Mi enemigo

Capítulo 7

—Es tu oportunidad —exclamó Marcos entrando a la oficina de su jefe sin golpear la puerta.

 

Sebastián molesto por la inoportuna interrupción alzó las cejas con fastidio, y con cara poco amigable se quedó mirándolo. La verdad que no tiene ánimos de escucharlo no tiene tiempo para una de sus extrañas ideas, por su expresión de malicia es claro que algo así es lo que viene a decirle.

 

—No quiero, no me interesa, sal de aquí tus ideas apestan —respondió antes de volver a meter su cabeza en sus dos monitores.

 

—Bien, Don Amargado hace acto de presencia —señaló Marcos cruzando los brazos apoyándose sobre el escritorio.

 

—¿Qué es lo que quieres? ¿No ves que estoy ocupado? —preguntó molesto e impaciente.

 

—Esto —dejó caer en su escritorio el anuncio de la fiesta aniversario de la empresa.

 

Sebastián observó el papel sin entenderlo, todos los años en esta fecha se realiza esa fiesta de aniversario ¿Cuál es la novedad? Acrecentando su molestia por ser interrumpido por algo tan tonto refunfuñó ¿Qué es lo que pretende? Movió la cabeza a ambos lados antes de tirar el papel al basurero para seguir trabajando.

 

—¿Y? Sabes que yo no voy a ese tipo de cosas, no son de mi interés, además en las noches lo único que quiero es dormir no estar junto a la gente con la cual me veo obligado a ver todos los días durante 9 horas diarias —tomó su taza de café para beber un poco.

 

—Podrías invitar a Paula, quien sabe que pueden llevarse mejor —lo contempló sonriendo con maldad provocando además que su jefe se atorará con su café.

 

—¿Que estupidez dices? —habló aun tosiendo poniéndose de pie y señalando hacia la puerta—. No tengo tiempo para esas ridiculeces, hay mucho trabajo, vete de una vez...

 

—Ella está ansiosa por ir —lo interrumpió sonriendo.

 

De soslayo Sebastián observó a Paula quien sonríe animada hablando con Gabriel ¿Es cierto que le gustaría ir a algo así? Bufó, en todo caso no es su problema, si ella quiere ir pues que vaya, él disfrutara la calma y el descanso de su departamento.

 

—Si no te apresuras Gabriel va a terminar por invitarla a que sea su pareja esa noche —le susurró Marcos esperando alguna reacción de su jefe.

 

Sebastián quiso burlarse cuando se detuvo en la risa de Paula, pensando en lo ruidosa que es, pero más aún de cómo puede divertirse tanto al lado de un payaso como Gabriel ¿O es cierto que él se interesa en ella? Arrugó el ceño preocupado, luego al darse cuenta tosió tomando asiento.

 

—No es mi asunto, mientras esos dos terminen su trabajo pueden salir a esa tal fiesta junto —y metió su cabeza en los proyectos del mes para olvidarse del asunto.

 

Marcos no pudo evitar sentirse algo decepcionado por la tozudez de su jefe, si tan solo no fuera tan cerrado. Luego dirigió su mirada a Paula, y resopló saliendo de la oficina sin decir palabras, de verdad es que si él sigue así la perderá ¿Es que acaso no ha notado la forma como aquella mujer lo mira? ¿No se ha dado cuenta la sonrisa distinta de ella cuando lo ve hablar? ¿Como puede ser tan ciego? ¿Cómo puede ser tan tonto?

 

—Idiota amargado —masculló tomando asiento en su puesto.

 

—¿Paso algo? —preguntó Paula preocupada.

 

—¿Y piensas ir a la fiesta? —le interrogó sin responder su pregunta.

 

La mujer sonrió con culpabilidad.

 

—La verdad es que prefiero ir a mi departamento, y ver una película y dormir, prefiero evitar los eventos sociales, me hacen sentir incómoda —indicó sinceramente.

 

—Ya veo, ustedes son tan para cual —suspiró Marcos alzando la mirada.

Lo miró confundida sin entender que quiso decir con eso, es claro que la está comparando con alguien, pero ¿Con quién? Alzó su atención hacia la oficina de Sebastián ¿Sera acaso con su jefe? Bueno con lo poco sociable que es, es esperable que no asista a este tipo de eventos, no debería sorprenderlo.

 

—¿De qué hablas? —preguntó Gabriel sin entender.

 

—Sí, supongamos, alguien te invita a ir ¿Irías? —volvió a interrogar a la joven con interés sin responder la pregunta de su compañero.

 

Paula tragó saliva, la verdad que no lo había pensado, y su cabeza se llenó de ideas de cómo rechazar algo como eso. Entre la calidez de su cama y la tranquilidad de disfrutar una buena comida, y un lugar lleno de gente ruidosa, es evidente que lo que más quisiera luego de un largo día de trabajo es el descanso.

 

—Supongo... que agradecería el gesto, pero no podría —sonrió incomoda.

 

—Basta de conversar y trabajen —exclamó de mala gana Sebastián interrumpiendo la conversación con expresión amargada—. Gabriel necesito el avance hoy sin falta, ya estas atrasado una semana y el jefe del área de contabilidad ya nos está pisando los talones. 

 

Gabriel bufó disimulado, ni siquiera por la fiesta de la empresa su jefe se relaja.  Volvió a su puesto de trabajo avanzando en sus tareas, reclamando aun dentro de su interior de la actitud de su superior.

 

—¿Pasa algo? —indicó Sebastián entrecerrando los ojos a Paula quien sin darse cuenta se había quedado mirándolo con atención.

 

La mujer al darse cuenta de eso volvió de inmediato a su trabajo, turbada, sin palabras que decir. Pero titubeó al verlo retirarse a su oficina.

 

—¿Tu... vas a la fiesta? —le preguntó con curiosidad poniéndose de pie.

 

Sebastián detuvo sus pasos, con algo de fastidio, eso de la fiesta ya lo estaba hartando, con tanto trabajo ¿Como podían estar preocupados de algo tan superficial? Carraspeó incómodo y se volteó con semblante agrio.

 

—No, ese tipo de cosas es solo para la gente hueca y sin sentido...

 




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