La justicia esta vez hizo su trabajo, aunque sé que si no fuera por los abogados de Heriberto, las cosas tal vez no hubieran resultado así. Dánae fue condenada a veinte años en prisión sin beneficios ni libertad condicional, por falsificación de documentos e intento de homicidio.
Aunque mi padre dice que estaba conforme, sé que en el fondo igual le duele; Danae fue la hija que crió.
—Ella fue quien decidió tomar malas decisiones —me dijo al notar mi semblante—. Pero mi prioridad siempre serás tú, mi hija, Amelia.
Si Danae no hubiera sido alguien tan egoísta y mala, todo hubiera sido distinto; tal vez nos hubiéramos podido querer como hermanas, ya que ella tampoco era culpable por el intercambio de bebés. Pero como dice mi padre, ella misma eligió ese camino.
En cuanto a los Díaz, los padres que me criaron, no supe más de ellos. Tampoco los busqué; agradezco que nunca hicieran el intento de acercarse; al fin de cuentas, no fuimos en realidad una familia.
Mi abuelo pudo compartir con mi hija durante solo tres años. Falleció un día después de Navidad; me dijo unos días antes que la abuela iría a buscarlo pronto. No lo creí. Se fue mientras dormía, con una sonrisa en su rostro. Lo lloré mucho, y sé que voy a extrañarlo toda mi vida.
Tiempo después, la señora Francisca, la mujer que me dio a luz, volvió. Quiso hablar conmigo, pero no pude aceptarla; sé que solo quería convencerme para retirar los cargos contra Danae. Tampoco le permitimos acercarse a nuestra hija. Es mejor mantener a la familia que causa daño lejos.
En cuanto al abuelo de Heriberto, mima mucho a Rocío, la ama como a nadie. Y aunque ella se parece mucho a su padre, físicamente, todos dicen que su personalidad es más parecida a la mía. Con sus cinco años corre por todos lados y no parece agotarse; le ha sacado hasta canas verdes a nuestra pobre ama de llaves.
Alan suele visitarnos seguido; Rocío ama que traiga a su perro, aunque yo sigo escapando cada vez que lo veo cerca.
Pude terminar mi carrera, y ahora trabajo en mi profesión; no es fácil compatibilizar mi vida de profesional y madre, pero Heriberto siempre está ahí para darme su apoyo.
Soy feliz, sí. De una manera que nunca lo imaginé. Lo repito ahora viendo el resultado de la prueba de embarazo que acabo de hacerme.
—¡Seremos padres otra vez! —exclamo corriendo hacia donde está Heriberto.
Me alza en sus brazos, feliz; hasta Rocío aplaude emocionada de tener un hermanito.
La vida sigue, y cada uno decide su camino. Mientras algunos se lamentan de sus decisiones, otros, en cambio, ven los frutos de su esfuerzo. El reloj seguirá girando, habrá un nuevo amanecer cada día, y las alegrías y tristezas vendrán. El destino escribe nuestras vidas, pero somos nosotros quienes al final decidimos qué camino tomar.
*********************
NOTA: Muchas gracias por llegar hasta el final de esta historia. Les quiero agradecer haberme acompañado en cada capítulo; en verdad fue muy lindo ver todos sus comentarios, y ver cómo disfrutaban de las locuras de Amelia y de nuestro clasista favorito, Heriberto.
Ha sido un gusto y un honor. ¡¡Gracias!!
Espero que les haya gustado leer 'Mi feliz matrimonio forzado'.
Saludos.