Mi Sexy y Odioso Jefe

Capítulo 10

— Dime si no es hermosa.

— Tienes toda razón, jefe es hermosa.

— Tengo planes de secuestrarla y llevármela lejos.

— Está seguro que quiere hacer eso, señor Darío.

— Estoy muy seguro, vas a seguirla a donde vaya, e informarme con quién se la pasa.

— Si señor Darío.

Darío había conseguido la dirección nueva de Katty, y tenía pensado secuestrarla para llevársela lejos. Así que tenía que armar su plan, para que nadie se diera cuenta de que ella desaparece de donde trabaja.

— Bueno Tom ya sabes síguela a donde ella vaya, así este con amistades.

— Entendió Darío, y cuando será el día.

— Yo te diré el día que tiene que ser.

— Está bien, la seguiré todo el tiempo.

Cuando llego el día lunes, Katty había llegado temprano, había cambiado de look y su amiga se dio de cuenta de ello.

— Vaya que cambio, te lo has cortado.

— Sí, un poco solamente.

— La verdad que tienes otro aspecto Katherine.

— Graciosa Clarissa.

— Dime cómo te preparas para la reunión de la empresa, sabes que irán mucha gente importante.

— Lo sé, pero bueno estaré bien si no me ven. —y se echó a reír.

— Y como vas con tu jefe el señor Ricardo Montenegro.

— La verdad que no lo paso, pero a la final el estúpido se disculpó.

— Wuaoo interesante saber eso.

— Bueno luego te sigo contando cómo me fue voy a la oficina antes que el odioso de mi jefe le dé un ataque cardíaco.

— Suerte amiga.

Ricardo en sus pensamientos maldecía mil veces, antes de salir de su apartamento. Se había enterado de que si exnovia lo iría a ver a la oficina y la verdad que no quería hablar con ella. Tenía que hablar con Katherine, sobre Fabiana. Katty era buena para las relaciones personales, además era su secretaria. Pero como la convencería de ello, si la había tratado mal a ella. Necesitaba la ayuda de su secretaria con urgencia antes que Fabiana comenzará a frecuentar la empresa. Cuando llego a su oficina vio que allí está Katty, en su escritorio.

— Buenos días, señorita Katherine.

— Buenos días, señor Ricardo en su escritorio deje algunos papeles para que lo firme.

— Gracias, y podría pasar a la oficina necesito hablar con usted.

Katty se levantó sé la silla y fue detrás de él a la oficina. Mientras él tomaba asiento en su escritorio, ella se sentó cómodamente. Y lo miro sentarse y poner cara de serio.

— Vamos al grano señorita Katherine, necesito que mi exnovia no entre a mi oficina hoy, no la quiero aquí. Así que encárguese de ella hoy.

— Discúlpeme señor Ricardo, pero no soy regadera de nadie, vine a trabajar no a zafarme de sus novias.

— Es solo un favor que le estoy pidiendo, no quiero que Fabiana este mucho tiempo en la empresa quiero que busque la manera de alejarla de mí.

— Porque no lo hace usted, es su bueno diría yo. Casi o no casi novio.

— Porque usted es mi secretaria y se lo ordeno. Ahora salga de mi oficina.

— Usted es…

Katty se quedó callada y salió de la oficina hecha una furia hablando sola. Se sentó en su escritorio y se puso hacer memorándum. Al cabo de unas horas la tal Fabiana nunca apareció. Y Katty estaba molesta aún por eso, le tocó un día estresante con su odioso Jefe.

Después de ese día Fabiana seguía sin aparecer en la oficina, así que a Katty le tocó visitar a un cliente importante. Así que fue a la oficina de Mark Grabelli. Y allí estaba sentada en la oficina de aquel prepotente italiano.

— Que hace la secretaria de Alejandro Montenegro aquí.

— Buenos días, señor, es más educado saludar.

— Si va a venir con los selmoncitos, mejor váyase de mi oficina.

— Mi señor Grabelli necesito su firma en este documento que tengo aquí, así que no me voy hasta que lo haga.

— Y si no lo hago que va a hacer.

En ese momento interrumpen la conversación y suena el teléfono.

— Señor Grabelli su hija está aquí en recepción quiere hablar con usted.

— Dígale que no quiero hablar con ella, que…

Antes que el hombre dijera algo Katherine tomó el teléfono y lo colgó. Lo miro sería y le dice.

— Un padre no debería de tratar a sus hijos así, así que baje a recepción y vaya a ver a su hija.

— Usted es una mujer abusadora.

— Mire señor, vamos que lo acompaño y hablé con su hija así será mejor para los dos.

— Usted es una mujer pequeña y…

— Y nada vamos que lo esperan.

Cuando aquel hombre de carácter fuerte baja a recepción y ver a su hija de nuevo. Y aquella chica elegante mirar a su padre y con meses de embarazo le dice.




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