Mi nueva historia de la vida en otro mundo (volumen 1)

025.2 Tiranía Parlamentaria

025.2

 Finalmente, arribó a la sala uno de los miembros. Vestía una larga toga roja, con detalles púrpuras, y tenía un cabello blanco largo, recogido y estilizado de manera esplendorosa, con trenzas a modo de cuerdas que colgaban en los costados de su cabeza, y una larga trenza recogida por detrás. Él se sentó al centro. Golpeó el escritorio con un taco de hojas, y las colocó luego sobre la tabla. Echó una mirada severa al grupo de Takeshi e Irene, y luego volvió la vista a su escritorio.

“Kirilyan.” Dijo, sin ningún honorífico ni título apelativo, en una voz severa. “Irene Kirilyan.”

Irene tembló un poco en su asiento, pero luego se puso de pie, firme.

“Señor Carolus.” Replicó, en un tono marcial.

“Viene por la presentación, ¿no es así?”

“Así es, señor Carolus. Vengo por la presentación ante el consejo, como heredera de la casa Kirilyan, para representar a mi tío, Innokentios Kirilyan, en las tareas pertinentes.”

Carolus asintió lentamente.

“Espero no le moleste, que tratemos algunos... temas, temas pertinentes a su casa, una vez realizada la presentación. Creo que lo amerita, puesto que son temas de supina importancia.”

Irene arqueó una ceja, y luego asintió.

“No estoy muy segura que requiera tal atención, señor, puesto que no he venido como diplomática. De todas maneras, está bien. Trataré los temas dentro de los límites que me establece la ley imperial como heredera, mas no como jefa, de la casa Kirilyan. Si eso no le molesta, claro.”

Carolus sonrió.

“No me molesta.”

Llegó por la derecha, y tomó asiento otro de los miembros. Takeshi recordó la descripción de Innokentios, y Linnaeus entraba en aquella. Cabello largo, aunque recogido en un tocado también, más joven. Vestía una toga negra, con una estola blanca.

“Linnaeus Agrícola, del distrito Capital.” Dijo Carolus, introduciéndolo.

Por la izquierda entró un hombre que vestía una toga roja, y tenía una larga barba.

“Adolphus Swabo, de la provincia de Smalkald.”

Luego entraron dos más a su lado, y los otros cinco a la derecha. Parecían agitados, como si recién vinieran de una discusión.

“A su lado, Simeón, de Goria. Su compatriota, Irene. Y le sigue Zaid, mariscal del Imperio, miembro del consejo por las tierras del Sur. Y a la derecha, Gunthar, miembro del consejo por Halfeld, Elias, por los distritos comunes, Samuel, por la provincia de Elea, Curol, de los territorios Occidentales, y Phoebus, por la comandancia de las Islas de Acio.”

Otro hombre entró al salón, y se colocó debajo del estrado central de Carolus. Llevaba una capucha, que no permitía ver su rostro, pero llevaba un traje negro, cerrado en el pecho y con algunas medallas y detalles de oro. Carolus no lo presentó.

“Bien” Comenzó Carolus, “dado que ya están todos los miembros del consejo presentes, presentaré los temas a tratar: Primero en la agenda, tenemos la sesión de la presentación de Irene Kirilyan como heredera a la casa Kirilyan, de Goria, y mayoría de edad de la misma en términos de representación legal y personal con respecto a la tutela de su tío, Innokentios Kirilyan. ¿Es eso correcto, consejo?”

“Sí.” Dijo Linnaeus.

“Así es.” Dijo Adolphus.

“Sí.” Dijo Gunthar.

“Correcto.” Dijo Simeón.

Y los demás admitieron también.

“En segunda instancia, parte de una agenda extraordinaria, tratará acerca del rol de Kirilyan en los asuntos de la guerra en el Sur, y la relación en general de Kirilyan y los asuntos del Imperio. Esta instancia se aprobó luego de debate y tratamiento previo de todos los miembros del consejo. ¿Es así?”

Fueron consintiendo todos los miembros, uno a uno.

“Lo siento, Irene.” Lamentó Simeón, llegado su turno. “Correcto.” Continuó. Esto alarmó a Irene.

Zaid solamente bajó su cabeza, y asintió lentamente. Y Adolphus tomó asiento.

“Bien. Contamos con la palabra del consejo. Irene, ¿está de acuerdo?”

Ella titubeó un poco.

“No me gusta.” Susurró a Takeshi.

“Prosigue.”  Dijo él.

“Estoy de acuerdo.”

“Una cosa más.” Dijo Carolus, interrumpiendo el fluir de la reunión. “¿Podría presentarnos a su acompañante?”

“Él es Takeshi, caballero de la casa Kirilyan. Es el enviado de mi tío, y mi guardia.”

“Bien. Bueno, gracias por presentarle. Un gusto, Takeshi, puede proceder.”

“Gracias, señor.”

“¿Señor...?”

“Carolus, Carolus.” Takeshi no compendia las formalidades. “Un honor que me ceda usted la palabra.”

“Bien. Ahora, sin más preámbulo, trataremos el primer asunto. Irene, ¿ha preparado un discurso?”

“Sí, señor.”

“Proceda, por favor.”

“Su honorable señoría miembros del consejo, he venido aquí a presentarme: Me llamo Irene Kirilyan. Soy pariente natural, sobrina, de Innokentios Kirilyan, por vía materna, y pertenezco a su casa. Por vía paterna, pertenezco a la casa Usher, de las tierras del Sur. Al ser miembro de la casa Kirilyan soy, por tanto, honorable heredera dinástica de grandes personajes, como Kiril, Antoninus, Flavius, Commodus y tantos otros. Mi título será, algún día, el de baronesa Kirilyan. Espero desempeñar y ejercer mi cargo con dignidad y virtud, siempre bajo el lábaro de nuestro Imperio. Juro llevarlo a su máxima gloria, a los confines de la tierra, si fuera necesario. Y juro enaltecer el nombre de mi familia, por sus dones y su lealtad, ante todo el Imperio.”

Hubo silencio sepulcral en la sala por unos instantes.

Finalmente, Carolus tomó la palabra.

“Bien. Miembros del consejo; ¿Alguno se opone o tiene algún planteo sobre lo dicho por Irene Kirilyan?”

Ninguno respondió.

“¿Están todos de acuerdo en legitimarla en su posición?”

Todos asintieron.

“Bien. Por el poder que me otorga el Imperio y mis pares de este consejo, con su asentimiento unánime, yo te nombro heredera a la casa Kirilyan, y a las tierras de Goria, en algún futuro.”




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