007
“Ah~ ¡Vamos! Contesten por favor~~~”
Una mujer de un largo cabello negro les apuntaba con una daga de oro.
“Saben... invadir una propiedad y no saludar, ¡está mal! Como las reglas de la etiqueta me avisan, su castigo será... ¡La muerte!”
Lanzó la daga, pero fue detenida por Irene.
“¿Quién eres?” Preguntó Irene.
“Ah~ una Kirilyan~ ¡Pero qué lindas víctimas me han traído! Un fresco y vibrante joven... ¡Ah~!”
Pasó su lengua por sus labios, y luego su mano, como lo haría un gato.
“Me llamo, ¡Alyssa Mont Blanc, sirviente de la diosa Ai Talino! Y ahora, ¡caerán ante mí!”
“Ai Talino...” murmuró Irene. “Se ve que empezamos a pagar la deuda de nuestro ancestro.”
La daga de Alyssa volvió a su mano, cortando por el aire, e inmediatamente se lanzó contra ellos. Irene detuvo el ataque, pero cayó debido a la fuerza.
“Corre, Takeshi. Yo me encargo de esto. Debes llegar a la mansión Kirilyan,”
“¿Estarás bien?”
“No estoy sola. Descuida.”
Luego de esto, juntó sus manos en plegaria.
“¡Ven a mí, gran espíritu!”
Y un ave de algún tipo apareció en su hombro. Era como una cacatúa o algo.
“¡Cuánto tiempo, mi señora!”
“Desgraciadamente, no tenemos tiempo para hablar, Flint. Tenemos que vencer a esta loca.”
“¡Como ordene! ¡Ráfaga!”
Una ráfaga de viento sopló en contra de Alyssa, y esta cayó unos metros delante de Irene, pero se compuso rápidamente, y volvió al ataque. Y en ese entonces, se desató una pelea entre ellos.
“¡Vete, Takeshi!”
Takeshi subió rápidamente por la trampilla, y subió al primer piso. De ahí, saltó por aquella ventana, ante la mirada de dos o tres transeúntes. Y luego, comenzó a correr.
“¡La mansión Kirilyan, la mansión Kirilyan!”
Bajó por la calle a toda velocidad, pasando el puesto de guardia. Fue a la plaza, donde estaban estacionados algunos cocheros.
“¡Necesito alguno que me lleve a la mansión Kirilyan!” Dijo, agitado. “Lo más rápido que puedan!”
“¿La mansión Kirilyan?” Preguntó uno de ellos. “¿Para qué?”
“No puedo explicarlo, ¡No tenemos tiempo!”
Justo cuando dijo eso, se oyó una explosión.
“¡¿Lo ven?!”
“Yo te llevaré.” Dijo uno de los cocheros, un hombre musculoso, de mediana edad. “No te cobraré mucho.”
“Bien, ¡gracias!”
“Sube.”
Cuando subió, pudo ver brevemente que el combate entre Irene y Alyssa había llegado a la plaza.
‘Maldita sea.’
El cochero se subió al coche, y comenzó a dar rienda a las bestias. Y comenzaron pronto a moverse.
“¿Para qué necesitas ir a la mansión Kirilyan?”
“Llevo órdenes de la señora Irene Kirilyan. Debo llegar cuanto antes, para notificarlos de lo que descubrimos.”
“Sí, oí las noticias. Aparentemente hay problemas en su casa. Qué desafortunado.”
“Por eso, ¡debemos llegar rápido!”
“¡Descuida, muchacho! Yo, Hillarius Függert, ¡soy el cochero más rápido del imperio!”
“Creo que eso es un barato intento de propaganda, ¡pero no importa! Tendré que confiar en ti.”
“Tú solamente, ¡déjamelo a mí!”
Hillarius golpeó las riendas, y aumentaron la velocidad. El coche daba saltos por el camino, y se oían los gemidos de las bestias, y los sonidos de Hillarius alentándolas.
“Llegaremos en quizás media hora.”
“Es bueno saberlo.” Dijo Takeshi, intentando relajarse.
Se asomó a una de las ventanas, y podía ver cómo, lentamente, el paisaje de la ciudad era reemplazado por un bosque. Y el camino se iba convirtiendo en una huella de tierra.
“Por cierto, ¿cómo te llamas?”
“Takeshi Mitsuhara.”
“¿Eres de las prov—
“No, no soy un refugiado de las provincias del sur ni nada por el estilo. Ni siquiera sé por qué estoy aquí.”
“¿Tienes depresión o algo así?”
“¡No! Es solamente que, ah... es demasiado largo explicarlo.”
“Ya veo... Pero estás bien, ¿no?”
“¡Yo sí! Ahora solamente necesitamos llegar.”
“¡De eso me encargo!”
Luego de un rato, estaban ya en medio del bosque, con Hillarius conduciendo a toda velocidad. De repente, una pila de troncos rodó contra el carro, haciendo que las bestias tropiecen, lanzando a Hillarius por los aires y estrellando el carro.
“¡Maldición!” Exclamó Takeshi.
Luego de que el carro diera contra unos árboles, Takeshi salió. Podía apenas moverse, debido a las sucedidas contusiones que acaecieron. Dio un salto al suelo, y pudo contemplar a cinco encapuchados rodeándolo. Vestían una túnica negra, y tenían espadas en su cintura. Detrás de ellos, apreció la hermana Thessalia, vistiendo una capa negra, y sin su velo.
“¡Vaya, al fin te encuentro!” Dijo de forma entusiasta. “Me ha llevado tiempo hasta que te separaste de la Kirilyan, pero... ¡estás aquí!”
“He-hermana...” dijo Takeshi, adolorido por los golpes.
Ella se acercó a él.
“Thessalia, para ti. Y sí, soy la misma que viste.”
“Por... qué...”
Thessalia se arrodilló, poniéndose a nivel de Takeshi. Y le tomó por el cuello de su camisa.
“Tu esencia, es detestable. ¡Repugnante! Eres malvado. ¡Un seguidor de Ai Talino, ni más ni menos! Y esa, esa marca...” tocó la cicatriz en su frente “¡esa marca lo confirma!”
Lo arrojó, y Takeshi cayó al suelo de un golpe seco.
Se pudo poner en sus cuatro extremidades, y justo a tiempo para, a duras penas, esquivar una embestida con espada de Thessalia.
“¡Sucio adorador de dioses paganos y malvados!” Exclamó Thessalia. “¡En el nombre de la luz, te haré caer!”
Le dio una patada en la cara, y se acercó a él. Colocó su pie sobre el costado de su cabeza, y preparó su espada para darle el golpe de gracia a Takeshi.
“Y, aun así, siento la sucia presencia de tu diosa, ¡Y eso me enfurece aún más! ¡Muere, sucio cerdo! —
“¡Ulan Glacia!”