Mi Pequeña Galaxia

19. PETALO

Odio verlo nervioso. Ya amaneció y estoy tratando de que coma algo, pero se niega a hacerlo. Alejandro aún duerme.

-Dayan.. necesito contarte algo. - Se agarró el cabello fuertemente e intenté que lo aflojará.

-Ya lo sé. - Suspiré - Tus ojos están rojos, tus labios resecos, tus latidos están alterados desde que dormías y tienes otra vez la necesidad de probarla.

-Lo intenté, lo juro. - sonreí levemente y acaricie su mejilla.

-Toma mi consejo, busca ayuda con profesionales.

-No puedo hacerlo, sabes lo que pasó la última vez.

-Y no pasará nada, me tienes a mí.

-Fue mucho daño y lo sabes bien, y la necesito, quiero otra dosis. - Agarro mis manos, estaban sudando las suyas.

-Sabes que no te apoyo en nada que tenga que ver con tu autodestrucción. - Alejo sus manos y recogió sus piernas aun mirándome - Nadie de allí, pudo solucionarlo, fueron maltratos; no se como fueron contigo. Pero en serio necesito que la dejes y la comiences a tomar de la manera que es, entiende que eres muy importante para mi.

-No creo que pase nada.. solo fue una pequeña dosis. - Su mirada estaba perdida, sé con seguridad que trataba de seguir la conversación, aunque su mente no lo dejaba.

-Buenos días. - Sentí los brazos de Alejandro a mi alrededor y sus labios en mi mejilla.

-Buen día Cariño. - Sonreí levemente.

-Huele a hormonas y no de las buenas. - Soltó Aarón mirando hacia la nada.

-También hay para ti. - Alejandro lo abrazo fuerte y sacudió su pelo - Pelo de princesa.

-Es mío ¿Oíste? - Alejandro sonrió y se sentó al lado de Aarón.

-Ya te cambio por mi, te lo dije él me adora. Además me dijo princesa.

-Eso quisieras. - Me levante y empecé a lavar los trastes.

-¿De que estaban hablando? - Preguntó Alejandro para después provar su comida.

-Me estoy medicando de la manera menos saludable.

-¿Tomando doble o triple dosis? - Lo miro fijamente.

-Si.

-A veces pienso que ustedes se llevan bien, Pero como uno es mi novio y el otro mi casi hermano. Por esa razón se llevan mal. - Seque mis manos al mirarlos.

-"Yo si vine a quedarme no sé tú" Fue lo que le dije a tu novio. - Sonrió a boca cerrada.

-Y yo igual, linda.

-Que original.

-Cállate idiota.

-Uju... con mami presente no. - Me señalo Aarón y empecé a reír

-Parecen niños. - Aarón se quedo con la boca abierta.

-Y a mi casi me matas por decirlo en tu casa. - Alejandro empezó a reír y me abrazo.

-Preferencias, entiende tu lugar pastelito.

-Okey... - Lo mire extraña. "pastelito" No pudo encontrar un sobrenombre menos lindo.

-Celosa. - Beso mi mejilla.

-Tenemos que contárselo, Dayan, tu novio y yo.. somos amantes. - Se mordió el labio inferior.

-Mm, yo comparto, Pero cómo comparto, debo ser compartida. - Lo mire fijamente y hundí mi dedo en su mejilla - ¿Okey?

-No quiero. - Hizo pucheros y se aferro a mi. Aarón empezó a reírse.

-Con mami nunca sé sabe cómo será el juego. - Nos abrazo - Los quiero.

-Cállate. - Pellizco la mejilla de Aarón.

-¿Me regalas un momento con él, Aarón? - Acaricie su mejilla y él entro al cuarto. Baje la cortina y suspire, sentí la calidez y sonreí levemente.

-Se que estas preocupada, él estará bien. - Nuestra conversación fue en susurros.

-Es difícil, no poder hacer nada para ayudarlo a reconstruir su mundo.

-No eres un dios, ahora solo tienes que estar con él. - Tomo mi cara en sus manos, sonriendo beso mi frente.

Así sea un susurro que salga de su boca, él destruye poco a poco la barrera de protección que tengo.

-Quiero hacerte una pregunta linda. - Levante mi mirada atenta a sus palabras - ¿Él, la comida o yo?

-La comida. - No lo pensé dos veces - Es simple, ustedes se van a alejar y la comida siempre estará.

-¿Alejar? - Puso distancia con su cuerpo y fijo sus ojos confundidos.

Sonreí y bese sus mejillas.

-El mundo en el que yo estoy, es una ola llena de terremotos y dolor. - Relamí mis labios y camine hacia el cuarto.

-¿Por eso eres tan defensiva? - Agarro mis manos con fuerza deteniéndome.

Fije mis ojos en él.

-Tal vez. - Apretó su mandíbula.

- Sabes como odio esa respuesta de tu parte.

-Tendrás que acostumbrarte a ella. - Hable con impotencia y él beso mis manos.

-Acepto... Pero tú, te acostumbrarás al amor que te ofrezco. Haré todo lo posible por destruir esa pared que tanto proteges. Haré que el amor que sientas sea una locura, que no te deje respirar, que sientas que no estás en tu mundo, que sientas el amor que te faltó y que te veas cómo yo te veo. - Fue acercándose a pasos lentos, sentí la pared en mi espalda, esos ojos sinceros estaban a punto de lograr su cometido - Demonios... Dayan... Mi princesa. Ni te imaginas todo lo que te haré sentir si me dejas. Quieras o no, voy a enamorarme de todas tus cicatrices y las haré mías. Será un oscuro y dulce secreto que no podré ocultar cuando te tenga de pie frente a mí, con esos ojos profundos y esa personalidad tan arrolladora que me cautiva. Yo seré tu lugar seguro en esas tormentas, la calidez en tus noches frías. Yo mismo me encargare de hacer que tus miedos desvanezcan y en tus logros estaré a tu lado para decirte: estoy muy orgulloso de ti. Navegare en tus sentimientos y tú en los míos, seremos dos almas entrelazadas por mi promesa de amor, un amor en nuestra propia y pequeña galaxia.

Mi respiración se aceleró de un latido pausado a una tormenta. Lo que antes era un susurro quedó sumido en el más absoluto silencio. En lugar de una respuesta clara, mi mente se llenó de miles de preguntas. Sentía mis párpados livianos, y las lágrimas empezaron a deslizarse lentamente por mis mejillas, creando un rastro cálido y húmedo en mi piel. Cada lágrima parecía bailar en perfecta sincronía con las emociones que se desataban dentro de mí.

¿Tenía que darle una respuesta, ahora?

¿Hacerle entender cómo me siento?




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