Mi Pequeña Galaxia

21. RAICES SECAS

Dayan Morcant

¿Qué?

En ese momento fue que supe y entendí que había escogido mal, el ardor en mi mejilla crecía aún más cuando pensaba el... ¿Por qué?

Tengo que volver a repetir la misma historia una y otra vez para aprender.

-¿Qué has estado haciendo con mi puta casa? - Grito mi padre, acababa de abrirle la puerta y estaba sola - Respóndeme.

Abofeteo de nuevo mi rostro, mis ojos se cristalizaron, las lagrimas intentaron salir.

¿Te vas a dejar? ¿No harás nada? Dime, ¿Qué tan idiotas tenemos que ser para permitirnos esto? ¡Es tu familia o un imbécil que ni siquiera supo ser padre porque le quedó grande el papel! Has cargado con su peso, sus errores, su falta de amor, ¿Y qué hemos ganado a cambio? Nada. Solo más dolor. ¿No dices estar cansada de esto? Entonces, ¡Deja de hacer que tu corazón, tan noble y herido, siga tomando las decisiones en tu vida!

Mi pequeña Dayan... Tú siempre has sido la luz en la oscuridad, pero esa luz se está apagando por culpa de quienes deberían haberte protegido. Ahora es mi turno de hablar, y quiero que me escuches bien: tienes que empezar a velar por ti. Sé egoísta, cómo todos lo han hecho contigo. Es momento de que comiences a pensar con la cabeza fría y el corazón bien encerrado, porque si no lo haces, ellos seguirán aplastándote hasta que no quede nada de ti.

Mírate, Dayan. Mira lo que has soportado y cómo te ha consumido. Ya no puedes seguir así, no más. Es tiempo de que seas tú quien escriba su historia, no ellos.

O ¿Sabes? A veces es mejor dejar que todo se destruya dentro de ti, para que esos malditos sentimientos dejen de vivir y dejen de herirte una y otra vez. Dejar de ser afectiva, dejar de ser la que siempre da, es la única manera de no seguir siendo el juguete de las circunstancias. No más lágrimas, no más dolor por quienes no lo merecen. Deja que esa parte de ti muera, porque solo entonces podrás ser libre de verdad.

Mi pequeña flor de loto entiéndelo.

¿Y si solo dejo de ser yo? Creo que es lo mejor.

Lo hare, está vez estoy decidida.

Ni siquiera le preste atención ¿Qué me detenía? Exacto, absolutamente nada. Comencé a alistar mis maletas y salí de casa, fui directamente al parque.

No me gusta pedir ayuda, siendo sincera espero que venga Aarón, con él no tengo que explicar nada. Lo bueno es que ya se mantenerme sola, trabajo bien y soy buena en muchas cosas. Este año termino mis estudios, y me ofrecieron hace poco una oportunidad en una universidad buena.

-Hola mi princesa - Me abrazo fuertemente.

-Hola Aarón - Correspondí a su abrazo - ¿Y tu por qué estas aquí?

-Te extrañaba y eso que apenas han pasado cinco horas. ¿Y tú?

-Aquí con mis maletas.

-¿Día difícil? - Sonreí levemente -Y si vas.. - Lo interrumpí.

-Alejandro me propuso vivir con él, claro en habitaciones separadas.

-¿Estás segura?

-Si, creo que con él mejoraran las cosas. Seria en una casa donde estaríamos solo los dos, tal vez busquemos cerca de aquí, pero te necesito conmigo.

-Y siempre lo estaré hasta en tus últimos días mi princesa.

-Tengo suerte de tenerte, hermanito. - Lo abrace fuerte y el correspondió.

-Tú eres mi mejor regalo Dayan, claro después de Pablo o si fuese lo contrario me haría una escena de celos. - Reí un poco, sabía que lo haría - ¿Vendrá por ti? - Asentí y en poco tiempo llego él.

-Hola linda. - Hablo Alejandro ignorando completamente a Aarón - ¿Lista?

-Si, gracias baby, nos veremos después.

-Adiós baby, Alejandro después necesito reunirme contigo. - él asintió y subimos al taxi que nos esperaba.

-Linda. - Alce mi rostro y sonreí levemente.

-Dime.

-Todo estará bien ¿Okey?

-Lo sé, siempre estaré bien a tu lado.

Esa decisión fue la que me hizo entrar en la boca del lobo, la que le dio más acceso a mi vida; aunque aún no lo sabía. Cada delicado paso entre los hilos que me hacían sangrar los pies me llevaban a un abismo que estaba apunto de arrastrarme con él. La oscuridad llegaba lentamente consumiendo la poca luz que tenia y cualquier esperanza de escape.

Estaba tan cegada que no sabia que:

Cada elección, cada pequeño gesto, era una traición silenciosa a mi propia alma, entregándose gota a gota, a este depredador vestido de un amor sincero. Y así, un agujero negro consumía todo a su paso, aunque tenía nombre, dejaba un desolado vacío en esta galaxia, que alguna vez llamé VIDA.

Aunque estoy feliz de irme con él, ahora.

Es el momento de mi graduación, solo están ellos.

-Dayan Morcant puede venir por su titulo. - Me levante, mis pasos se sentían lentos, como si flotara. La gente comenzó a aplaudir, note como Aarón se levanto sobre su silla, gritaba mi nombre y lo orgulloso que estaba de mi.

Aunque quisiera que hubiera sido mamá o papá.

Alejandro aplaudía mirándome fijamente, para mi sus ojos decían mucho, su presencia representa paz, su sonrisa era lo ultimo que quería ver al final de día.

También estaba Pablo, Jeane y Esteban.

Hoy no iba a permitir que nada arruinará mi día.

Al terminar la ceremonia, vendaron mis ojos y me llevaron a un lugar.

-Espero te guste, casi me quito un pie. - Dijo Aarón en mi oído suavemente.

-Estoy nerviosa siempre me sorprendes. - Escuche una risa leve, no era de él.

Sentí como el carro freno en seco y me desencaje del asiento, gracias al cielo tenia cinturón.

-¿Estás bien, baby? - Le respondí que me encontraba bien.

-¿Qué sucedió?

-Es que casi nos pasamos de la dirección.

Me bajaron con cuidado y comencé a caminar con dificultad.

-Te acuerdas que cuando cumplimos un año de amigos, me dijiste que amabas algo con toda tu alma. - Asentí - Pues resulta que el día de hoy están aquí y con mucho esfuerzo logre comprarte la colección, claro y con una deuda grande.




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