Mi vida con Emmett Cullen

Asesino

Yo sólo quería irme a casa, pero si no era convencida de lo que sea que fuese por Emmett, estaría muerta antes del mediodía, y estaba segura de que dudar una vez más de sus palabras sería el fin de mis días, pero tampoco podía fingir que creía en sus cuentos de vampiros; por primera vez esperaba que fuesen simples asesinos antes que comenzar a ahondarme en el tema del vampirismo, tanto como hoy en día estoy involucrada.

-Prefieres que nos quedemos acá o…

-Sólo habla o mátame. –Siseé de una forma que no me reconocí, pues la situación comenzaba a encabronarme.

-Está bien. –Alzó los hombros ligeramente y respiró profundamente, queriendo comenzar a platicar pero le tomó un poco de tiempo.

Emmett traía sus ojos de un color dorado oscuro, con tonalidades negras y algo ambarinas; del cabello caían rizos castaños oscuros, los cuales se habían desordenado con el reciente suceso. Lucía –porque vaya que lo lucía- un traje completo color café, y apenas llevaba el botón del cuello desabrochado, dándole un aire informal, pero no menos majestuoso de lo que su sola presencia imponía.

Inhaló y exhaló una última vez, y en ese momento me enteré de toda la verdad.

-Esa noche llegamos a Rochester con la familia –Dudó un poco antes de continuar. Mi cabeza estaba gacha, y abrazaba mi propio cuerpo producto del frío.- En realidad no somos una familia de sangre. Carlisle ha sido un vampiro desde siglos atrás, y sólo hace un par de décadas transformó a Edward.

Captó mi atención pero no levanté la cabeza. Simplemente comencé a armar una historia en mi cabeza, con imágenes espeluznantes.

-En el intertanto, Carlisle conoció a Esme, a punto de morir, y la transformó igualmente, convirtiéndola en su esposa.

-¿La han obligado a casarse con un vampiro? –Exclamé atónita.

-¡No! –Emmett sonrió ampliamente. –Ellos se enamoraron. Y vaya que amor. –Su mirada se perdió en la lejanía y retomó su relato.- Entonces vine yo. Me transformaron hace siete años cuando Edward estuvo a punto de matarme para ser su cena. Me confundió con unos tipos que estaban ebrios en las calles, y cuando leyó mi mente –alcé la vista- se dio cuenta que en realidad yo era el tipo más genial de la tierra. Y el maldito me transformó sólo para tener un hermano con quien divertirse. –Emmett rodó los ojos pero su expresión fue totalmente relajada, como si fuese una narración de niños jugando.

-¿Has… has dicho que lee mentes? –Pregunté confusa, y a la vez calzando la mayoría de mis incógnitas.

-Así es. No sabemos cómo pero Edward puede leer las mentes de todos, vampiros y humanos. Es nuestra mejor herramienta para cuando queremos averiguar cosas.

-Como lo que ocurrió recién. –Afirmé.

-Y como lo que ocurrió la noche en que murió tu prometido. –Emmett mantuvo la mirada hasta que tuve que quitarla, presa de los recuerdos y sentimientos que afloraban.

-¿Qué ocurrió? –Susurré, mirando el suelo cubierto de nieve, por si un atisbo de emoción se apoderaba de mi rostro.

-Mientras Esme y Carlisle se instalaban, con Edward decidimos salir a recorrer la ciudad, y cazar algo. –Emmett hablaba con tanta naturalidad que parecía olvidar que yo era una simple humana. –Edward escuchó a unos hombres a lo lejos, bebiendo y riendo. Eran cinco, y entre ellos…

-Royce. –Finalicé.

-Así es. –Emmett exhaló y continuó.- Los observamos un momento y Edward me dio la señal de atacar. Recuerdo que lo miré con cara de duda, pero mi hermano parecía muy seguro de lo que decía, y su rostro era duro. Más de lo que es. –Se bufó.

La espalda se me congeló en un instante, y no era por la temperatura del ambiente, si no por el relato que el vampiro me narraba.

-Los cazamos. –Emmett soltó lo inevitable.- No creo que sea necesario entrar en detalles sobre cómo encubrimos el asesinato pero, te puedo asegurar que fue con justa razón.

-¿Estás justificando tu crimen, asesino? –Alcé mi rostro para ver a un sorprendido Emmett ante mis palabras.

-Rosalie. –El vampiro se colocó frente a mí, pero no temí. Sus ojos de tonalidades extrañas me daban cierta confianza. –Edward y yo no matamos por placer. Nos alimentamos de criminales.

-¿Criminales? –Recriminé ofendida. -¡Mi prometido no era un criminal!

-Porque no lo permitimos. –Emmett alteró su voz un tono más. –Royce estaba esperándote para aprovecharse de ti, junto con sus amigos.

-¡No! –Me alejé hacia la pared, chocando contra ésta. -¡Cállate! –Acurruqué mi cabeza entre los brazos, cuan niña pequeña en medio de una tormenta.

-¡Es cierto Rosalie! –Se acercó nuevamente. –Rosalie, tu estabas esa noche. Viste al callejón y te dio miedo. ¡Ahí estaba yo! ¡Ahí estaba saciando mi sed!

-¡Cállate, asesino! –Intenté golpearle para alejar su cuerpo, pero me fue imposible. No me acorraló, pero tampoco me dejaba huir. Y recordé la amenaza.

Debía al menos intentar escuchar si quería sobrevivir.

-Rosalie, por favor, entiende. Yo no sabía que Royce quería dañarte cuando me alimentaba de él, porque de haberlo sabido, peor sería su muerte. –Confesó, colocando sus manos sobre mis antebrazos, con una delicadeza extrema.

-Pero era mi prometido. Él me amaba. –Murmuré en medio de sollozos que comenzaron a aparecer inevitablemente.

-No te amaba, cariño. –Llevó su mano derecha a mi mejilla, para cortar el camino de una lágrima.

Me derrumbé, cediendo a la flaqueza de mis piernas temblorosas, pero antes de tocar suelo, fui levantada por sus brazos, que me acunaron en un gran pecho protector. Lloré unos segundos en su regazo, sin importarme que era el vampiro que asesinó a cinco hombres, sin detenerme a pensar en que podía matarme cuando quisiese, si no que estuve abatida por enterarme que el hombre que supuestamente amaba, iba a ser capaz de arruinar mi vida, como si le perteneciese, como si fuese una basura que era necesario botar. El hombre que iba a ser el padre de mis hijos, esa noche, se iba a convertir en mi asesino…



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En el texto hay: decisiones, amor, dolor

Editado: 29.08.2023

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