Mi nueva historia de la vida en otro mundo (volumen 1)

012 Una maestra elemental

012

Smyrna acomodó algunas cosas de la habitación. Guardó su diario en el cajón del escritorio, y se sentó en la cama. Juntó sus manos, y dijo unas plegarias. Sostenía en sus manos el pendiente de Thessalia. Aún no superaba lo que ocurrió hacía unas horas.

Oyó unos golpes en la puerta.

“Señora Smyrna, soy yo, Palmyra. Vengo a llevarla con mi amo.”

“Eh, ¡Sí!”

Se alistó apresuradamente.

Luego de peinarse, ató un rodete, y se colocó un velo sobre su cabello.

Abrió la puerta.

“Señora Smyrna, ¿no recibió la muda de ropa?”

“D-disculpe, pero... tengo que usar mi hábito...”

“Es entendible, señora Smyrna. Sígame, por favor.”

Palmyra llevó a Smyrna por el pasillo, dando vuelta en el pasillo que seguía luego de las habitaciones. Allí había otra escalera. Subieron, y llegaron a un pasillo más amplio, donde lo primero que se veía era un salón gigantesco, y luego varias habitaciones. Al final, había una puerta doble, negra. Palmyra golpeó tres veces.

“¿Palmyra?”

“Sí, señor. Soy yo. Vengo con la señora Smyrna.”

“¡Pasa, por favor!”

Palmyra abrió las puertas y le indicó a Smyrna que entre.

Ya dentro estaba Innokentios, leyendo un libro.

“¡Toma asiento, Smyrna!”

Se acomodó en su silla, apoyó sus codos sobre la mesa, y aclaró su voz.

Smyrna hizo como él dijo, y tomó asiento en una de las sillas del frente.

“Déjanos a solas, Palmyra. Ve, y ayuda a Syria con la cena.”

Palmyra hizo una reverencia, se retiró y cerró la puerta.

“Y bien, Smyrna, ¿cómo está? ¿Ha podido relajarse?” Preguntó Innokentios, tratando de comenzar la conversación.

“Eh... Sí, sí.” Dijo Smyrna, nerviosa.

“Relájate, ¡no muerdo!” Dijo Innokentios, sonriendo.

Smyrna trató de replicar la sonrisa, mas no pudo evitar mostrarse algo forzada.

“Dime, Smyrna... ¿cómo conociste a Takeshi?”

“P-por... casualidad.”

“¿Casualidad?”

Smyrna asintió

“Mhm. Lo conocí en Lidda. Me agradó... y eso.”

“¿Qué relación tienes con él? Si se puede saber, claro” Preguntó Innokentios, de manera inquisitiva.

“Pues... Ehm... Digamos que es mi protegido.”

“¿Tu protegido? ¿Cómo es eso?”

“¡Pues!... Tiene un pacto conmigo... según el cual yo lo he de proteger...”

“¿Por qué es eso?”

Smyrna tragó saliva.

“Pues... instinto.”

“¿Instinto?”

Smyrna frunció el ceño levemente.

“Di-disculpe, pero... espero no me haya convocado para una sesión de preguntas...”

“No, no. Nada mas es... por seguridad.” Dijo Innokentios, acompañando sus palabras con sus manos. “Solamente... quiero saber más de Takeshi, por tanto, pregunto de alguien en quien sé que puedo confiar. Él parece un extranjero. Completamente foráneo.”

Smyrna aclaró su voz antes de responder.

“Takeshi... es de confiar. Tiene un cierto brillo, un brillo hermoso.”

“Pero también tiene aquella aura, ¿cierto? Usted también pudo percibirla...”

Smyrna asintió.

“Aún no me ha dicho qué es. Pero su corazón es puro...”

“Tenemos un problema, hermana. Los adoradores de la bestia... creo que planean traer de vuelta a Ai Talino... Si eso ocurre, tendremos problemas.”

“¡Los adoradores de la bestia nada tienen que ver con Takeshi!” Exclamó Smyrna, enojada.

Innokentios la miró, sorprendido.

“Nadie está atacando a Takeshi, hermana. Descuide. De todas formas... he de pedirle algo.”

“¿Qué será?”

Innokentios sonrió.

“Pues... debido a la gravedad de la situación, y considerando que es usted una maestra de su elemento... le pediría que me enseñe. A manejar el hielo. Por favor.”

Smyrna lo miró seriamente. De repente, su disposición taciturna se convirtió en una mirada dura.

“¿Desea eso?” Preguntó, con un tono de ligera hostilidad.

“Este... sí, sí. Quisiera un poco de su ayuda, hermana. Ya ve... que es por la causa. No sería tan grave...”

Smyrna se mordió el labio.

“¿En serio...?”

“Sí, hermana. Descuide. Somos aliados, después de todo. Prometo hacer todo lo que usted diga. ¿Quiere que guarde un secreto? Bien, lo haré. ¿Quiere que cumpla alguna tarea engorrosa? Bien, lo haré. Si hay algo que caracteriza a un Kirilyan, hermana, es que nosotros siempre cumplimos...




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