Mi Pequeña Galaxia

18. FLOR DE LOTO

Seguimos aquella voz, después de que me dejara bajar de la baranda, al encontrarnos con los demás regresamos cada uno a nuestro hogar excepto yo, me quede con Alejandro.

Sé que ese día no lo voy a olvidar, aunque me siento incomoda porque tuve el enfrentamiento de mi realidad con Jeane, la cual no conozco, no estaba lista para tratar de luchar contra algo que no puedo ver y que esta cerca de matarme.

-Linda.. - Me saco de mis pensamientos y lo mire.

-Perdona, ¿Qué sucede? - Me senté en la cama, apoyando mi espalda en el respaldo.

-¿Te sientes cómoda aquí? - Se acerco y acaricio mi mejilla - ¿No tendrás problemas verdad?

-No, tranquilo. Además, yo quiero estar aquí.. contigo. - Me recosté en su pecho y él me envolvió en sus brazos.

-Quiero darte algo.. - Se alejó y buscó en una mochila. Sacó una pequeña bolsa y se sentó a mi lado, tomando mis manos con delicadeza y besándolas con calidez.

-Me estas colocando nerviosa ¿Sucede algo? - Suspiró suavemente y levantó la mirada. Una electricidad encantadora recorrió mi cuerpo, haciéndome estremecer. Con un movimiento rápido, ya me encontraba acostada mientras él tomaba mis manos por encima de mi cabeza, situándose encima de mí. Susurró algo que no alcancé a escuchar.

-Princesa. - Esos ojos verdes eran perlas hipnotizantes, y su voz, un deleite para mis oídos. La fuerza que ejercía sobre mí era delicada, Pero segura - No quiero ser como los demás contigo, quiero ser todo en tu mundo y que tú lo seas en el mío. - Nuestros labios se unieron con una intensidad que nos hizo sentir más cerca. Al separarme de su boca, observé su rostro; sus mejillas estaban rosadas y sonrió con picardía. Me sonrojé de inmediato y desvié la mirada. - ¿Tan nerviosa estás? - Dijo aun manteniendo esa sonrisa - Esto es solo un poco de lo que haremos cuando estemos casados.

-¿Casados? - Me sorprendieron sus palabras.

-Si. - Tomo mi cintura y me acerco a él, sin dejar esa sonrisa llena de picardía; saco una pequeña caja de aquella bolsa - Si no te queda, dímelo.

Dentro de la caja había un anillo con una piedra azul en el centro. Al detallar el anillo, noté que por la parte de adentro estaba grabado: "Flor de loto".

-¿Loto? - Pregunté, buscando respuestas en él. Pero tenía los ojos cerrados mientras se apoyaba en el respaldo de la cama, con un semblante calmado.

Y tocaron la puerta.

-Debe ser mi hermana - Sutilmente me besó y se dirigió a la puerta - ¿Sucede algo? - preguntó al abrirla.

Tuvieron una breve conversación sobre unas llaves que no podía encontrar. Al terminar, cerró la puerta y se recostó contra ella, mirándome. Dio pocos pasos, cuando Jeane abrió la puerta.

-Linda, cualquier cosa estaré abajo - Asentí algo apenada.

-Ella está conmigo, no le va a pasar nada. - Su hermana lo miró fijamente.

-Lo digo por ti. - Sonrió y agarró el mango de la puerta.

-¿Te puedes irte ya? - Suspiró, cortando el contacto visual que teníamos.

-Buenas noches. - Los dos le respondimos. Apenas ella se fue, él aseguró la puerta. Me senté en la esquina de la cama.

-Gracias, amor. - Me abrazó por detrás y me arrastró hasta que quedé encima de él.

-No es nada linda, ahora descansa. - Apretó su agarre.

-Así no podre hacerlo. - Me acomodé a su lado y coloqué su cara en mi cuello.

-Ese anillo es mi promesa. Te voy a respetar, pase lo que pase. Yo seré quien tome tu mano cuando caigas... claro, después de reírme.

-Oye, que malo. - Reímos juntos.

-Te amo, mi flor de loto. - Su agarre se sintió mas ligero; esta somnoliente.

-¿Me amas? - Voltee para mirarlo; él es perfecto.

-Shi princesa. - Reí un poco - Debí haberlo grabado. - Empecé a acariciar su cabello durante varios minutos hasta que abrió sus ojos- Deja de tocarme.

Agarró mis manos y comenzó a besarme con delicadeza. Nuestros dedos se entrelazaron; tuve que separarme y recosté mi cabeza, tratando de tranquilizar mi respiración.

- Así es como me gusta verte - Planto un beso en mi cuello y lamio el lóbulo de mi oreja.

-Cariño. - Estoy empezando a odiar sus ojos; siempre que trato de decirle algo, me siento intimidada.

-¿Qué pasa? - Se relamió los labios, sé que se estaba preparando para otro round.

-Quieto. - Debí decir algo diferente; soltó una pequeña risa y me beso.

-Dilo. - Habla mientras nos besábamos. - Dime que pare, que me detenga.
Agarro mis manos con una de las suyas; con la otra, agarro mi mejilla, profundizando el beso y abrió un poco mis piernas para hacer presión con las suyas.
- Dilo. - Planto el ultimo beso después de morder mi labio. intente alejarme y volvió a besarme con la misma intensidad.

-Déjame respirar. - Dejo de besarme, sé que lo estaba disfrutando; cerré mis ojos para calmarme, sentí cómo se acostó a mi lado, riendo levemente.

-Eso te pasa por no dejarme quieto. - Se acurruco en mi pecho.

-Esta no la olvidaré. - Lo abracé.

-Admítelo, te gusta cuando lo hago. ¿Quién diría que después de que tuvieras pena al besarnos, estemos así?

-Cállate. - Tape mi rostro, no le iba a permitir ganar; tomo mis manos y las alejo de mí.

-Cállame. - Su sonrisa volvió, picaron.

-No quiero. - Cerré mis ojos.

-Lo hare yo. - Lo aleje un poco cuando hizo presión.

-Yo lo hago, tranquilo; soy yo quien debería callarte esa boquita, esos labios. - Sacudí la cabeza y deje de admirar su rostro.

-No hagas eso, por favor. - Su mirada está puesta en mis labios, ni siquiera hablándole la desviaba.

-¿Qué cosa? - Saboree mis labios.

-Mirarme con deseo y después retractarte. - Se mordió su propio labio aunque manteniendo su mirada. Carajo, él si que me pone nerviosa.

-No puedo detenerlo. - Lo dije para provocarlo, no lo negare.

-Bésame. - Bajo mis manos.

- ¿Ah?

-Bésame, cómo si de eso dependiera la existencia de este mundo. Hazlo, no te detengas cuando inicies y prende el fuego que inunda nuestros besos. - Río levemente soltando mis manos, al ver que no respondía. - No eres capaz.




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