Mi jefe y su hijita

Episodio 11

ALINA

Me siento junto a la niña, que está cabizbaja y claramente molesta con su padre. No sé qué decirle ni cómo aliviar la tensión, porque realmente no tengo experiencia con niños. Sé cómo negociar, cómo convencer a hombres obstinados para que firmen contratos. Sé cómo crear buenas aplicaciones, pero cómo tratar con niños... eso no lo sé. Por alguna razón, me parece mucho más difícil que hacer aplicaciones.

— Ley, cielo, ya que tenemos que estar juntas, ¿por qué no aprovechamos el tiempo? — le propongo tímidamente.

— ¿Aprovechar el tiempo? ¿Cómo? — me mira con los ojos llenos de lágrimas, molesta.

— Pues, para que nos divirtamos y no nos aburramos — le explico y enseguida pregunto — Dime, ¿qué te gusta?

— ¿Qué importa si primero tengo que hacer la tarea? Siempre lo hacemos así con la niñera: primero la tarea, un pequeño descanso y luego lectura adicional, y después la salida — dice la niña, sonándose la nariz y frunciendo los labios con desagrado — Es aburrido. Y papá no está, yo pensaba que hoy iba a pasar tiempo conmigo, pero se fue… — se queja Ley.

Me da pena la niña. Es triste cuando los padres tienen poco tiempo para sus hijos. Me pregunto dónde estará su madre... pero eso no debería importarme.

— Bueno, Ley, yo no soy tu niñera, y podemos cambiar ese horario. Al menos hoy — le propongo insegura, sin saber si aceptará.

— No podemos. Albina Viktorivna lo supervisa todo — dice secándose las lágrimas.

Resoplo. No sé cómo tratar con niños, pero un horario tan estricto no me gusta ni a mí. No es extraño que la niña esté rebelándose. La observo atentamente y pregunto:

— Ley, ¿vas con papá a cafeterías infantiles?

— Sí — me mira con ojos grandes.

— Dime el nombre y cuando llegue el chofer, iremos a la cafetería — le propongo.

— Pero el chofer Semén se lo contará todo a Albina Viktorivna — me advierte.

— No importa — le respondo.

— Pero, Alina Volodimirivna, papá luego se va a enojar con ustedes — vuelve a advertirme muy seria la pequeña.

Pues que se enoje.

Lo pienso para mí, tal vez cambie de opinión sobre que yo sea la asistente.

— Esperemos que pueda llegar a un acuerdo con él.

— ¿Y si no puedes? — parpadea desconcertada.

— Seguro que se me ocurrirá algo — le aseguro con convicción a la hija de mi jefe y enseguida aclaro: — ¿Entonces, vamos a la cafetería?

— Vamos — acepta y, mirándome fijamente a los ojos, pregunta — ¿Me dejarán jugar con los niños? Al menos por el tiempo que dura una clase — me pide con esa mirada dulce.

Sonrío y accedo.

— Te lo permitiré.

La niña suspira y expresa su esperanza:

— Ojalá papá no se enoje por romper el horario…

— Cielo, no te preocupes, todo estará bien — la tranquilizo y le pido: — Mientras esperamos al chofer, leamos un poco más.

— ¡Vamos! — acepta con entusiasmo y se levanta para ir a buscar su mochila que le dejaron en uno de los sillones.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.