—Es una invitación muy importante de nuestro mayor benefactor, y es importante que todos estén presentes, principalmente usted, señor Alan —exclamó el director de la universidad deteniendo sus ojos en mí.
Lo contemplé sorprendido, sin saber cómo reaccionar. Nos convocó para hablarnos de la fiesta de compromiso del hijo de un importante benefactor de la universidad, y sabiendo de quien se trataba solo guardé silencio tensando mi mirada.
No esperaba que me nombrara a mi exigiendo mi presencia. Pero debe negarme sea como sea, no debo ir a esa fiesta, por mi propio orgullo no puedo.
—Señor director yo…
—Alan —dijo el anciano sonriendo y palpando mi hombro—, dependeremos de usted para financiar la nueva biblioteca, el señor Raúl Ruiz quiere conocerlo, así que será nuestro representante, debe prepararse bien y dar la cara por todos.
Raúl Ruiz, es el benefactor y padre de Oliver, el omega que se quedó con mi ex pareja. Me extraña que quiera verme, a menos que sus intenciones sean callar mi boca para que no delate que su hijo fue el amante de una relación matrimonial. Es entendible, su futuro heredero no debería cargar con el estigma de ser quien se entrometió en una relación de casados.
Tensé mi rostro y aún más cuando vi la caja con un elegante traje que llegó de encomienda a mi nombre al departamento de mi amigo en el que estoy viviendo temporalmente. Sin remitente alguno imagino que el director fue quien lo envió debido a que espera que represente a toda la universidad frente a ese imponente hombre de negocios. Y no puedo pasearme con mis humildes vestimentas frente a una ceremonia a la que van a asistir muchos personajes de las altas esferas del país.
El hotel ha sido decorado de forma lujosa, sin escatimar gasto alguno, se ve que el compromiso del poderoso hijo de Raúl Ruiz es un evento más allá de lo que pudiera haber imaginado.
Con el nuevo traje encima entré al lugar luego de mostrar mi invitación, y me detuve en la puerta sin creer todo lo que veo. Las luces han sido colocadas de tal forma que al estar encendidas provocan un efecto en los ventanales como si el lugar estuviera rodeado de estrellas titilantes. Las ventanas van del piso al cielo, y una larga escalera de tono oscuro se desliza desde el fondo al salón.
La decoración es lujosa y cada cosa parece estar colocado en el lugar adecuado. Es un mundo que no conozco, un humilde profesor universitario nunca se movería en lugares como estos.
—¿Señor Alan Vázquez? —me preguntó un joven mozo con cortesía. Como respuesta solo moví la cabeza, aun sorprendido por el impresionante lugar—. Acompáñeme, el señor Ruiz quiere verlo.
Escuchar esas palabras me hizo aterrizar de golpe en el piso, y no pude evitar tensar mi mirada con los nervios que me carcomen el interior ¿Qué podría decirle a ese hombre? ¿Repetir las mismas palabras del director sobre los beneficios de mejora que traerá arreglar la vieja biblioteca?
Tragué saliva mientras subo las escaleras detrás del hombre mentalizándome que en unas horas más estaré en mi cama intentando olvidar está fiesta.
En ese momento mientras subo las escaleras me encontré de frente a mi ex pareja que llevaba del brazo a su omega. Mi ex me quedó mirando de arriba abajo sin decir nada, debe ser porque, salvó en nuestra boda, no he vuelto a usar un traje tan elegante como este. Pareció molesto y arrugó el ceño.
—¡En verdad te ves muy apuesto! —dijo el omega incluso aplaudiendo a pesar de que su novio carraspeó al ver su expresión—. ¡Ay! Cariño, no seas celoso, tú también estas muy guapo. Pero como buen alumno debo halagar a mi maestro.
Le dijo al notar sus celos. Tuve que ocultar mi sonrisa irónica ¿Quién iba a pensar que el hombre que hace unos años me juró amor eterno por primera vez sienta celos, pero no por mí, sino por su pareja al halagarme?
Siguieron su camino, pero mi ex al pasar a mi lado susurró.
—Debería darte vergüenza haber venido ¿Quieres seguir humillándote más? ¿O esperas que me arrepienta a última hora y diga que aun te amo?
Me giré al escucharlo notando su mirada fría, quisiera decirle que no estoy en este lugar por voluntad propia ni menos por él, que por mi fuera estaría en casa viendo una película y disfrutando mi soledad que estar en este lugar.
Pero no pude decirlo por miedo a montar un escándalo y arriesgar lo único que me queda, que es mi carrera y mi trabajo.
Seguí mi camino rumbo a la oficina donde se encuentra Raúl Ruiz, el joven empleado avisó mi presencia para luego hacerme entrar al lugar. La luz apenas penetraba en la estancia y me fue muy difícil poder ver al hombre sentado frente al escritorio.
—¿Señor Ruiz? —pregunté sin poder verlo bien—. Soy Alán Vázquez, he venido en representación de la universidad y…
—Con qué finalmente puedo conocerte —la profunda voz del hombre interrumpió mi discurso memorizado y confundido intenté continuar sin que las palabras salieran de mi boca.
—Tome asiento —dijo encendiendo una lampara a su costado que hizo que la penumbra se alejara de la habitación.
Pude ver el rostro de aquel poderoso empresario, es un hombre mayor pero apuesto, con rasgos que revelan que su hijo no solo heredó la belleza de su madre, sino que también sus penetrantes ojos azules.
El lugar es un despacho, con libros y documentos en altas estancias y un escritorio lleno de papeles. Raúl Ruiz se colocó de pie sentándose en el sofá frente al asiento que yo acababa de tomar. Ante su sería mirada solo guardé silencio sin saber que decir. Sentí que me examinaba de pies a cabeza.
—Veo que tiene estudios, alumno destacado, excelencia academia, profesor de literatura hace tres años. Sino fuera por la mala situación financiera de su infancia y juventud hubiera podido llegar más arriba. No tiene ambiciones tan altas y eso es bueno, no quiero que mi hijo sea opacado por su pareja, pero tampoco quiero a su lado a un monigote inútil que no sirva para nada. Otro punto a su favor es que es un alfa recesivo por lo que no se impondrá en su línea de herencia.