Pablo..
Estábamos caminando, cuando Dayan me agarra el brazo fuertemente, trate de no quejarme para que no notará nada, pero es como si me hubiese leído la mente.
Subió despacio la manga de mi buso y detallo cada cortada, vieja, nueva, profunda o leve, estaban desde mi muñeca cubriendo hasta casi todo mi antebrazo, no le importaba nada ese momento o eso fue lo que creí.
Pensé que me diría algo con lo que perdería la paciencia, pero al ver sus ojos cristalizados, sentir sus brazos alrededor de mi pecho y ver su rostro sonrojado, no sabría como describir lo bien que me sentía con ella, aunque su calidez fue lo que toco mi corazón sin darme cuenta estaba llorando mientras correspondía su abrazo.
Fue tan sincero aquel abrazo, estaba dejando ir todo lo que carcomía mi mente. Aunque en algunos momentos trataba de alejarla porque se que a ella no le gusta el contacto físico, cuando lo hacia apretaba más su agarre y fue lo que hizo que mi copa se derramará aún más.
Escuché claramente como tocaron la campana para el cambio de clases, pero ella seguía aferrada a mí. Nunca me había gustado llegar tarde a clase, aunque estaba tan ocupado liberando todo. Ella seguía, ahí conmigo. Cosa que nadie habría hecho por mí. Yo la consideraba como más una amiga que la verdad. Ella es mi lugar seguro, siempre lo fue cuando estaba agobiado.
Me acompaño a lavarme la cara después de un rato, ella ya se había calmado, pero me gustó verla llorar, sentí que los dos compartimos algo sin decirnos que, llegamos a clase con la excusa de que nos habíamos quedado encerrados en el área natural, ya que tenia un portón que solo lo abrían en el descanso.
Tomamos nuestros asientos y la acerque a mí, la abrace por la cintura y repose mi mentón sobre su cabeza. Su cuerpo encajaba completamente con el mío. Era pequeña y sus ojos profundos, me daba risa porque aún al estar de pies era más pequeña, pero era mi pequeña.
Nunca se separó de mí, muchas personas nos estaban mirando incluso ella, si... La chica nueva.
Mientras conversamos colocaron una actividad en parejas así que me hice con ella, teníamos que investigar algo que nos gustara de las actividades que tenía la otra persona.
Inmediatamente ella dijo que lo hiciéramos en el descanso de los días que nos quedaban, ella como yo no nos gustaba estar en nuestra casa, pero no se podía quedar con la curiosidad la enana esa.
- ¿Qué pasó? - Dijo en un susurro mientras agarraba mi mano.
- Nada - Alejé mi mano y ella la tomo de nuevo.
- Nadie te dijo, ¿Qué te ves feo llorando? - Soltó una risa leve.
- Cállate, soy hermoso - Sonreí mientras miraba como marcaba con sus dedos mi mano.
Seguía tomando mi mano mientras cantaba una canción en un tono delicado, casi ni yo podía entenderle. Estás loca le dije y ella me dió un pequeño golpe en la cabeza.
Terminaron las clases y ella me llevo a una zona que quedaba detrás del colegio, pensé que nos iban a robar, la ví sacar algodón y un tarrito pequeño de agua.
Subió suavemente las mangas de mi buso.
- Sea cuál sea la razón, no lo hagas por favor. Es lo único que te pido que me prometas. - No sé porque, pero se lo prometí y jure que no lo haría de nuevo.
Estaba limpiando la sangre con mucho cuidado, ardía un poco, era gracioso verla así, no se parecía en nada a la chica fría, que nunca se dejaba de nadie y sabía lo que quería en esta vida, a esta chica llorona jajaja si, lo sé, solo fue una vez que la pude ver así, pero era distinta cuando se trataba de algo importante que lastimaba. No sé cómo pueden alejarla de su vida, ella es como un trébol de cuatro hojas para mí.
Cuando terminó, boto lo que había utilizado en la basura y se me quedó viendo.
- Cumplirlo es tu única opción Pablo - Tenía tanta firmeza en sus palabras que me dio un pequeño escalofrío y volvió a hacer ella.
- Quieta enana - Solté una risa y me dio un golpecito en la cabeza.
- Ve a casa.. poste con patas.
Y así vi como se iba, yo me levanté y empecé a caminar, ella vivía al sur y yo al norte. Mundos diferentes fue lo que me dijeron, llegué al edificio y no quería entrar aún a casa, mi día había ido tan bien que no quería llenarme de odio y dolor cuando entrara. Sí de allí emanaba la razón por la cual estoy así, no quiero preocuparla aunque sé que si no me mato yo, ahí lo harían.
Se que suena algo dramático, pero no están listo para saber la razón aún.
Entre a casa silenciosamente, eran las doce de la noche. Si me atrapan o me ven, dormiré en la calle, me dirigí a mi cuarto y cerré la puerta despacio colocando el seguro. Que bueno que nadie se dió cuenta, acomode todo y tome mi teléfono, Dayan me había escrito que si ya llegué y aún estaba conectada. Así que le escribí:
- ¿Qué demonios haces despierta a esta hora?
- Sapo. No estoy haciendo nada, ocurrió algo y estoy sola en mi casa - Quería preguntar, pero decidí quedarme con la curiosidad o que ella me contará.
- No deberías responderle a alguien más ALTO que tú - Sabía que le iba a molestar.
- Soy mayor respétame tú a mí.
- Por días.
- Pero mayor... Mañana hablamos tengo que hacer algo, descansa.
La dejé en visto y dejé reposando en mi pecho el celular. Así lentamente empecé a cerrar mi ojos con miedo, aún no habían gritos y eso era tenebroso y bueno.
Sabía que no eso no duraría hasta que escuché el primer grito y vidrios rompiéndose afuera de mi cuarto, me levanté sin hacer ningún ruido y tome una cobija gruesa.
Me envolví en ella y me hice en un rincón de mi cuarto, faltaba poco para estar adentro de mi armario y lo hice, acomode todo y recosté mi cabeza quedando dormido.