025.1
Takeshi bajó las escaleras hasta la sala de estar de la mansión. Allí encontró con la vista a Irene, que vestía un gran tapado blanco, y podía verse por debajo una prenda larga, un vestido de alguna clase. Estaba sentada en el sillón, la cabeza descansando sobre su mano.
Takeshi tomó asiento a su lado. Ella volteó a verlo lentamente.
“Aquí estoy.” Dijo él. “¿Cómo me veo?”
Ella esbozó una pequeña sonrisa.
“Te ves bien. Te ves apuesto.”
Un pequeño sonrojo se notó en el rostro de Takeshi. Irene sonrió.
“¡Gracias!” Exclamó, tímidamente él. “Tú también.”
Irene se saltó de su lugar, sorprendida.
“¡Eh!”
“Ja, ¿lo esperabas?”
“¡P-Para nada!” Exclamó ella, sonrojada. “El asunto era sobre tu ropa, no sobre mí.”
“Pues, que sea sobre los dos.”
“¡Eh!”
Takeshi lanzó una carcajada.
“Ya, ya. Descuida. Ahora bien, ¿por qué ese tapado?”
Irene bajó la cabeza, y su actitud se tornó un poco seria.
“Lluvia. Ugh. La detesto.”
“Oh.”
“Sí... Estamos ya en época. Y cuando aquí llueve, generalmente lo hace por días, incluso semanas.”
“Tranquila. De todas formas, no estaremos mucho tiempo bajo la lluvia. ¿Ya está el carro?”
“Estoy esperando a que nos avisen. Aparentemente se demoró en el lodazal que es la carretera hacia aquí. Tantos años, y nunca se les ocurrió ni poner un adoquín. Maldita sea.”
Takeshi podía ver que Irene estaba algo ofuscada.
Se acercó más en el asiento a ella, Ella lo miró, y volvió a su posición inicial, volteando la vista a la ventana.
“¿Crees que lo haré bien?” Preguntó ella.
“Sin duda.” Contestó él con confianza. “Lo harás bien. Eres bastante lista.”
“Takeshi, esa gente nos odia.” Replicó Irene, casi con miedo en su voz. “¿Sabes lo que pueden decir? ¿Lo crueles que pueden ser?”
“Irene...”
“Yo voy a presentarme. Sí.” Soltó una risa incómoda. “Pero ellos, ellos van para destruirme, Takeshi. No es sencillo ser un Kirilyan en general, menos en la capital, ¡mucho menos en el consejo! Heh, algunos dicen ‘caminar a las fauces de la bestia’, pero nosotros con esto estamos yendo directamente a su estómago.”
Ella suspiró, casi derrotada.
“Estoy nerviosa, Takeshi. Tengo mucho miedo.”
Takeshi pensaba en qué decir, cómo reconfortarla. Puso su mano en el hombro de ella, y ella volteó a verla.
“¿Y por eso te dejarás amedrentar? Deja que tu miedo sea tu fuerza, Irene. Un catalizador de todo tu poder, tu habilidad... no sé. Hoy, Innokentios me contó una historia sobre Kiril Kirilyan. Él hizo lo imposible para salvar a su país, incluso si eso le valió el título de traidor. Su sangre corre por tus venas, ¿y tú te rendirás?”
Irene lo miró extrañada.
“¿Qué...?”
“¡Irene!” Exclamó Takeshi, molesto.
Irene parecía somnolienta. Esa es la impresión que daba desde que comenzó la conversación. Takeshi intuyó que podrían ser los nervios.
De todas maneras, Irene pareció pronto componerse. Se acomodó en su asiento, de modo que ya no yacía desparramada.
“Tienes razón.” Dijo, con cierta confianza renovada. “Intentaré. Intentaré... mostrar en buena luz a la casa Kirilyan.”
“¡Eso es!” Respondió Takeshi, enérgico. “¡Demuéstrales de qué estás hecha!”
“Con tu ayuda.” Respondió ella, sonriendo. “Con tu ayuda, Takeshi, lo lograremos. Será algo de a dos.”
Él se sonrojó.
“¡Para nada!” Dijo él, con un deje de vergüenza. “Si alguien va a lograr algo, esa serás tú, Irene. Yo solamente iré para acompañarte.”
“Como digas.” Replicó Irene, en un tono jocoso.
“Señora, ya está listo su carruaje.” Dijo Syria, quien llegaba de afuera.
“Bien, gracias, Syria.” Dijo Irene. Syria hizo una reverencia.
Irene tomó de su lado un gran sombrero de ala ancha, y se lo colocó. Takeshi estaba atónito: El sombrero le parecía exuberante y demasiado grande, pero también le parecía encantador.
“Después de usted, señora.”
Irene pasó el portal, seguida de Takeshi, y finalmente Syria.
Afuera, Takeshi reconoció al instante a quien conducía: Hillarius.
“¡No puede ser!” Exclamó él. ¡Estás vivo!”
“¡Muchacho!” Exclamó Hillarius. “¡Increíble!”
“¿Cómo lo conseguiste?”
“Puse un anuncio en la plaza, sobre quien pudiese llegar más rápido a la mansión. Y bueno, he aquí.” Dijo Syria. “Me alegro que se hayan reencontrado.”