Microuniversos

Pecador

-Fidel, he pecado.

El niño levantó la vista de su auto de juguete y miró al sacerdote arrodillado a sus pies, con la frente tocando sus zapatos salpicados de tierra. Sentía sus sollozos convulsionado contra el cuero del calzado e imaginaba que ya estaban mojados.

-Hable con Dios.

El religioso levantó el rostro enrojecido, esbozando una sonrisa de enfermo que vaticina su muerte, recordando el pequeño cuerpo inmóvil que había manchado para siempre.

-No. Lo que he hecho no tiene perdón de Dios.



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En el texto hay: locura, amor, dolor

Editado: 12.12.2020

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