Mi embarazo. Mujer asintomática. Inari Masga.

Tercer trimestre.

¡Llegó el botonazo!

Para principios de otoño comenzaba a verse mi pancita, no era muy notorio pero quienes sabían de mi embarazo comentaban que ya se vislumbraba, para fortuna y desfortuna mi familia no lo notó, fortuna porque no todos estaban enterados, era una noticia que me alegraba a mi y no quería que me arruinaran la felicidad con sus críticas e intrigas, más desfortunio por el hecho de sentirme ignorada, mi relación familiar nunca ha sido buena, me ha tocado ser la oveja negra, ¿o querré decir blanca? La cuestión es que soy diferente a ellos; mi cabeza vuela muy lejos con diversas ideas, lo que me llevó a decidir el ser escritora, sin embargo, para muchos miembros de mi familia eso no es rentable y aún menos, atractivo. 

¿Qué puedo decir? Mi embarazo fue la noticia más esperada que se puedan imaginar, añoraba el día en que me dijeran que crecía una pequeña personita dentro de mí, y cuando llegó, atesoré tanto esa alegría que no lo compartí abiertamente.

En conjunto con el incremento de peso y volumen, llegaron más problemas comunes del embarazo, principalmente la incomodidad, durante dos largos y eternos meses no logré dormir bocabajo como mejor me acomodaba, además de que la actividad de atarme los zapatos se volvía algo cansado que en muchas ocasiones me dominaba la pereza, pasé de usar tennis a usar croc's, y de ahí a sandalias.

La constante infección en vías urinarias me obligó a dejar muchos de mis gustos alimenticios, uno de ellos el café y la comida frita, me vi orillada a cocinar la mayor parte de mis alimentos hervidos o al vapor, sin sal en su mayoría. Incrementar el consumo de agua y té. Más nunca imaginé desarrollar la famosa y temible preclamsia.

He de decir que fue la peor experiencia que pude haber vivido y empeoró el hecho de no saberlo por consecuencia a mi falta de síntomas.

Desde que terminó la temporada de lluvias y se estacionó el crudo invierno, desarrollé una congestión nasal terrible, no pude respirar por cerca de dos meses (los mismos en lo que tampoco pude dormir bien), el problema no fue el no poder respirar correctamente, o el estar sonándome la nariz constantemente, sino la noche más dolorosa que en mi corta o mediana edad he pasado, me asotó un dolor de oído intenso, toda la noche zumbó tan fuerte que podría semejarse a cuando has pasado horas a lado de una bocina con música ensordecedora, mi pareja, en su cansancio no pudo levantarse a llevarme a urgencias, lo cual yo tampoco di señales de necesitarlo, dolía mucho pero aún era soportable y cuando porfin logré que mi pareja despertara, el sueño comenzaba a dominarme a mi y mis palabras se atropellaban siendo incoherentes. Al final él me llevó al médico diciendo que se debía a la congestión nasal, comencé a tomar vitaminas para fortalecer mi organismo. 

Y aquí no termina, tenía que empeorar mi estado de salud...

"La preclamsia no es algo que se pueda tomar a la ligera, es un verdadero dolor de cabeza atender a una paciente que no demuestra síntomas de tenerla, no es tan fácil detectarla y cuando porfin se hace notar ya es demasiado tarde..." - Doctora Irma.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.