Juez emitiera su veredicto.
Desde ese día, mi padre es mi representante legal y compartiré con mi mamá, solo las vacaciones y días feriados, dependiendo de si ella no está en un tour con su novio de turno.
Me duele recordar eso.
Papá ha decidido que mi madre, se quede con la casa. Apoyé su decisión, no nos haría bien convivir con todo lo que nos recordara a ella y los momentos que como familia habíamos compartido, cada rincón de la enorme casa traería reminiscencias aciagas, su nombre estaba implícito en cada lugar, en cada accesorio. Solo nos traería emociones ambiguas y sentimientos contrastantes con los mejores años en su matrimonio aquellos que, por mi corta edad, quizá no presencié.
¿Cómo mi madre, se volvió tan fría y calculadora? ¿Siempre fue así? Supongo que no lo sabré.