Mi mejor decisión

Ocho. DESAHOGO

—Hola Alice —repitió Christopher con cierta alegría, después de ser ignorado la primera vez.

Alice tenía el rostro agachado, su dolor y decepción se hicieron más intensos al escuchar en la voz del hombre en que puso su confianza, la felicidad que ella esperaba notar al revelarle serían padres.

Alice levantó el rostro y lo miró con frustración, no tenía necesidad de fingir, estaba destrozada, le extendió el falso expediente médico.

Él lo leyó y creyó todo, ella pudo notar lo que le satisfacía.

—Acércate, acércate Christopher y mírame, mírame y acaba de destruirme. Mírame y dime qué mi desgracia te hace feliz… Dilo Christopher, hazme entender cuál fue mi error, cuál fue el error de mi bebé. Convence a mi corazón del monstruo que eres.

Christopher abrió la boca con la intención de hablar, en su lugar suspiró y la miró sintiendo de nuevo esa sensación que creyó había desechado.

—¡Alice lo siento! Pero hay cosas que no pueden ser, no es por ti, por tu hijo, solo no podía ser.

—¿Qué sientes? Vamos Christopher, dime que es lo que sientes… ¿Haberme humillado y burlado durante un año o habernos tratado como tus enemigos? Responde, no te quedes callado, necesito saber que puede ser más importante que la vida de mi bebé, iba a alejarme, tengo el valor y suficiente amor propio, te pedí, te prometí que no seríamos problema.

—Alice era lo mejor, tú podrás continuar con tu vida, incluso podemos darnos una oportunidad si así lo deseas.

—¡Por Dios! ¿Qué clase de persona eres? ¿Darnos una oportunidad? Estás enfermo, jamás voy a perdonarte, no solo me destruiste a mí, a tu hijo, sí, porque era tu hijo, lo hiciste con mis sueños, me estás quitando todo, ¿ese fue el precio por amarte? ¿Por qué? ¿Por qué no me dijiste que amarte tenía un costo tan elevado? Christopher, ¿por qué tenías que hacerme sentir tanto? No planeé embarazarme, pero no es justo, si solo era un juego, debiste alejarte cuando tuviste suficiente, pero soy tan culpable como tú de haberle dado a mi bebé un monstruo por padre, nunca debí amarte tanto.

Alice lo miró con los ojos llenos de lágrimas, Christopher pudo ver el dolor en su rostro, sentirlo en sus palabras, Christopher creía que su ambición iba más allá de todo, incluso que el amor, pero en ese momento lo estaba dudando, escucharla, le estaba causando sentimientos inexplicables, tantos que al sentir y convencerse de que había logrado su objetivo, quiso marcharse, no pudo con el sentimiento de culpa.

—Eso es, vete, vete como el cobarde que eres —dijo y él se detuvo dándole la espalda.

—Era lo mejor Alice, lo superarás, serás feliz.

—De eso estoy segura, sé que lo lograré, porque incluso cuando tu cobardía intentó destruirme, me levantaré y continuaré con la frente en alto, sabiendo que hice por mi bebé lo que pude, pero tú… Tú un día te levantarás y lo lamentarás, ¿sabes por qué? —preguntó con la voz quebrantada.

Christopher se quedó en silencio y sin girar a mirarla.

—Sé hombre, por una vez, sé un hombre, mírame a los ojos —exigió elevando la voz.

Christopher tragó grueso, no entendía sus sentimientos y mucho menos su comportamiento, quería huir, quería marcharse, al tiempo que sentía la necesidad de escucharla.

—¿Por qué? —preguntó obedeciendo ese extraño sentimiento y girándose ante la destrozada mujer.

—Porque era tu hijo, un bebé inocente, porque yo… Yo te amé como nunca nadie te amará, confíe en ti, tanto que hubiera entregado más de lo que tenía y era, tú me estás quitando todo, Christopher te entregué todo, incluso mis ojos, me cegué y te defendí incluso ante la razón, te amé tanto que mi castigo a ello ha sido de la magnitud de ese amor. Mírame y lleva este permanente recuerdo, porque hoy me estás destruyendo, pero un día no tendrás necesidad de preguntarte qué estás pagando.

—Era necesario —repitió cuál grabadora el hombre.

—¿Necesario? —preguntó ella con una risita que indicaba burla y dolor—. Dime qué es por la salvación del mundo, dime cuántas vidas estás salvando a causa de mi sufrimiento, dímelo y lo entenderé, y perdonaré tu decisión por dolorosa que sea.

—Lo siento, Alice, no podía ser, quise hacerlo por las buenas, per…

—Eres un cobarde, disfruta la satisfacción que te causa esto, graba en tu mente cuál tatuaje esto que estás haciendo y pretendes dejar atrás, recuérdalo, porque un día vas a lamentar tu decisión, estarás en mis zapatos. Espero que tus motivos valgan la pena.

—Lo vale Alice —tuvo el descaro de responder al recordar sus planes.

—¿Vale la pena? —sintiéndose desdichada quiso saber—. Vete Christopher y gracias por la lección.

Christopher se quedó inmóvil mirándola.

—Lárgate, vete ahora —gritó señalando la salida.

Christopher reaccionó, sacudió su cabeza, la miró una última vez y sin entender sus emociones salió del lugar.

Alice sacó la almohadilla y la llevó contra su rostro, ahogando en ella dolorosos gritos. Matt entró al ver a Christopher salir, en silencio se acercó y la abrazó.

—Me duele tanto Matt, no tienes idea de cómo me siento, ¿Cómo pudo? Matt vi alegría en su rostro, esa estúpida alegría que esperaba ver al decirle que seríamos padres, mi único error fue amarlo, ¿por qué solo no fue honesto? ¿Por qué tuvo que agregarle tanta sal a mis heridas? Matt si solo me hubiera engañado, eso sería fácil de olvidar y superar, pero cómo me convenzo de que no es mi culpa, como hago para entender que por quién estuve dispuesta a renunciar a todo si me lo pedía, simplemente me destrozó, la vida de mi bebé no le importó, le hablé de mis sueños, de mis ilusiones y pisó todo eso, si me hubiera dado la opción de escoger ser su amante, sabría que es mi culpa, pero hizo todo para convencerme de que era real, no te creí, no creí a la realidad, me cegó su amor Matt.

Alice apretó la mandíbula buscando dejar de llorar.

—Quisiera poder tener las respuestas, sé lo que duele y te puedes permitir llorar, Alice, pero recuerda que tienes un motivo por el cual ser fuerte, yo estaré para ti, vas a lograrlo, eres una mujer maravillosa, y te aseguro que ese tipo lo sabrá, y lo lamentará, no te preocupes tú diste todo, tu error fue tu excesiva confianza combinada con tu amor por él. Pero no tienes nada de que sentirte culpable.




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