Mi mejor decisión

Seis. PLANES.

«Si, padre, eso es lo que tú sabes hacer, arruinarlo todo a tu paso» pensó Gisela mientras miraba a su padre intentar localizar a Christopher.

—Vete a casa y ya sabes lo que tienes que hacer Gisela, no lo arruines, faltan solo unos meses. Le haré creer que debe ganarse tu perdón, actúa como tal, le haré creer que le cederé mi puesto y así lograr los objetivos.

—Está bien padre, haré lo que dices —recogió su bolso de mala gana.

Gisela había salido, esperó en dónde observaba con tristeza al hombre que hacía de chofer, el hombre al que amaba y al que había renunciado por ambición, por apoyar los planes de su padre.

—¿A casa señorita? —preguntó Samir con evidente molestia.

—Sí, Samir, ¿crees que podamos hablar antes de que me lleves a casa?

—No tenemos nada de que hablar, señorita Gisela.

—Por favor, Samir te echo de menos … Yo te amo, y lo sabes, sabes que no tuve otra opción; sin embargo, mi corazón te pertenece, mi amor es para ti.

El hombre permaneció en silencio, no por mucho tiempo, aquellas palabras fueron suficientes para desviar la dirección en que se dirigían.

—Dime algo por favor Alice —insistió Matt.

Alice lo miró con tristeza, no tenía nada que decir, su bebé estaba bien, ambos estaban bien, Matt conducía a su casa después de haber salido del centro médico, Alice apenas había hablado, habían ido a tomar su declaración, el accidente sería materia de investigación.

—Alice perdóname, no pensé que todo resultara así, mi intención era ayudarte.

—Lo sé, Matt, no estoy molesta contigo, sé que solo querías ayudar, estoy molesta conmigo, no te escuché, no fui lo suficientemente atenta para entender las señales, me enamoré y me entregué como una idiota, ahora debo asumir las consecuencias.

—No, Alice, no eres culpable de su cobardía, no lo eres, tu único error fue enamorarte del hombre equivocado.

—¿Qué voy a hacer ahora, Matt? —preguntó con los ojos llenos de lágrimas—. La floristería era todo, mis ahorros estaban ahí, Matt sé que es material, pero tú sabes lo que me costó conseguirlo.

—Lo levantaremos, Alice lo haremos juntos y será mucho mejor que antes, solo ya no llores, tienes que ser fuerte.

—¡Gracias! —se incorporó en la silla, quedándose en silencio de nuevo.

Matt la miró y apretó la mandíbula, pensó que algo debía hacer, no permitiría que las cosas terminaran así, para la mujer que amaba.

Christopher conducía molesto y algo bebido, lo que había hecho no lo sentía como lo tenía planeado, una sensación que no se explicaba lo tenía con un nudo en la garganta.

«No tiene que importarme, solo fue diversión, una tonta que se enamoró, que me dio lo que nunca he tenido, sí, por eso te sientes algo culpable, pero no debes permitirte esos sentimientos Christopher, tienes cosas más importantes que pensar que en esa tonta y su floristería».

Christopher no podía sacarse la idea de que había exagerado, el había sido testigo del proceso, de las altas y bajas, recordaba la emoción con la que Alice le hablaba de sus proyectos, la ilusión con que le hablaba de su floristería, misma que él en su enojo había destruido.

«Tú eres culpable, tú y ese bastardo que esperas, pensé que eras especial, por algo fuiste mi aventura más larga, pero lo arruinaste Alice, lo arruinaste»

En medio de sus pensamientos, Christopher no supo en qué momento había llegado al lugar que pensaba pronto ocuparía.

Sus pensamientos de culpa desaparecieron una vez que vio el enorme edificio, con más de 15 oficinas bajo el mando de su suegro y en las que él pretendía mandar al ser sucesor.

Ignorando ser el legítimo heredero de aquel y muchos otros lugares, Christopher subió al ascensor a visitar al hombre que lo hacía sentir más cerca de ese deseo de tener poder, de ser más que un simple empresario.

—Adelante —dijo Eulises al sentir tocaban a su puerta.

Los hombres estrecharon sus manos, sin dejar notar la hipocresía que aquella relación escondía, cada uno con sus propósitos al tolerar al otro.

—Supongo que vienes a verme por lo que ya sé, mi hija estuvo aquí, tuve que convencerla de que solo había sido cosa de una noche. Christopher, yo te puedo entender y hasta excusar una aventura de una noche, pero un año, qué demonios significa, ¿crees que permitiría que alguien tan poco inteligente sea mi sucesor, que continúe con mi hija? Sí… no me mires así, sé que esperas ser mi sucesor.

Christopher estaba sorprendido, pero no le extrañaba, sabía que sus intenciones algunas veces eran evidentes.

—¿Cómo supiste lo de mi aventura, Eulises?

—Un tipo vino a verme, amigo de la mujer esa, ¿sabes lo que un escándalo como este le haría a mi imagen, a mi familia? ¿Cómo carajos pudiste sostener una aventura de un año?

—¿Qué más te dijo? —preguntó  para descartar que supiera lo del embarazo.

—Nada, solo quiso darme a conocer que le eres infiel a mi hija, ¿qué más debió decirme el tipo ese? Christopher, no me digas que embarazaste a esa mujer.

—No, no, como crees, solo fue una aventura —respondió rápidamente, ante su seguridad de que se desharía del problema.

—¿Una aventura? No me creas estúpido Christopher, una aventura no dura un año, algo sientes por esa mujer. ¿Estoy en lo cierto?

Christopher se quedó callado, el mismo no tenía una respuesta de porque había tardado tanto aquella relación, las muchas mujeres a su paso eran cosa de una noche, de una semana cuando mucho. 

Alice le había ofrecido algo que no conocía, no solo le había entregado su inocencia, su amor, su confianza, Alice lograba hacerlo feliz, olvidar por ratos lo que deseaba, la sentía como su lugar favorito y por ello nunca le había cancelado una cita, Christopher siempre tenía tiempo para ella, no por como la hacía sentir, sino por como él se sentía al lado de esa mujer que aunque lograba hacerlo sentir especial y amado, no era suficiente, su ambición era más, él conocía un mundo y aunque lo que Alice ofrecía y le había permitido conocer le gustaba, no estaba dispuesto a perder lo que deseaba por lo que ella ofrecía.




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