Mi nueva historia de la vida en otro mundo (volumen 1)

004 Irene Kirilyan

004

Ya en el centro de la ciudad, el carro despachó a Takeshi.

‘Así, que este es como aquellos mundos de fantasía, ¿no?’

Miró a su alrededor.

‘Cuánto bullicio. Ah, ¡increíble!’

Luego de contemplar, fue atropellado por alguien.

“¡Fíjate por donde andas!” Exclamó Takeshi. Luego, se arrepintió cuando vio darse vuelta a aquella mole. E incluso, venía con una espada.

“¿Cómo dijiste?”

“¡Nada, nada!”

Y se marchó, dejando a Takeshi con no sino un terror inexplicable.

Cuando se compuso, comenzó a dar vueltas por el lugar.

Era la plaza del mercado. Los puestos llenos de gente, con todo tipo de bienes a la venta: Víveres, comida, armas, pociones... incluso algunos magos itinerantes vendían libros de hechizos y demás. Hasta había incluso otros vendiendo toda clase de animales.

“Y ahora... ¿qué haré?” Dijo Takeshi mientras se sentaba en uno de los canteros con plantas. “Estoy solo, en una ciudad que no conozco, en un país que no conozco... maldición, ¡en un mundo que no conozco! ¡Esto es terrible!” Exclamó.

Miró a su alrededor, a ver si podía encontrar algo para hacer. Pero no lo creía posible.

Se recostó en el cantero.

“Ah... una aventura sería algo interesante... pero ya veo que es algo imposible...”

Era ya mediodía, y él tenía hambre.

Se levantó, y se dirigió a uno de los puestos del mercado donde servían comida.

Estaba haciendo la fila, cuando oyó algo de agitación más adelante.

“No, jovencita. Ya le dije que no conozco a ningún Erasmus. Perdone no poder ayudarla, pero es como es.”

“¡Por favor, señor! Me dijeron que la última vez que lo vieron fue por aquí. ¡Dígame si lo vio! Le repito: Tenía cabello castaño...”

“¡Lárguese, señorita! ¡Está estorbando a los demás!”

La chica, que traía un manto gris y ropa ciertamente refinada, fue a sentarse al cantero, enojada.

“Ah, maldita sea. ¿Por qué pasó eso?”

“Necesitas ayuda?” Preguntó Takeshi, que se había acercado a ver qué ocurría. “Te noté desesperada.”

La chica se quitó la capucha, revelando una larga cabellera dorada. Takeshi se sorprendió.

“Ah—“

“No creo que pueda serme de mucha ayuda... Agradezco, de todas formas, su preocupación.”

“Insisto... dime...”

“Está bien, disculpe. No se preocupe—“

“Es tan fácil como decirme que le ocurre. Si no quiere que me preocupe, entonces, déjeme ayudar.”

La insistencia de Takeshi molestó a la chica.

“Ah, ¿sí? ¿Por qué debería? Le dije ‘está bien’, significa que está bien.

“Pues... disculpe...”

“Y, ¿sabe qué? Yo, Irene Kirilyan me encargaré de esto.”

‘Vaya manera de presentarse...’

“Eh... aun así, señorita Kirilyan, quiero ayudar.”

Irene se mostró desconfiada.

“¿Y por qué insiste tanto? ¿Qué quiere a cambio?”

“Pues, a decir verdad, no quiero dinero ni nada. Solamente quiero salir de aquí. Lléveme con usted.”

Irene levantó una ceja.

“¿Un perdedor sin trabajo, casa, familia ni nada?”

Takeshi se mostró bastante afectado por esas palabras.

“Creo me definió muy bien...” 

“En ese caso, no sé cómo pueda serme de utilidad.” Dijo ella, mientras se cruzaba de brazos.

“Pues... dos cabezas piensan mejor que una sola, ¿no? Además, podemos... esparcir la búsqueda” Dijo Takeshi, en un tono seguro y confiado.

Irene dejó escapar una reservada sonrisa.

“Tienes coraje...”

“¡Coraje es mi segundo nombre!”

“Tampoco exageres... vamos.”

Y ambos partieron por la calle que bajaba a la plaza.

“Por cierto, ¿cómo te llamas?”

“Takeshi Mitsuhara. Ese es mi nombre.”

“Curioso. Exótico. Extraño. ¿Eres de las provincias del sur?”

“Ah... ¿Por qué todos preguntan eso?”

“¿Ya conoces a otras personas?”

“Pues, sí, algo así. Vengo del monasterio de Lidda. Y creyeron que era uno de los refugiados del sur.”

Irene suspiró.

“Ah... terrible aquello que ocurre en las provincias del sur. Realmente terrible...”

“¿Qué pasa?”

“Nadie sabe. Un día, se abrió un portal al Reino Blanco, y todo se cubrió en cenizas y polvo. Luego una nevada. Luego, engendros de aquella dimensión invadieron. Las tropas imperiales combaten para mantener lo poco que ha quedado en pie. Horrible. No pasará mucho hasta que lleguen a Aurelia, la capital.”




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