<<Aquí comienza otra parte de vida, no quería revolver el pasado, pero toca callar y esconderme.>>
Lo decía mirándose al espejo esa mañana cuando se arreglaba para ir a ver su nuevo hogar. Lucia era una mujer de armas tomar, que podía hacer ella si no dar su brazo a torcer.
En ese momento suena el teléfono al contestar era su amiga Clarissa.
— Buenos días, amigas que paso, no vas a venir a trabajar, es tu primer día con tu nuevo jefe y no has llegado a la oficina.
— Mañana iré, tengo que hacer algo más importante.
— Está bien amiga, entonces celebraremos hoy de nuevo.
— Bueno, puede ser Clarissa, pero primero tengo que hacer la diligencia primero.
Luego cuelga el teléfono y se queda mirando de nuevo al espejo. Y termina de arreglarse.
Al salir de su vieja casa se dirigió a una de las mejores zonas de Valle Hermoso. Cuando subía por las escaleras de la entrada del apartamento, miró al vigilante y este le preguntó.
— Buenos días, señorita, viene a ver a alguien.
— Buenos días, señor no vengo porque tengo un apartamento aquí es el 4:07.
— Usted debe ser la sobrina de la señora Lucía ella llamó diciendo que hoy venía su sobrina a vivir en él. —Katty solo levantó una ceja y le contesto al vigilante.
— Sí, mi nombre es Katherine, pero puede decirme Katty.
— El mío es Juan Pablo, y es un placer conocer la señorita.
— Bueno, ahora voy arriba, luego traeré algunas otras cosas.
— Está bien y bienvenida de nuevo.
Katty se montó en el ascensor y subió al piso 4 no sabía cómo aquella mujer mentía tanto. Cuando llegó al piso se abrió el ascensor y salió hasta la puerta de su piso. Al introducir la llave sabía que ya no había vuelta atrás. Y entró al apartamento, aquel lugar era medio lujoso, todo estaba ordenado y recorrió todo el lugar.
Katty comenzó a ordenar algunas cosas que estaban allí, y al terminal salió del apartamento para comprar algunas flores y poner en aquel apartamento vacío de color.
Lo que no sabía Katty era que al frente de ella vivía su nuevo jefe, Ricardo Montenegro el hijo del dueño donde ella trabajaba.
— Entiendo papá que mañana tengo que estar en la empresa, sé que Lucía me consiguió una nueva empleada.
— No es una empleada nueva, es una de nuestras más eficientes secretarias de la empresa y Lucía la contrato.
— Sabes que Lucía es buena para ello y eligió la mejor.
— Sí, espero que no sea como la última que tuve, por poco no se desnuda en plena juntas con los accionistas.
— No me lo recuerdes, que Lucia está muy mal por eso, pero bueno hijo, eso está resuelto ya.
Ricardo colgó la llamada, y en ese momento estaba arreglando se para salir con sus amigos. En el momento que salía de su casa, se consiguió con sus dos vecinos Harold y Sarais que siempre andaban por allí de asomados.
— Hola Ricardo. —lo saludo Sarais con una hermosa sonrisa.
— Como está señora Sarais, señor Harold.
— Muchacho está muy arreglado va a ver alguna chica bella.
— Como cree, voy con unos amigos a tomar algo y ustedes que hacen tan tarde por los pasillos.
— Bajamos a pasear un rato por la camineria del edificio y bueno también vimos llegar a la nueva inquilina.
— Vaya son dos ancianos metiches.
— Hijo solo nos dio curiosidad, ver quién había llegado. —le dice Harold. — La chica es muy linda, es una mujer joven es una catira de cabellos dorados y ojos azules como el cielo.
— Y ya la conocieron o aún no han investigado nada de ella.
— Mejor vamos a nuestro hogar Harold, Ricardo tiene que hacer muchas cosas.
Ricardo se despide de ellos y baja por el ascensor hasta el estacionamiento, cuando salía de la residencia el vigilante le dice.
— Ya conoció a la nueva inquilina, está frente a su apartamento señor Ricardo.
— La pareja de ancianos de 4:09 ya me dijo que en el 4:07 hay una nueva chica, por supuesto que ya lo sé algo más Victorio.
— No señor…
Ricardo se quedó pensativo, de solo recordar cómo la nueva inquilina ya estaba siendo un bum. Pero ya tenía que dejar de pensar en lo que le habían dicho y visitar a sus amigos.
Mientras que Katty volvía a la residencia con algunas cosas que el vigilante le ayudo a subir, luego de irse el hombre ella se quedó sola.
— Por qué se me ocurrió ayudar a esa señora de la oficina, pero que puedo hacer si ella conoce todo de mí, y yo de ella nada.
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Editado: 17.11.2024