015
A medida que le cerraban más y más el paso, Takeshi pensaba que tenía que intentarlo, y correr abajo a pedir ayuda. Analizaba los espacios entre ellos, cuán rápido podría él correr, y eso.
‘La única pregunta es que haré luego...’ Pensó.
Luego, se percató de un detalle: Tenían atuendos diferentes. Eso podría ser un indicador de que pertenecían a facciones diferentes.
Mientras ellos se acercaban, recordó otra de las instrucciones que le habían dado al llegar.
“¡La campana!”
Corrió hacia su cuarto y tomó la campana que estaba sobre la mesita, haciéndola sonar.
“¡Palmira! ¡Syria! ¡Alguien!”
Salió al pasillo, a ver como avanzaba la situación, y, como se le había prometido al llegar, pudo ver un destello correr a toda velocidad por las escaleras, sobrepasando a los sorprendidos atacantes. Con su traje y todo, Syria llegó a él.
“¿Qué ocurre, señor?”
“¡Mira!”
Syria miró a ambos lados.
“Oh. Vaya. Esto es grave.” Dijo, en su típico tono monótono.
“¡¿Sólo eso dirás?! ¡Llegaste aquí de la nada, unos tipos están por atacar, y tú solamente ‘oh, es grave’!”
Syria suspiró.
“Me levanta de mi cómodo sueño, me trae a todo este lío, ¿y encima espera que pueda reaccionar? Señor, usted es muy exigente.”
“¡¿Qué haremos?!”
Syria lo tomó de la mano.
“Agárrese bien. No quiero que salga lastimado.”
Takeshi temblaba. Agarró su mano con las dos suyas, y Syria se preparó, e hizo lo que hizo para llegar hasta ahí. Así lograron llegar a la planta baja.
“¡¿Cómo haces eso?!”
Syria se acomodó su ropa.
“Esto es grave, definitivamente. La mansión está rodeada.”
“¿Ro—deada?”
Syria asintió.
“Mhm. Sí. Hice un reconocimiento rápido del lugar. Estamos rodeados.”
Una sombra apareció junto a ellos. Era Palmyra.
“Sí, Syria. Estamos rodeados. Hay que avisar al señor Innokentios.”
“¡¿Cómo sabes de todo esto?!”
Syria y Palmyra se tomaron de la mano, y lo miraron.
“Usted jamás podría entenderlo.” Dijo Palmyra.
“Sobre todo no podrías con su minúsculo cerebro.” Dijo Syria.
“¡Dejen de ser tan crueles!”
Se separaron.
“Como sea.” Dijo Syria. “Despierta al amo, yo me quedaré y cuidaré del señor bueno para nada.”
“Claro, Syria.”
Palmyra desapareció otra vez en la penumbra.
“¿Qué haremos nosotros?” Preguntó Takeshi.
“Esperar.” Dijo Syria. “No podemos hacer nada sin las órdenes de mi amo.”
“¡Pero corremos peligro!”
Syria negó con su dedo.
“No. Bueno, no sabemos, pero no nos pueden hacer nada. Son unos lacayos, nada más.”
“¿Lacayos?”
Syria asintió.
“Mhm. Es más: Creo que habrá una confrontación entre ellos. Son de facciones distintas. Los de la túnica negra son de la Orden de la Luz, y los enmascarados son los Asesinos.”
“¡¿Y por qué vinieron ambos grupos?!”
“No lo sé. Pero pronto lo averiguaremos.”
Finalmente, llegó Palmyra, con Innokentios, e Irene. Innokentios parecía haberse arreglado. En cambio, Irene estaba aún en su ropa de dormir.
“Conque eso...” Dijo Innokentios. “Debemos enfrentarlos.”
Ruidos se oían en el piso superior. Golpes.
“Ahh... Qué remedio. Supongo, que luego les pasaré factura por daños a la propiedad...” Dijo Innokentios, algo somnoliento. “Palmyra, acompáñame. Pondremos a salvo a la hermana Smyrna.”
“Sí, amo.”
Palmyra tomó de la mano a Innokentios, y ambos desaparecieron.
Irene bostezaba y se refregaba los ojos. Takeshi se acercó a revisar como estaba.
“¿Tienes sueño?” Preguntó Takeshi.
“Haa~ Un poco...” Respondió Irene, dedicándole una pequeña sonrisa. “Qué cosas...”
“Debemos ir afuera.” Dijo Syria. “Tenemos que confrontar a los que están en el jardín. Por algo despertamos a la señora Irene.”
“Pero... tiene sueño aún.” Dijo Takeshi, preocupado. "No tiene que hacer esto en esas condiciones...”
“Estoy bien, Takeshi.” Respondió Irene, desperezándose. “Además, si no hacemos algo, cosas malas pasarán.”
Takeshi asintió.
“Bien... vamos entonces.”