Cecilia
Me levanté a eso de las 12 am, todavía con sueño. Coral estaba en su ordenador, seguramente leyendo o haciendo una de sus cosas importantes. Solía pasar bastante tiempo frente a la pc leyendo o escribiendo, admiraba su capacidad, yo para la literatura era un desastre.
— ¡Hey! Buenos días. — saludó girándose a verme.
—Aaaaaa— contesté.
Normalmente a la mañana no me salían las palabras, y prefería articular simples A prolongadas.
—Tú y tus monosílabos.
—Aaaaaaaa— dije solo para fastidiarla.
Mi madre tocó levemente la puerta y asomó la cabeza a la habitación.
—En 15 minutos comemos niñas. — dijo en tono dulce.
—De acuerdo— contestó Coral en tono enojado.
Estaba siendo demasiado dura con nuestros padres. Yo me lo había pensado, y por un lado estaba súper triste, no había sido nada fácil llegar a donde estaba en ese momento, ser la más popular de todas. A pesar de que ya me había cansado un poco de eso, yo me había esforzado por estar donde estaba, y no me agradaba que me lo arrebatasen así porque sí. Aunque, por otro lado, el viaje implicaba comenzar de cero, no más Brandom ni amigas que no eran amigas realmente.
—No seas tan dura Caracol—suspiré y salí de mi cama. —No lo hacen para mal.
—Ya lo sé. — contestó resoplando.
Me dirigí al armario y tomé un jean y una remera suelta, para estar en casa.
— ¿Sigues en pijama? —pregunté viendo a Coral.
—Eh, sí, ¿Qué no es obvio?
—Alguien se levantó con el pie izquierdo hoy. — dije dejando mi ropa en el cesto de ropa sucia.
—Estoy ovulando, creo, así que es normal que este de mal humor— contestó girando. — Ya no me molestes.
—De acuerdo fiera. — le contesté divertida.
Bajé para ayudar a poner la mesa, el ambiente de la habitación estaba bastante tenso.
—Buen día pa— dije dándole un beso en la mejilla.
—Buenas noches diría yo.
— ¿Ayudo en algo? — pregunté.
— ¿No estas enojada? —preguntó el sorprendido.
—Me lo he pensado mucho, tiene sus pros y sus contras, pero que va, ya está hecho. — contesté sonriéndole.
—Qué bueno que lo tomes así, ojalá tu hermana pensara lo mismo—suspiró— Puedes poner los platos y cubiertos, el resto ya está puesto.
—De acuerdo. Y tranquilo que ya se le pasara.
Busqué los platos y cubiertos y puse lo que quedaba de la mesa. Luego subí, a ver si los humos estaban más calmados y para llamar a Coral a comer. Entré sigilosa al cuarto para no irritarla.
—A comer.
—Ya voy. — dijo cerrando su computadora.
—Trata de ser buena con mamá y papá ¿Puedes? — pregunté bajando.
—Sí, lo hare. —contestó bastante indiferente.
Nos sentamos a comer todos juntos, los primeros minutos pasaron en silencio. Coral fue quien rompió el hielo:
— ¿Ya tienen escuela y casa?
—Ustedes dos irán al instituto más prestigioso de la ciudad. Los niños irán a la primaria Robspin I, y nos mudaremos a una casa que queda a unas cuadras del colegio.
— ¿Participan de olimpiadas y esas cosas? — preguntó.
—Sí, de echo, están en el primer puesto del país en cuanto a ciencias—contestó mi madre entusiasmada—Tienen un laboratorio enorme, con capacidad para 150 personas.
—Genial. —respondió Coral.
— ¿Qué deportes practican? — pregunté yo.
—Voley, básquet, futbol, y este de las raquetas con unas pelotas con plumas, no recuerdo el nombre. — contestó mi padre pensativo.
—Bádminton. — dijo Coral.
—Eso mismo. Y también tienen equipo de baile y de natación.
— ¡Grandioso! — comenté contenta.
Amaba bailar desde chiquita, me encantaba. A Coral también, pero no se enganchaba en ninguna clase. Yo había dejado hace poco hip hop, porque realmente no me gustaba el grupo, las chicas eran demasiado competitivas.
Terminamos de comer y Rodrigo y Lisa levantaron la mesa y Coral lavo las cosas. Yo subí a mi habitación y unos 10 minutos después apareció mi hermana y se sentó en su cama, en frente mío.
—Hoy será nuestra última fiesta en la ciudad. — dijo ella algo triste.
—No lo había pensado, es cierto. — contesté.
Luego de un rato de silencio decidí hablar.
—Ya sé que te he hecho promesa de tigresa, pero esta será nuestra última fiesta y te tengo una propuesta.
—Suéltalo.
—Puesto que hoy será la última noche que veremos a todos, debemos portarnos mal. No ser unas zorras calenturientas ni andar con todo fuera, pero sí sacar a lucir nuestras dotes.
—Continua. — dijo con un intento de sonrisa en el rostro.
—No nos embriagaremos. Tú usaras uno de mis vestidos, que te tape lo justo y necesario, y Colton caerá a tus pies. —mientras hablaba hacía gestos con las manos. —Por otro lado, tú tienes que decirme cómo hacer para que Patrick me dé un beso, ya sabes que me trae loca.
—Si se embriaga un poco podría llegar a pensar yo, y sabes que me mosquea hace rato. Podemos no decir nuestros nombres a nadie, puesto que casi nadie estará en todos sus sentidos y nos confundirán con facilidad. Colton se sorprendió de que fuese tu melliza, gran tonto.
—Y así cada una podrá obtener su beso antes de marcharnos. — finalicé.
—Somos geniales. —dijo ella saltando a abrazarme.
Nos abrazamos durante unos segundos y luego nos pusimos a buscar ropa juntas y de paso a empezar a empacar la ropa. Los muebles iban a quedar allí, porque la otra casa ya venía amueblada.
— ¿Qué dices de este? — preguntó coral con un vestido rojo en las manos.
—Ya lo usé la fiesta pasada, y no queda muy bonito. — contesté revolviendo.
—Si tú dices. —dijo apoyándolo en la cama. —Creo que este te iría perfecto. —dijo mostrándome uno color verde con encaje.
—Yo creo que es todo tuyo, te quedara divino, además a mí me aprieta un poco los pechos. — dije divertida.