Mi enemigo

Capítulo 8

Jueves en la noche y todos beben luego de celebrar la finalización de un importante proyecto. Gabriel había insistido tanto a Sebastián, su jefe, que al final otra vez aquel aceptó ir, aunque de mala gana ir. Y aunque para sus subordinados es increíble haberlo convencido por segunda vez de acompañarlos la verdad es que prefería ir a casa a dormir que ponerse a tomar con su trio de ineptos trabajadores, pero ahí está sentado a la mesa con un vaso de ron y expresión furibunda que contrasta con la alegría de sus compañeros. No se ha dado cuenta que su atención durante toda la celebración se ha concentrado solo en el rostro de Paula que ríe de las tonterías de Gabriel, pero aquello si ha sido notado por Marcos el cual solo lo contempla en silencio.

 

—¿No creen que sería mejor hacer esta comida más interesante? —señaló de repente llamando la atención de los demás.

 

—¿De qué hablas? —preguntó Gabriel ansioso más ante el rostro de malicia de su compañero.

 

—Una apuesta, jefe, contra usted —Marcos le dirigió una mirada a Sebastián quien solo bufó sin mucho ánimo—. Sí ganas nosotros tres mañanas estaremos una hora antes en el trabajo adelantando pega, si ganamos nosotros mañana estaremos una hora después ¿Qué le parece?

 

Sebastián sonrió con ironía, pensando en la idiotez que acababa de oír, como si el hecho de que este trío llegue más temprano significa que trabajen más, de seguro harán lo de siempre, tomar café reírse de tonterías y tres horas después acordarse que tienen trabajo.

 

—Tonterías, no voy a hacer apuesta con algo como eso —exclamó entrecerrando los ojos y luego desviando su mirada con claras intenciones de ignorarlos.

 

—Bien, mañana yo y Gabriel no iremos a trabajar —habló Marcos amenazante.

 

Esto provocó que su jefe se atorara ante tal atrevimiento.

 

— Mañana no pueden faltar, hay trabajo que adelantar. Si faltan no hay paga de ese día, e incluso podría hasta despedirlos —los amenazó con seriedad.

 

—Si como si fuera tan fácil encontrar gente que no huya de su mal carácter —Gabriel se alzó de hombros, pero ante la asesina expresión de su jefe se escondió detrás de Paula.

 

—¿Qué has dicho? —Sebastián arrugó el ceño dejando su vaso en la mesa con brusquedad.

 

—No vamos a faltar, así como así, nos debe vacaciones, y es por eso por lo que pensamos tomarnos el día libre —exclamó Marcos cruzando los brazos con seguridad.

 

—Pues nuestro gerente ya nos autorizó a faltar, dijo que podíamos tomarnos el día que quisiéramos solo avisando un día antes —agregó Gabriel riéndose—, además él también se va a tomar el día, eso nos dijo hoy en la mañana, se va a pasar la tarde a una playa paradisiaca.

 

Sebastián se molestó aún más al recordar que Martín, su jefe, se iba a tomar el día libre, justo el día de la entrega de un proyecto tan importante. Apretó los dientes y se quedó mirando a ambos con una expresión que aterraba a cualquiera, excepto a esos dos que están disfrutando tener a su jefe en la palma de sus manos, claro que el causante de esa actitud desafiante es el alcohol que han bebido, sino no se les hubiera ocurrido tal idea, más aún cuando es seguro que Sebastián de una u otra forma tomará represalias más adelante.

 

El ambiente se colocó más tenso ante la fría mirada de su jefe. El silencio los rodea mientras aquel no parece dispuesto a dar su brazo a torcer.

 

—Muy bien, entonces mañana Gabriel y yo... —empezó a hablar Marcos.

 

—Acepto ¿Felices? —lo interrumpió Sebastián con amargura.

 

Ante su palabra ambos empleados se contemplaron sonriendo victoriosos, solo Paula hasta ahora se ha mantenido al margen de la situación, prefiere no entrometerse en lo que planean y solo bebe en silencio. No puede evitar sin embargo observar el rostro de su jefe, aquella expresión seria, le da un aire de misterio y cierto encanto. Luego al darse cuenta de lo que pensaba se bebió de golpe el contenido de su vaso atorándose y tosiendo tan fuerte que incluso Gabriel tuvo que darle golpecitos en la espalda para ayudarla.

 

—Este es una aplicación —explicó Marcos alzando su teléfono frente a los ojos de Sebastián, quien solo alzó las cejas con fastidio—. Aquí uno introduce pruebas a su gusto y pruebas en nivel secundario. O sea, son dos selecciones, ahora estoy ingresando ambos niveles, la idea es que todos seamos parte de las pruebas, quien no cumpla pagará la apuesta. Empezaremos conmigo, a ver.

 

Aprisionó el primer botón que apareció en la pantalla y apareció el mensaje "Dile lo que piensas a.…" y luego apretó el siguiente botón que apareció en pantalla "Gabriel". Marcos levantó su mirada hacía su compañero de trabajo el cual ante su seria expresión dejó de sonreír y tragó saliva.

 

—Que si yo fuera mi hermana no tendría el mismo mal gusto que ella, eres atolondrado, torpe, te ríes por cualquier estupidez, y no mides ni lo que tomas ni comes —le dijo con severidad—. Eres apuesto pero eres un imbécil.

 

Gabriel de inmediato se puso de pie molesto y desafiante.

 

—¡¿Qué has dicho?! Tu hermana sabe que soy un hombre que...

 

—Sí como digas —replicó Marcos con gesto desinteresado mientras dirige su atención ahora a Sebastián—. Su turno, jefe.
 

Al escuchar su nombre tomó el teléfono de mala gana, y sin importarle demasiado apretó el botón. "Debe besar a.…" al leer esas palabras se quedó paralizado ¿Acaso estaba loco? No sería capaz de besar a ninguno de esos dos idiotas y menos a.… alzó la mirada hacía Paula que lo observa curiosa y endureció su mirada. Ante esto la mujer se quedó sorprendida sin entender por qué la contempla de aquella forma como si le molestara verla ahí.

 

—Vamos jefe, quiero saber a quién va a besar —se rio Gabriel.




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