Mi otra yo

24-Juegos de mesa

Habían pasado ya tres semanas desde que las mellizas se habían reconciliado. Las cosas entre Marcos y Cecilia iban muy bien, y Coral estaba hablando con Demian hacía ya dos semanas. Manuel, por su lado, había aceptado la realidad y había comenzado a verse con Mandy. Las cuatro chicas se habían hecho muy amigas, y los fines de semana se estaban juntando a dormir en casa de alguna. Ese fin de semana los padres de Micaela se iban, por lo que decidió invitar a las chicas a su casa a dormir, y a su novio, Demian y los mellizos, a cenar con ellas. No les había dicho a los padres, pero ese día Brandom se quedaría a dormir en su casa por primera vez. Ella no tenía planeado hacer demasiado, era como Coral y prefería esperar para que ocurrieran las cosas. A eso de las seis de la tarde las chicas ya se encontraban en su casa, merendando y charlando sobre esa noche. Las mellizas habían decidido omitir a Mandy el hecho de que Manuel se había declarado a Coral, porque querían que las cosas fluyeran de manera natural.

—¿Estas nerviosa por que Brandom se quede esta noche a dormir?

—Realmente si, y mucho. Lo bueno es que ustedes estarán en la habitación de al lado, así que cualquier cosa que ocurra puedo huir.

Todas se rieron ante el comentario de Mica.

—Se nota que es un buen chico, no creo que te presione a hacer nada que no quieras.

—Eso lo sé, por eso me animé a invitarlo también.

—Si necesitas consejos, pregúntale a mi hermana. — dijo Coral mirando a Cecilia. — Le di dos semanas y ni siquiera duro una.

—Hey, eso no es justo. — se quejó Cecilia riendo. — No pude resistirme, Marcos está muy bueno.

—Yo me compadezco de su hermano, debe ser tedioso escuchar la cama del otro lado de la habitación. — comentó Mandy divertida.

—Más que compadecerlo esperas el momento de que la situación se revierta y nosotros los escuchemos a ustedes. — la contraatacó Cecilia.

Mandy se sonrojó por completo y todas se rieron. Ella al igual que Coral, aún no había tenido su primera vez, y también le aterraba un poco la idea de que las cosas fuesen muy precipitadas. Mandy y Manuel apenas se habían visto tres veces, pero ella estaba segura de querer que las cosas avanzaran un poco más, y esa noche quería besarlo.

—Yo me conformo con un beso. Me estoy muriendo conteniendo las ganas cada vez que lo veo, pero no quiero apresurarme.

—Quizás hoy puedas hacerlo, podemos jugar algún verdad o consecuencia y sas lo besas.

—No sean crueles, moriría de vergüenza, además, no sé si realmente le gusto.

—Entonces tendremos que aplastarlos en los juegos para que pierdan y podamos ponerles un buen castigo. — sentenció una contenta Cecilia. — Algo así como siete minutos en el cielo, me encanta, soy brillante.

 Siguieron conversando hasta que se hicieron las diez, y la pizza y los muchachos llegaron. Las chicas hicieron un pacto de miradas para centrarse en que Mandy y Manuel perdieran en los juegos y poder encerrarlos en el baño a jugar siete minutos en el cielo. La cena trascurrió con normalidad, entre risas, charlas y algunas conversaciones con respecto a la universidad. Decidieron que primero jugarían al monopoly, luego al teg, y, por último, si no era muy tarde, al uno. Los equipos se conformaron por parejas, para que las partidas no se hicieran tan largas. Coral formó pareja con Demian, Cecilia con Marcos, Mica con Brandom y Mandy con Manuel. El primer equipo tomó la ficha de la hamburguesa, el segundo el auto de carerras, el tercero el sobrero y el último equipo tomo el avión. Todos se posicionaron en la salida y tiraron un dado para determinar los turnos. Los primeros en ir eran Coral y Demian, él dejó que ella tirara los dados. Avanzó cinco casilleros y compraron el ferrocarril, Demian le depositó un beso en la cien. Ella se puso algo roja, no estaba acostumbrado a la demostración de afecto repentina y menos que menos en público.  El siguiente turno fue de Manuel y Mandy, quienes sacaron ocho y decidieron comprar una avenida. Luego de su turno cuchichearon en voz baja sobre la estrategia que Manuel creía adecuada para ganar aquel juego. Mandy pensó que era una pésima idea, le dijo que creía mejor jugar de otra manera. Terminaron llegando a un acuerdo entre las estrategias de los dos mientras los demás jugaban sus turnos.

Marcos y Cecilia no jugaban con demasiada atención en el juego, tenían puesta la mirada uno sobre el otro todo el tiempo. Marcos había sentido que, en esas dos semanas junto a Cecilia, había conocido su verdadero yo, y le gustaba muchísimo como era. Además, el pelirrojo cabello de su enamorada lo volvía loco, y no podía parar de acariciárselo cada vez que estaban juntos. Y ese día no era le excepción. Cecilia disfrutaba mucho de aquello, nunca había estado con un muchacho que fuera tan dulce, y tampoco lo esperaba de Marcos. Sin embargo, lo agradecía, todo estaba yendo mucho mejor de lo que ella podría haber imaginado.

Cerca del final del juego, casi a las dos de la mañana, las primeras parejas en ir a bancarrota fueron Mica y Brandom, luego siguieron Manuel y Mandy y la victoria fue para Coral y Demian. Entre todos decidieron que la prenda de la pareja perdedora sería servir el helado para todos los demás. Una vez que todos estuvieron con sus postres en la mano, armaron el tablero y repartieron las tarjetas del teg. El equipo azul fue tomado por Coral y Demian, el equipo amarillo por Micaela y Brandom, el negro por Marcos y Cecilia y el verde por Manuel y Mandy. Esta vez las chicas se concentraron en destruir al ejército de Mandy por encima de sus propios objetivos. Marcos y Brandom no entendían muy bien las jugadas de sus chicas, pero las dejaban hacer. Coral le había dicho a Demian el plan, y le pareció una buena idea. Después de todo su primo era tímido, y por lo que le había comentado la chica estaba empezando a gustarle, y las tres veces que se habían visto lo habían pasado genial. Esta vez los primeros en perder fueron Manuel y Mandy, logrando así la oportunidad para hacer que la pareja tuviera sus siete minutos en el cielo. El consenso de la prenda fue rápido y consistente, tenían que encerrarse durante siete minutos en el baño mientras los demás seguían jugando. Ninguno puso objeción, y acompañaron a la dueña de la casa que les indicó donde estaba el baño. Coral puso el cronometro y dijo que ella iría a avisarles cuando el tiempo acabara.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.