021
Cuando llegaron a la mansión era eso de la una de la tarde. Pudieron ver a Smyrna y a Innokentios en el jardín. Smyrna tenía sus ojos vendados, y un palo largo, a manera de arma. Innokentios le lanzaba cosas, y un paje de la casa la atacaba. Ella se defendía de ambos, aún sin ver.
Cuando el carro se detuvo, Innokentios avisó a Smyrna, quien se quitó la venda, y fueron a recibirlos.
Irene bajó primera, seguida de Takeshi.
“Saludos, tío.” Dijo ella, haciendo una sutil reverencia.
“Buenas, Irene. ¿Cómo les ha ido?”
“Depende a lo que le quiera llamar éxito. Al menos involucramos a los caballeros de la Orden en el asunto.”
Innokentios dejó una sonrisa, como si hubiera estado esperando aquella respuesta.
“Bien. ¿Cómo estás, Takeshi?”
Takeshi aún se hallaba algo afectado por lo ocurrido, pero ya se encontraba, a efectos prácticos, bien.
“Aquí, señor Kirilyan. Pasaron cosas.”
“¿Hmm? ¿Cómo qué?” Preguntó Innokentios, intrigado
“Aparentemente, hay un libro que puede saber si mientes o no.”
Un brillo apareció en los ojos de Innokentios.
“¿Te interrogaron?”
“Nada grave, descuide...”
Innokentios cambió su actitud. Ahora se lo veía bastante alterado.
“Yo he dicho que no te hicieran nada...”
En efecto. Esto ya no era sobre Takeshi, sino sobre un desafío a la mismísima autoridad de Innokentios y, por ende, de la casa Kirilyan.
“Irene, querida, ¿no te he dejado dicho que cuides de Takeshi? ¿Qué estabas haciendo?”
“Discúlpame, tío, pero eso era parte del trato con Geraalt. Podía hacer lo que quisiese si—
“Justamente, Irene.” Interrumpió Innokentios. “No era parte del trato torturarlo. Deberías haber previsto eso. ¿Pretendes ser heredera de la casa siendo tan blanda?”
Irene se enfadó por aquella frase.
“¡No soy blanda! ¡Respeté tu palabra!”
“Ay, ay, ay. Debiste haberlo detenido, Irene.”
“¡¿Cómo iba a saber yo?!”
“Ah... Y ahora no puedes manejar las situaciones de estrés.”
“¡Basta!”
“Ay, ay, ay...”
“Irene intentó.” Dijo Takeshi, tratando de apoyar a Irene. “A decir verdad, ninguno se esperaba eso. Ni siquiera los de la Orden. Fue un imprevisto.”
Innokentios arqueó una ceja.
“¿En serio?”
“Eh... sí. Aparentemente, fui víctima de una zona gris o algo así dijeron.”
“¿Zona... gris?”
“Mhm.”
“El libro se equivocó...” Dijo Innokentios, más para sus adentros que para los demás.
Irene y Takeshi lo miraron, mientras el parecía reflexionar sobre un tema.
Smyrna se acercó a Takeshi, y lo abrazó.
“Lo sentí...” Susurró ella a su oído. “Debe haber sido horrible.”
Takeshi, quien había sido sorprendido por el abrazo, la rodeó con sus brazos y descansó su cabeza sobre el hombro de ella.
“Lo fue...” Dijo él, casi llorando.
“Pero ahora descuida...”
“Ehem.” Irene, aclarando su garganta. “Tío, ¿qué hacían?”
Smyrna se separó de Takeshi, y fue a un lado de Innokentios.
“Practicábamos. La hermana Smyrna me dijo que me ayudaría a ser mejor, y eso estaba haciendo. Siempre tuve curiosidad por el estilo de la hermana, ¿cuál será? Ahora veo, que es el estilo más tóxico de todos.”
“¿Es el defensa total?”
Innokentios asintió.
“Así es. El único estilo capaz de ganar un combate por el solo hecho de bloquear un ataque."
Takeshi estaba intrigado.
“¿Cómo es eso?”
“Generalmente, las personas son agrupadas en cuatro categorías de pelea: ofensiva total, ofensiva, defensiva y defensiva total. Los primeros son especialistas en ataque, los segundos son especialistas en defensa.”
“¿Y por qué dijiste que Smyrna usa el estilo más tóxico?”
“Por esto. Mira.”
Innokentios hizo una señal al paje, y este se abalanzó contra Smyrna. Ella pudo prever su ataque, lo detuvo y le derribó.
“Por eso.” Dijo Innokentios, mientras ayudaba a levantarse al paje.
“Innokentios, es solo un paje...” Dijo Takeshi, descreído.
“Dirás eso, pero esa es una demostración sencilla. Siempre se ha dicho que los extremos se confunden, y la lucha no es la excepción. Y así, el estilo totalmente ofensivo a veces llega a ser una buena defensa, y el totalmente defensivo llega a ser una buena ofensa. El problema, es que es demasiado bueno. Hay puntos débiles en quien ataca, pero en quien defiende los hay muchos menos. Y así ocurre, que quien se defiende extremadamente bien puede atacar, y quien ataca no tiene oportunidad.”