DAYAN
Las situaciones llegan por algo y cuando lo hacen, no podemos entender el motivo.
Realidad o falsedad asemeja nuestra mente, aunque yo prefiero vivir en la realidad y así el último golpe no será tan fuerte.
Fue lo último que recuerdo decir antes de caer dormida por las lágrimas y el dolor severo que sentía en mi cabeza, no se cómo explicar el huracán que llevo dentro. ¿Cómo puedo detener aquella voz? Que siempre se deja guiar por el miedo que llevo dentro. ¿Cómo poder entender lo que está pasando? Si viene una tras otra y otra y otra, no quiero sentirme más atareada en mi propio mundo. Quiero seguir, respirar, pensar sanamente, sanar, y no tener aquellos pensamientos que me llevan a darle fin a mis días.
¿Por qué tuve que ser yo? La que carga con estos pensamientos, esa voz, rodeada de un mundo distinto a lo que creía. ¿Yo? Acaso es un juego, dónde salí como escogida, dónde no pude elegir mi propio destino. Si no que fui aquella encargada de llevar una batalla donde lucho contra mí misma. ¿Qué sucedió? ¿Qué hice? Eso jamás lo sabré, Pero ¿Por qué yo? ¿Soy un pieza en medio de un juego de ajedrez? Dónde el bando contrario es la parte que no quiero que salga de mí. Dónde me enfrentó a muerte para no perder aquel camino, aquella cuerda, fina y ligera cuerda, que le da estabilidad a mi vida.
No, nunca lo sabre, tal vez sea yo, la que se esta haciendo tanto daño o ¿Estoy pagando un precio alto?
Amaneció y yo seguía sin poder contestarme.
Hace dos noches que estaba en los brazos de Aarón, se fue corriendo apenas recibió la llamada de Pablo. Nunca me dijo que sucedió, sé que se sentía nervioso; no a todos les gusta que le ayude una chica, a él le gusta resolver.
Aunque con su familia, lo entiendo; no todos son capaces y lo sé por experiencia propia.
Fueron difíciles esos días, aunque Aarón sea hombre; no logro entender, porque los latidos de su corazón me calman.
Miro mis manos piernas y el resto de mi cuerpo mientras estoy frente al espejo, me recuerda aquel boceto que hice, sonrisa y un gran espejo haciendo ver a las demás como realmente se ven.
A muchas personas he visto que se sienten horrendas, si supieran como son en los ojos de una persona que las quieren. Sabrían que son perfectas, ciclo de vida, defectos, errores; Pero de cada uno de ellos se aprende. Tal vez no me sienta completamente perfecta, pero apenas soy una oruga sobreviviendo a su depredador.
Me encontré a Aarón mientras venia y me acompaño.
Camine hacia el colegio, iba tarde.
Pablo estaba esperando en la entrada y se acercó a su hermano.
- ¿Qué pasa? - Pregunte mirándolos.
- Nada linda. - Dijo Aarón.
- Tenemos problemas. - Suspiro Pablo mientras seguía hablando - A Aarón lo amenazaron.
- ¿Qué?
- Si, una nota dice: Que lo matarían de ser necesario
- ¿Por qué?
- No lo sé.
Termine de conversar con ellos, que raro, apenas en un joven saliendo de todo. Al despedirme lo abrace con fuerza e hice que me prometiera que se cuidaría.
Lo necesito vivo.
Pasaron varios días hasta que mi madre vino al colegio sin avisar y hablo con la profesora de artística después clase y vi en medio de ellas.
-Es una de mis mejores estudiantes, pero algo cambio en ella; la he tenido como estudiante por tres años seguidos y me preocupa que le este pasando algo. Sus notas ya no son iguales, incluso también bajo en las otras materias.
Caracoles.
Mamá me miro fijamente, su mirada representaba una larga charla al regresar a casa.
-¿Tienen problemas? ¿Qué sucede?
-Nada profe. -Respondí mirándola fijamente.
-No le vayan a pegar, es mejor que lo hablen ahora que pueden.
Y así salimos del colegio, mamá estuvo callada durante todo el camino y por fin llegamos a casa. Hizo la comida mientras terminaba un boceto que había hecho.
Dos chicos se encontraban en medio de dos caminos, la chica estaba contenta mirando el camino izquierdo. Encantada por su belleza y flores; el chico miraba el camino derecho y mantenía su sonrisa como si supiera la verdad del camino. Dos vidas, dos caminos y dos decisiones completamente distintas.
Guarde mi dibujo en lo que mamá me llamo dos veces, fui con ella y agarre mi plato; no es que coma siempre acompañada así que ya se había vuelto costumbre, agarrar mi plato e iría a comer en mi cama.
-Estoy aquí ¿lo olvidas?
-Perdón. - Tome asiento a su lado y empecé a comer.
-¿Quién es Aarón?
-Un amigo.
-Mm... Entiendo.
-¿Cómo sabes de él?
-Un pajarito me contó de él.
Suspiré y lave mi plato en lo que pensaba en muchas cosas, no sé si es a la única que le pasa, pero me doy una reflexiones lavando losa.
Al día siguiente encontré a Alejandro y lo abracé fuerte. Vino de visita, se quedó en shock por un momento.
-Es la primera vez que me abrazas así, princesa.
-Shh. - Reí levemente mientras lo abrazaba - Te extrañe mucho.
-Yo más.
A pesar de que han pasado solo algunos meses, estaba un poco más alto que yo. Me acompaño de camino al parque del norte, me iba a encontrar con Aarón. No sé los voy a negar estaba contenta de verlo, era al único enano que podía acariciarle la cabeza sin hacer ningún esfuerzo; aunque ya no podre, su personalidad, vestimenta y cuerpo cambiaron bastante. Parece un joven que sabe lo que vale.
Al llegar con Aarón, me abrazó fuerte.
- Ahhh mis costillas.
- Y... ¿Quién es él?
- Alejandro mucho gusto. - Extendió su mano hacia Aarón y yo en medio de los dos, cambio el ambiente rápidamente, como de dulce a salado, frio a caliente y miles de cosas contrarias.
- Aa... Tú eres el baby de mi Dayan.
- ¿Baby? - Me miro fijamente.
- No ha salido de mi boca.
- Me dejas hablar con él un momento Dayan. - Dijo Aarón.