Mi otra yo

10-Bibelton

Cecilia

A eso de las seis de la tarde nos encontrábamos mi hermana y yo junto con Mica y Mady merendando en el living de casa. Tomamos chocolatada y comimos toddys, mientras charlábamos de todo un poco.

— ¿Alguna conquista en la mira? —preguntó mi hermana dirigiéndose a nadie en particular.

Se hizo el silencio y ningún contesto.

— ¿Nada, enserio? —suspiró y apoyó su taza en la mesa ratona— Da igual, lo importante es divertirse ¿No?

—Exacto— contesté con una sonrisa en el rostro.

Las chicas la miraban asombrada, era notorio que nunca habían estado manteniendo conversación junto a una persona, catalogada por los tontos estudiantes, que fuera popular. Lo sabía porque me había pasado. Te miraban como fascinadas, y o no respondían o solamente asentían.

—Me iré a bañar.

—No te tardes— le grité mientras ella subía.

Tomé las cuatro tazas y las llevé a la cocina para lavarlas. Regresé al living y me senté frente a las chicas.

—Joder muchachas, parecen hipnotizadas.

—Tu hermana es genial. — dijo Mandy todavía ida.

—Da, es mi hermana, obvio que es genial.

—Pero es popular, y normalmente las populares son unas perras— explicó Mica como si no fuese obvio.

—Ella no lo es, no todas tienen que serlo.

—Tienes razón.

 

Luego de como media hora subimos a mi habitación, las chicas sacaron su ropa y la tendieron sobre la cama y yo hice lo mismo con la mía.

— ¿Maquillajes? — pregunté.

—Mi mamá no me los ha querido prestar. — dijo Mica avergonzada.

—Solo tengo base y esmaltes.

—Hum, bueno — pensé con la vista en el techo y hablé. — Fíjense que base les va mejor y aplíquenla en su rostro.

—Pero si solo tenemos una.

—Tomen, usen sin compromiso. — les tendí mi porta cosméticos y entré a bañarme.

Una vez que salí me puse una musculosa y la pollera negra que había comprado, junto con unas plataformas de unos 8 cm de alto. Siempre supe caminar bien sobre ellos, pero esa noche no me sentí confiada del todo. La ropa se les lucia hermosa a mis amigas, y habían conseguido zapatos que quedaban perfectos con sus atuendos.

—Esto es vergonzoso Ceci, pero ¿Podrías pintarme los ojos? —Mandy suspiró. — Es que no tengo ni idea de cómo hacerlo.

Mica y yo nos reímos ante su ocurrencia, y yo con mucho gusto la ayudé. Una vez que todas estuvimos listas bajamos a esperar por el hermano mayor de Mandy, quien nos llevaría al lugar. Mi hermana bajó unos minutos después, luciendo un vestido negro con plateado ajustado al cuerpo, en los pies llevaba sus vans negras, como de costumbre cuando salíamos. Tenía el pelo semi recogido con dos trenzas y estaba más maquillada que de costumbre.

 

***

Todas las chicas se subieron al auto de Ramiro, el hermano de Mandy. Mica, Mandy y Cecilia se subieron detrás, mientras que Coral tomó el asiento de enfrente. Ella le echó un ojo, el chico era guapo, y aparentaba tener unos 18 años. Tenía el cabello negro y lo ojos marrones, y una hermosa sonrisa de publicidad. El camino fue de unos quince minutos, y una vez que llegaron Ramiro aparcó en el estacionamiento. Las ayudó a bajar del auto y les abrió la puerta de entrada.

— ¿Se quedará aquí? — susurró Ceci a Mandy.

—Sí, pero no molestara.

—Sí no nos acompañaba no salíamos. — aclaró Mica.

—De acuerdo.

Una vez que entraron pudieron divisar a más de doscientas personas dentro del lugar. Era amplio, con una gran bola de boliche en el centro y varias banquetas a los costados. Del lado derecho había una barra que abarrotada de gente y más hacia la izquierda estaban los baños.

—Pórtense bien. — se despidió Ramiro guiñando un ojo.

Las chicas miraron como Ramiro se alejaba hacia la barra y Coral soltó un suspiró. Todas la miraron.

— ¿Qué? Perdona Mandy, pero tu hermano esta guapísimo. — dijo Coral subiendo los hombros.

Cecilia le golpeó el hombro y le puso mala cara, como advirtiéndole.

—Hola muñequitas.

Todas voltearon a ver quién era, aunque las mellizas ya habían reconocido su voz. Coral rodó los ojos, Ceci le batió las pestañas y las otras dos chicas quedaron mirando como bobas.  Marcos iba vestido con un pantalón negro y camisa blanca, estaba lindísimo para todas.

—Hola Marcos— saludó Ceci dejando un beso en su mejilla.

— ¿Tu hermano?

—Hola a ti también. Por allá. — contestó Marcos señalando en una dirección.

—Gracias. — dijo Coral para luego dirigirse al lugar señalado.

Mientras Coral se acercaba con paso decidido y meneando las caderas hacia Manuel, las chicas bailaban en la pista junto con Marcos. Mandy y Mica estaban en el cielo, se encontraban bailando en la misma ronda que el chico más popular del instituto.

—Estas preciosa. — Saludó Manu en cuanto Coral estuvo lo suficientemente cerca.

—Gracias— contestó ella sonrojándose.

Los demás chicos que acompañaban a Manu saludaron a Coral con un beso en el cachete y le dijeron lo hermosa que estaba. Ella propuso ir a bailar y todos la siguieron al centro de la pista, donde Marcos se encontraba bailando. Luego de un rato la ronda de populares se iba agrandando, porque cada vez llegaban más chicos. Como era de esperarse, los populares de una escuela se conocían con los mismos de otra. Todos bailaban súper divertidos, pasaron de todos los ritmos. Varias de las muchachas habían bebido y comenzaban a balancearse sin sentido y a reír como histéricas. Increíblemente los hombres no habían bebido demasiado.

Comenzó a sonar una canción de cuarteto y todos los chicos sacaron a bailar a una chica. Marcos bailó con Cecilia, Coral con Manuel y Mandy y Mica bailaron con chicos de otros colegios. Coral había llegado con su pareja hasta casi la barra, que en ese entonces seguía siendo Manuel. Todas habían cambiado de pareja, salvo ella y su hermana, ya que parecía que los mellizos no las querían soltar. Alguien le tocó el hombro a Manuel y este volteó, era Ramiro.




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