Mi Pequeña Galaxia

12. ALFA.

Al día siguiente madrugue y fui con Alejandro, no quiero que se fuera... No tengo fe en las relaciones a distancia.

Dure con él una hora antes de que empezará a preparar todo.

- Todo hubiese sido distinto si no hubieses perdido dos años amor. - Acaricio mi mejilla mientras miraba fijamente mis labios.

- Lo sé amor.

- No te vas a olvidar de mí ¿verdad?

- No amor.

- Tampoco lo haré, recuerda que eres lo bueno que tengo aquí. Lo bueno es que ya vas a cumplir los dieciocho años, así podrás viajar cuando quieras. - Acaricio mi cabeza y beso mi frente.

- Lo sé y cuando lo haga, iré contigo.

- Eso espero o te llevaré escondida en una maleta.

- No entro amor.

- Eres chiquita, tal vez en una grande.

- Oye - Hice un puchero mirándolo y sonrió.

- Tal vez sí entres - Rio levemente y me abrazó.

Era difícil para mí hacer contacto físico con alguien, aunque con Aarón y Alejandro me sentía segura... Salva en realidad. Se que con ellos puedo esconderme para no perderme o tal vez es lo porque me quieren.

Después de un rato nos dirigíamos a su vuelo, me contó que empezará la universidad el próximo mes y que estará algo ocupado al llegar. Su hermano con el cuál vive, lo ayudara a conseguir trabajo y así solo empezaremos el alfa de nuestra pequeña historia.

- Oye - Sonríe y besa mi frente - Recuerda que debes cuidarte ¿Okey?

- Si cariño - Sonreí y lo abracé fuerte.

- Tú eres mi princesa Dayan, solo quiero que estés bien. Necesito que lo estés, no sé cómo nos irá, pero te amare cada día y haré todo lo posible por tenerte a mi lado.

- Eso lo sé.

- Quiero que te lo grabes linda, tú y yo juntos contra el mundo ¿De acuerdo?

- Si.

Es su dulzura o las fuerzas de querer sentir algo más, lo que me hace amarlo... No, amar es una palabra muy grande... Muy espesa, superior y crea fuertes vínculos. Yo solo necesito a alguien que esté conmigo. Necesito sentir que esto no me ahogara, no sé si me quedé perdida por mucho tiempo; Pero agarro rápidamente mis mejillas y me beso mientras quede en shock por unos segundos, mi primer beso...

- Perdona, no debí apresurarme linda.

- Tranquilo - sonreí algo sonrojada y agarró mis mejillas mientras me daba besos en la frente

- La próxima vez, te llevaré conmigo.

- Y la próxima vez, yo seré la que te besaré.

Nos despedimos y al final solo esperé hasta perderlo de vista... Mi primer beso, mi primera relación y a distancia.

¿Qué pasará?

Fue la primera pregunta que me hice, cuando ya me encontraba en cama, seguí y seguí. Sin aún responderme a aquella pregunta, sentí miedo de pensar por más tiempo, siempre que lo hago me siento fatal. Miré fijamente mis dedos y sonreí al recordar el beso, me siento como una niña chiquita; jugando con su pequeño dulce favorito.

No es por ser mala, pero esa voz regreso después de mucho tiempo; sigue atormentándome, como un hilo filoso que trata de herirme por diversión, pero no matarme. Es como un renacimiento de lo más bajo hasta donde pueda divertirse conmigo, ahora mi nueva inseguridad era poder estar a su nivel y que valiera su tiempo conmigo.

Pasaron dos días hasta poder hablar con él, no escogió un lugar cercano y lo entendía. No sé qué le paso aquí, para que tomara esa decisión... irse del colegio y ahora de nuestra ciudad.

¿Qué seguirá?

Volví al colegio, creo que mi escapatoria son las clases de artes ahora; entre callada y agarré el lápiz de carboncillo, comencé a plasmar la primera silueta del dibujo. La silueta estaba sentada debajo de un árbol... miraba el cielo. Con mis dos pulgares hice dos huellas unidas por un hilo blanco con amarillo, el color amarillo resaltaba, seguí dibujando hasta que regresé al árbol para hacerle los detalles. Además del hilo, árbol y la silueta; conecté todo esto por manchas pequeñas de sangre y así hice la última silueta. Desconcertada, desorientada, deambulando mientras en su corazón estaba clavada una daga con una rosa dibujada en el mango.

Como final, volví a dibujar la última silueta tumbada en el suelo, boca abajo y en ella resaltaba la punta filosa de aquella daga.

No sé porque, pero mi sistema empezó a colapsar.

¿Era mi forma de hablar lo oculto?

¿POR QUÉ DE NUEVO?

En eso sentí como alguien tomo mis manos y comenzó a sobarlas, era Esteban. ¿Qué hace él aquí?

No quiero que pase en frente de nadie, he podido sola me decía; trate de soltarme, aunque mi cuerpo empezó a temblar más rápido. Mi corazón está acelerado, mis ojos se llenaron de lágrimas y de repente empecé a llorar por desespero. ¿Por qué justo ahora? Pensé que todo estaba mejorando. Esteban se acercó y me dijo: Respira Dayan, tranquila aquí estoy.

Trate y trate de respirar, luego de un pequeño lapso me vi envuelta en los brazos de Pablo. Ya son muchas personas, muchas. A pesar de lo nublada que estaba mi vista note que Pablo hablaba con alguien por teléfono, acercándome a su pecho me hizo contar hasta diez y de diez a cero varias veces.

Necesito a Aarón ahora más que nunca.

Me colocaron una botella helada en las dos manos, ya sabía que fueron instrucciones de Aarón. Él sabe cómo calmarme, cómo calmarlo, mojaron mi cara y pelo un poco con agua fría y Pablo volvió abrazarme.

-Escúchalos linda, los latidos del feo de mi hermano, el sonido dulce, escucha mi voz, concéntrate en la paz, en el silencio, respira hondo estoy aquí contigo. Déjame oírte, necesito saber si lo estás haciendo bien. -Dijo Aarón por el teléfono que pusieron en mi oreja. Respiré hondo y solté poco a poco el aire.

-Me siento fatal.

-Lo estás haciendo bien enana. Sigue respirando, piensa en los pajaritos, los conejitos que tanto te gustan, piensa en los buenos momentos, la lluvia, la luna; sus fases, las estaciones.

-Gracias.

-Para eso estoy, te veo en la salida ¿okey?




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