Fascinado con ella
Fernando Molina cuando llegó al rancho La Belleza, lo hizo movido por el interés de una invitación donde le prometían una donación para la construcción de la universidad por la que tanto ha luchado y que debido a la traición de Cassandra dejó a un lado, pero ahora está decidido a continuar con el proyecto a toda costa.
Además, también lo mueve la curiosidad de conocer a los habitantes de rancho donde vive Susana y comprobar las malas intenciones que tiene ahora su anónima esposa. No cree en ninguna de sus palabras ni en la maldad de toda una familia.
—Lo más seguro es que ella no quiere compartir lo del rancho y eso está bien porque le pertenece y es su derecho, pero no tiene por qué hablar mal de las personas y hasta exagerar que lo quieren casar con una mujer a través de una estratagema., tendría que estar ciego para dejarse atrapar por una arpía. Con Cassandra aprendió una buena lección.
Sin embargo, hay lecciones que en algún momento de la vida se olvidan o se transforman de acuerdo con la necesidad.
Y eso le pasó al profesor Molina, cuando el agradable perfume de la joven invade sus fosas nasales y sus suaves manos acariciando de manera inocente su brazo lo mantiene distraído y hasta relajado.
—Mira— dijo ella sacándolo de sus pensamientos— esas tierras las quiero convertir en aulas para impartir clases a los niños de los peones. Sé que es muy complicado movilizar a los niños a las escuelas, sobre todo en el invierno.
Él la miró y sonrió ante aquella noble idea.
— ¿Te gustaría trabajar conmigo en el proyecto de la universidad? — dijo de repente el hombre inquieto por el extraño sentimiento que tiene desde que llegó esa mañana al rancho.
Al comienzo pensó que se debía a la expectación por conseguir la exorbitante donación y por las palabras de Susana para descubrir sus mentiras, pero ahora se siente muy atraído por aquella bella y dulce mujer que lo sujeta con propiedad y posesividad.
La mujer, al oír esa propuesta, se sintió que se elevaba como un globo hacia el cielo, que está en la gloria.
– Claro, si te interesa...— dijo él al verla tan callada.
— ¡Oh, me encanta! — lo interrumpió susurrando de la emoción —. Si, es maravilloso poder ayudarte, pero no tengo experiencia en proyectos y mucho menos en uno tan grande como el que estás llevando...
Él sonrió de manera petulante. Por culpa de ese proyecto casi destruyó su vida y ya llegó la hora de darle viabilidad y alcanzar el objetivo que se propuso en el pasado. Y necesita a alguien para que le ayude en todo, y esa mujer puede ser muy útil.
—Serás como mi asistente —dijo Molina, convencido de que ella es la mujer indicada para estar a su lado —. Me traerás documentos y llevarás. Además, deberás a ir a cenas o almuerzos de trabajo. Cosas como esas— los ojos de él se fijaron en aquel bello rostro que lo tenía muy distraído—. Y estoy seguro de que eres capaz de eso y hasta de mucho más.
Ella mostró su perfecta dentadura, una sonrisa que le iluminó hasta lo más oscuro de su alma.
—Sí, soy capaz de mucho más— las palabras fueron pronunciadas como una promesa.
Rato después todos están a la mesa y Susana sirve con mucha lentitud, esta tan débil debido a la mala alimentación que tiene temor de echarle esa comida caliente a alguno de ellos.
— ¡Oh!, hoy estoy muy feliz— dijo la mujer cuando Susana servía la sopa.
Manuela miró a su hija y sonrió.
— ¿Y eso?, mi amor— dijo con dulzura.
—El profesor Molina me pidió que sea su asistente en el proyecto de la construcción de la universidad— dijo mirando con complicidad a su padre. Como estaban marchando las cosas, los Méndez iban a alcanzar sus objetivos mucho más rápidos de lo que ellos pensaban.
Fernando analiza a la familia y se muestra amorosa entre ellos y Susana no hace nada para compartir con ellos y esto le causa cierta curiosidad. Los ojos de Molina observan el rostro pálido de Susana y el rostro con un golpe en su rostro.
Dejó escapar un largo suspiro de frustración. Si el notario y buen amigo no le confirma que ella es la verdadera dueña del rancho, jamás le prestaría su ayuda, porque además de mentirosa, también era torpe.
—Profesor Molina, ¿te gustó la comida? — preguntó Lucía amable—. La preparé pensando en ti. Me ilusioné con qué venías y cómo moría de ganas por conocerte...
Susana la miró al oírla y frunció el ceño y bajó la mirada al ver el alcance de la audacia de la mujer. Y, por eso, no vio el gesto de fastidio que hizo Fernando, lo que le demostraba a él que Susana también tenía un defecto más. ¡Ella era solo una envidiosa!
— ¡Termina de servir! — dijo Pedro, molesto con la joven—. Ya casi acabamos la sopa y tú estás dando vuelta, y solo lo haces para estar escuchando las conversaciones de la familia.
—Sí, señor— dijo Susana y Fernando frunció el ceño.
—Yo pensé que usted tenía dos hijas— dijo Molina.
Manuela miró a Pedro y frunció el ceño molesta.
—No, señor — dijo la mujer—. Yo solo he parido a mi bella Lucía, ella es la luz en este hogar. ¿Verdad?, cariño.
Pedro solo se acomodó en su silla para disimular su incomodidad, a él se le olvidó que muchos conocían a la madre de Susana y podría sacar cuenta, y se echaría a perder sus planes. Miró, de reojo a Susana, debía deshacerse de ella lo más pronto posible.
—Lucía, es la única hija que tengo— afirmó—. Susana termina ya de servir.
—Qué muchacha más incompetente — dijo Lucía con fastidio—. Pero no dejó que mamá la despida porque me duele. Ella es una huérfana que ha estado mucho tiempo en la familia. Le tengo mucha lástima.
Susana, al oír aquellas palabras con torpeza, tiró un vaso de agua sobre el ilustre invitado.