Capítulo 7

A la mañana siguiente, voy al trabajo en autobús. Después del incidente de ayer, tendré que usar el transporte público por un buen tiempo. Además, me asusté tanto que cuando vi nuestro coche dañado en el patio esta mañana, me di cuenta de que ahora tengo miedo de conducir.

Espero que papá lo lleve a reparar antes de que mamá vea lo que pasó.

Adormilada en el asiento, me sumerjo en pensamientos sobre el día de trabajo que me espera.

Honestamente, pensé que mi práctica preprofesional sería como la de otros estudiantes: llegar a la empresa, poner todos los sellos, recoger los documentos necesarios para el informe y eso sería todo.

Pero decidieron aprovecharme al máximo, ya que unas manos extras siempre vienen bien.

Cuando ya estaba cerca de la oficina, mi teléfono vibró. Era un mensaje de Blanca de contabilidad:

"No te olvides de comprar café! ☕️". Suspiro y respondo "OK".

Bajo del autobús una parada antes y me dirijo a la cafetería más cercana. Después de pedir café para Blanca, espero en el mostrador mientras el barista prepara nuestras bebidas. Finalmente, tomando el vaso caliente, salgo a la calle, tratando de cerrar bien la tapa mientras camino.

Pero no llego a dar dos pasos cuando me topo con alguien. Mi mano se mueve bruscamente y el café se derrama instantáneamente, tiñendo de color café la camisa blanca del desconocido y parte de su abrigo. Levanto la vista, lista para disculparme, y de repente me doy cuenta de que es el mismo hombre en cuyo coche me estrellé ayer.

- Oh, oh, oh, oh, oh, oh - es todo lo que puedo articular en esa situación.

Una chispa de reconocimiento pasa por sus ojos y su rostro se vuelve instantáneamente sombrío.

- ¿Ya estás cansada de vivir?! - su voz suena malévola. - ¿No fue suficiente con el accidente de ayer?

Me quedo parada frente a él, sintiéndome aún peor que ayer. Parpadeo rápidamente. Definitivamente no quería volver a encontrarme con este hombre. Se fue ayer sin decir una palabra sobre compensar los daños, y ahora, quizás, lo recordará.

- Yo... lo siento. Perdón, yo...

Él agita la mano con irritación, como si quisiera alejar mis disculpas.

- Espera, intentaré limpiarlo - balbuceo, sintiéndome cada vez más incómoda.

Saco un paquete de toallitas de mi bolso, tratando de no mirarle a los ojos. Entiendo que debo intentar arreglar la situación de alguna manera, así que comienzo a secar activamente el café en su camisa blanca.

Y lo hago aún peor.

En lugar de ayudar, mis acciones solo empeoran la situación. La toallita esparce el café por la tela, dejando una mancha aún más notable.

El hombre me mira con evidente irritación, sus ojos llenos de ira descubierta.

- ¡Basta! - su voz, como siempre, está llena de irritación y arrogancia. Aparta mi mano, y de repente me doy cuenta de que no debería haber tocado a un desconocido y violado su espacio personal.

Acabo de, en cierto modo, manosear su torso.

Retrocedo, sintiendo mi rostro arder de vergüenza. A pesar de toda la situación, había un cierto encanto en su semblante sombrío que le añadía carisma.

Me doy cuenta de que lo estoy mirando descaradamente y no puedo apartar la vista. A la luz del día es aún más guapo.

- Realmente lo siento - murmuro, sin saber qué más añadir.

- Ni una palabra más.

Él examina con desagrado su camisa manchada, cierra los ojos por un momento, como tratando de calmarse y no estallar. Y yo sigo ahí, como clavada al suelo, sin entender qué espero.

- Deberías ser más cuidadosa - dice fríamente. - Y, por favor, no intentes ayudar de nuevo.

Con esas palabras se aleja, dejándome en total desconcierto. Detrás de mí suena el timbre de la puerta de la cafetería. Me giro para mirarlo marchar, sintiendo que mi corazón late más rápido.

Tiro el vaso con los restos de café a la basura y, con el corazón inquieto, me dirijo a la oficina. Por el camino compro otro café. Lo dejo en el escritorio de Blanca y me apresuro al baño, porque mi chaqueta clara también se ha manchado de café.

Con la esperanza de arreglar al menos algo, saco una toallita húmeda y comienzo a frotar con todas mis fuerzas.