Horas después, los rayos de sol se encontraron con la ventana de su dormitorio. Cosa que no le había hecho ni un poco de bien. Se había despertado con el peor humor, y una terrible resaca. Sentía que sus sienes les palpitaban, mientras que se aseguraba a si misma que su cabeza estaba siendo taladrada sin piedad alguna. Amabas manos se dirigieron a su rostro, y bufó con fuerza.
Cuando logró abrir los ojos finalmente, observó a su amiga. Le quiso arrojar una almohada al rostro cuando notó que tenía una sonrisa burlesca en el mismo. Sin embargo, sus fuerzas eran casi nulas en ese preciso momento.
—Diablos...—murmuró de mala gana—¿Qué tanto tome en la noche?—frotó sus ojos. Heather soltó una fuerte carcajada, lo cual provocó una pésima mirada de parte de Wren.
—Tomaste lo suficiente para follar con un chico cualquiera —se cruzó de brazos. Su ceja estaba arqueada.
—¿Qué?—preguntó extrañada —No puede ser cierto... Si no me doliera la maldita cabeza ahora mismo, me daría un golpe en la cara —agregó decepcionada de si misma.
—Estabas muy divertida ayer—apuntó. Wren no pudo evitar enfurruñarse por lo pesada que se estaba volviendo su amiga. A ninguna persona le gustaría que le recordaran (o mencionaran) como se comportó en media borrachera.
Hasta donde ella recordaba, había tenido tan sólo dos exageradas borracheras en todos sus diecinueve años de vida. Sin embargo, está ha sido agregada como la número tres. Todo por culpa de un corazón roto.
—Dime que por lo menos era atractivo...
Heather optó no responder a su pregunta. Cosa que preocupó un poco a Wren. Ya no podía identificar si se sentía horrible por la resaca, o por lo que llegó a hacer. Sólo sabía que se sentía patética por haber dejado que el alcohol la manejara como cual titiritero.
Después de un breve silencio que la volvió tensa, tomó algunas pastillas que su amiga había dejado sobre su buro, para poder así regular el dolor. Se quedó enredada entre las sábanas, mientras que Heather, se había incorporado, y en cuestión de un parpadeo estaba a nada de tocar el picaporte de la puerta y marcharse. Cosa que se le hizo tan extraña.
—¿A dónde vas?—preguntó cansada, mientras que se tapaba como una momia para descansar un rato.
—No es importante—se encogió de hombros—. Por cierto... Michael llamó... vendrá pronto.
—¿Qué? ¡No!—Heather la miró con pena, para después salir de la habitación. La chica por su parte, torció los ojos tan fuerte, que pensó que existía la posibilidad de que se le saldrían.
Su compañera había dejado el lugar en completo silencio desde que la abandonó. Cosa que logró reconfortar un poco a Wren. A pesar de que tenía muy pronunciado el dolor de cabeza, pudo encontrar un poco de paz interior y caer dormida en a lo mucho 10 minutos. Una siesta era lo que mejor se le apetecía hacer en esos momentos. Sabía perfectamente que eso era algo que no podría disfrutar una vez que llegue su amigo, Michael al lugar.
[...]
—Tienes que estar jodiendo conmigo —escuchó maldecir a una voz ronca. Luego sintió una sacudida, de repente sus sábanas fueron alejadas de su anatomía.
Sólo fue capaz de soltar un balbuceo apenas audible. Se había tapado la cara con una almohada, aunque antes de, había realizado una sincera mueca de fastidio. La almohada fue removida de su rostro. Ahora no tenía de otra más que sólo suspirar de fastidio, y abrir los ojos.
—No te ofendas pero...—observó al molesto ojiverde que estaba frente a ella—te ves horrible. Como no tienes idea, pareces un monstruo, con ganas. Y hueles a maldito vomito, que asco, Wrenie.
—Gracias por los hermosos elogios —murmuró fastidiada —. Me siento bastante mal, quiero dormir—volvió a cerrar los ojos.
—Uy, pobre de mi Wrenie—se acercó con cínica ternura en sus labios—. Se emborrachó como loca en la noche, y cree que la dejaré aquí tirada. Que inocente es —la jaló de los pies. Ella soltó un grito ahogado.
—Mierda, déjame, Michael —gruñó. Sin embargo el peliteñido se hizo de oídos sordos. La volvió a jalar de los pies, pero esta vez provocó su caída.
Si su cabeza le dolía jodidamente demasiado, el golpe sólo lo había empeorado más. Soltó un quejido mientras apretaba los dientes con ganas, pensaba que tal vez así reprimiría sus enormes ganas de matar a su mejor amigo.
—Báñate. Luego —la miro inexpresivo—hablaremos de esto—observó la anatomía de la chica con rapidez, a la par que la señalaba. Ella se había levantado con una falsa sonrisa en su rostro, pero internamente moría de ganas de golpearlo.
Wren sabía perfectamente lo que significaba aquello, la iban a regañar como cual niña pequeña. Entendía perfectamente la razón, sin embargo, no estaba en el mejor estado para soportar un sermón, sin importar de quien proviniera. Mucho menos si era de Michael, esos eran los más irritables porque él ni siquiera cumplía con sus exigencias hacia ella.