—¡Profesor, es un gusto volverlo a ver! —exclamó Oliver apenas acababa de entrar a la sala con intenciones de retomar mis clases luego de mi licencia por la operación y el divorcio.
Me quedé paralizado ante su presencia. Sabía que sería mi alumno, el mismo omega que fue el amante de mi exmarido, y con el cual ahora se va a casar. Sin embargo, no me esperaba su desfachatez recibiendo de esa forma frente a todos.
—Buenos días, tomen asiento —señalé ignorándolo y yendo a mi lugar.
El pequeño omega rubio soltó un silbido de sorpresa y luego se sentó con un gesto divertido. Es evidente que se ha inscrito en mis clases solo para atormentarme.
La clase de biología humana avanzó sin problemas, hasta detenernos en la explicación del género secundario y la procreación.
—¡Maestro, maestro! —Oliver alzó su mano con una duda.
No esperó a que le diera la palabra para hablar.
—Por el tema de la procreación ¿No cree que los matrimonios entre alfas no debería permitirse? —ante su pregunta me di cuenta como todos comenzaban a susurrar entre ellos.
Todos saben que estuve casado con un alfa antes, y es evidente que ese pequeño omega diabólico ha dicho esto solo con intenciones de meterme en problemas.
—Si lo prohibieran, coartarían la libertad individual de cada persona —le respondí seriamente.
—Pero entonces ¿Para qué casarse si no pueden tener hijos?
—Por amor —respondí ordenando mis papeles al ver que en unos minutos se acaban ya las clases, quiero salir luego de acá antes de seguir tolerando la mirada burlesca de ese omega.
—¿Amor? —alzó sus cejas—. El amor entre alfas no es fuerte, basta que un omega se meta entremedio para que el alfa responda a su naturaleza.
Dicho esto fijó sus ojos en mí, sonrió con maldad mientras el timbre que avisa que la clase ha finalizado comenzó a sonar.
Nadie se movió de su asiento, todos se quedaron mirando al omega y a mí, como si esperaran algo más.
—¡Uf! —dijo Oliver colocándose de pie—, mi prometido viene por mí, gracias, maestro. Nos vemos en su próxima clase.
Y dicho esto salió cantando como si nada hubiera pasado. Ahora debe correr en brazos de mi ex, como solía hacerlo yo antes.
Sonreí con ironía ¿Por qué pienso en eso? Caminé por el pasillo intentando no pensar en eso, yendo al comedor solo jugué con mi comida.
—¿Cómo ha sido la mañana? —me preguntó Esteban sentándose a mi lado con su bandeja de comida.
—Tengo de alumno al omega que fue amante de mi ex, con quien me engañó y con quien se va a casar ahora —le respondí con una sonrisa sarcástica.
Esteban me miró incrédulo.
—¿Lo dices en serio? —luego golpeó la mesa con su tenedor—. ¿Cómo puede tener tanta desfachatez? Venir a molestarte justo en tu trabajo...
—Lo sé —musité resignado—. ¿Qué tanto puedo hacer con esto?
—Puedo conseguir que un primo que vive en otra ciudad te consiga una entrevista en la universidad en que trabaja ¿Te parece?
Lo contemplé inseguro, irse debería ser lo mejor, pero aquí está toda la gente que conozco, es el lugar en donde he vivido durante años, no sería fácil irme y empezar de cero.
—Lo pensaré —le respondí con una ligera sonrisa.
Golpeó mi hombro con suavidad.
—Si cambias de parecer, solo dime.
Tal vez Esteban tiene razón, no sería huir, sino poder ir a un lugar donde podría sanar el dolor que cargo porque aunque quiera negarlo sigo enamorado de mi exmarido. Como un tonto sigo aferrado a quien tanto daño me ha hecho.
—¡Te dije que no! —Oliver empujó a mi exmarido contra el auto—. No quiero intimidad antes del matrimonio ¿Sabes como llaman a los omegas que son marcados antes de casarse?
—Prometo no marcarte —dijo el alfa abrazándolo pese al rechazo del omega—, seré bueno, no lo haré.
—¡Te dije que no! —lo apartó de su lado.
En eso se dieron cuenta de mi presencia, apresuré el paso, necesito pasar por ese lugar porque debo ir a la oficina del director.
Oliver sonrió empujando a mi exmarido y corrió detrás de mí. No entiendo sus intenciones de seguirme, lo que menos quiero es seguir involucrándome con esos dos.
—Profesor —dijo alzándome pesé a que no detuve mis pasos, por lo que comenzó a caminar a mi lado—. Estuve buscando más información de lo que hablamos en clases, de que el amor entre alfas es mucho más débil que el amor entre un omega o alfa...
—La diferencia radica es que entre omega y alfa son las feromonas las que atan el uno al otro, es una atracción más física que una de amor, ¿lo entiendes? —le dije seriamente.
No quiero seguir hablando del tema.
—Pero profesor...
—¡Basta con hablar de eso, la clase ya terminó! —le grité haciéndolo retroceder hasta el pilar a su espalda.
No quería reaccionar de esa forma tan agresiva, estoy aún descontrolado por el tema del divorcio, pero aunque sea el amante y actual prometido de mi ex no puedo hablarle de esa forma, sigue siendo uno de mis alumnos.
—Vaya... yo... —musitó el omega desconcertado.
Pero de repente abrió sus ojos respirando agitado mientras su rostro comenzaba a enrojecer, se aflojó la camisa sin poder hablar bien.
—Celo... creo que es mi celo... —señaló perdiendo el control.
—¿Tu celo? —me agaché a su lado buscando unas pastillas en mi maleta, como maestro suelo andar con inhibidores de emergencia—. Toma estos inhibidores, aquí tienes agua.
Le pasé una botella viendo como se tragaba las pastillas.
—¿Te sientes mejor? —le pregunté preocupado.
Pero antes de que me respondiera apareció mi exmarido y sin preguntar nada me tomó del cuello de la camisa, totalmente fuera de sí, empujándome contra las gavetas de metal de las pertenencias de los alumnos.
El golpe en mi nuca fue tan fuerte que sentí que por un momento estuve a punto de perder la conciencia, y me quedé en el piso sin poder levantarme viendo como él alzaba al omega entre sus brazos.
—No sé qué mierda le hiciste a Oliver, pero si llego a descubrirlo te juro que te haré pagar —dijo en tono amenazante.