Mi Sexy y Odioso Jefe

Capítulo 4

A la mañana siguiente, Ricardo había llegado mucho más temprano que lo normal y se dirigió al departamento de relaciones humanas. Allí están Lucía, siempre fiel como siempre en su trabajo.

 

— Buenos días, cómo estás Lucía.

— Que ocurre Ricardo, me llamaste ayer tarde. Si necesitas algo puedes decírmelo ahora.

 

Lucia sabía que aquel hombre tan alto y muy bien parecido, le pasaba algo para llamarla tan tarde de madrugada. Y con una voz de preocupado, que tantas veces ella escuchaba en la oficina de su padre.

 

— Que necesitas Ricardo, quieres que te ayude en algo porque para eso me llamaste. Dímelo es algo importante. — él se queda pensativo del otro lado del escritorio y escupe las palabras.

— Sí, Lucía necesito de tu ayuda, necesito una compañera para la fiesta de la empresa, pero urgente y no consigo la adecuada.

— Ya sé, no te gusta que se enamorará de ti. Bueno, puedo ayudarte en ello, tengo a la persona indicada.

 

Lucia aprovecharía esa oportunidad con Katty ella sí que era diferente a las demás mujeres en la vida de Ricardo. Además, ella trabajaría al lado palma con palma. 

 

— Dime Lucía si tengo que pagar un precio, para que me ayudes. — le respondió él con voz sería y pensativo.

— Bueno, hoy trabajará contigo una nueva aspirante, solo es una prueba nada más. Ella ha trabajado en la empresa por unos años y es la adecuada para esto.

 

Ricardo se puso rígido y serio, no quería pasar de nuevo por un escándalo con la nueva secretaria, menos que fuera como la anterior que había tenido. Aquella vez la mujer transformó su vida en la oficina un desastre, se había enamorado de él y luego había hecho lo imposible para tenerlo en la cama. Se pasó la mano por la barbilla y luego miro a Lucía y dijo.

 

— Ok, de acuerdo Lucía, pero nada que se enamore de mí y me ayudas en lo de la compañera. Y respecto a mi vida íntima, no busques de emparentarme con nadie. Ya sabes los problemas que ya he tenido.

 

— No te preocupes que la joven no te molestara, tú me ayudas, yo te ayudo. Con la compañera para que vaya contigo a la fiesta de la empresa.

 

Ricardo se despide de Lucía y sale a su oficina, y decía para su adentro <<maldición Lucia, papá se molestará conmigo, por pedirte este favor>>. Y se fue por el pasillo hacia su oficina.

 

Mientras, en otro lugar de allí, en casa abandonada a las afueras de la ciudad, estaba el padrastro de Katty. Tramando su nuevo atraco. Y estaba pensando en las empresas Montenegro.

 

— Ya saben donde estará el hijo de Montenegro. No quiero que salga nada malo.

— Sí, señor, sabemos que este fin de semana se celebrará el aniversario de la empresa y también la retirada de Alejandro Montenegro de la empresa. Dejando a su hijo al poder.

— Entonces está todo preparado, eso es bueno, esperemos que cuando su hijito bello salga de la fiesta no de mucha lata al secuestrarlo.

— Está bien, señor, todo está preparado como lo planeamos, nos llevaremos al hombre a la cabaña del bosque a medio camino de la ciudad.

— Esperemos el fin, Alan has averiguado lo que te encomendé.

— Sí, señor nada, aun la mujer se ha escondido bien, pero estamos detrás de una pista.

— Ok. Ok. Pronto espero que consigan a mi hijastra porque me debe un montón de cosas.

— Bueno, esperemos que están vez la encontremos.

 

Mientras en las empresas de Alejandro Montenegro, Katty toma el ascensor rápido. Y sube, pero lo que no pregunto fue en que puerta era. Por qué en ese pasillo quedaban dos y no sabía cuál era la de Ricardo. Abrió una puerta al azar y se sorprendió por lo espaciosa que eran. En eso ve un hombre mayor canoso, sentado en el sillón mirando unos documentos, cuando alza la vista a ella.

 

— ¿Y usted quién es? ¿Quién le dio permiso de entrar así a mi oficina? —aquella voz era autoritaria, de temple y poderosa.

— Disculpe, no fue mi intención, entrar sin tocar, es que comenzaba hoy a trabajar en una nueva oficina con el señor Ricardo Montenegro.

En ese momento Alejandro cambio la cara, y su voz.

— Claro, era Katherine Gutiérrez, la nueva asistente de mi hijo.

— Bueno asistente, no, su secretaria.

— Y de seguro eres recomendada de Lucía, de derechos humanos.

— Sí, señor, pero no me dijo cuál puerta era la del señor Ricardo.

Alejandro la invitó a sentarse y hablar con él.

— Entonces trabajará con mi hijo, espero que se la lleve bien con él. Ya pronto me retiraré y necesita mucha ayuda mi hijo.




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