Andy lleva moviéndose inquieta por mi salón desde que hemos terminado de arreglarnos. Estaba tan inquieta que su jefa de la peluquería le ha creído cuando ha dicho que se sentía mal y que creía necesitar la tarde libre. Andy es una pésima mentirosa, pero sus nervios han hecho que su mentira resulte incluso convincente.
Cuando el coche de Nate aparca en la entrada y nos avisa para que bajemos, casi me siento agradecida de que por fin se haya hecho la hora. Las caminatas nerviosas de Andy no hacen más que ponerme nerviosa a mí, pero prefiero que camine nerviosa por mi minúsculo apartamento a que comience a hablar como un loro cotilla.
—Tú y Nate —pronuncia, una vez nos sentamos en la parte trasera del auto.
El chofer levanta un cristal para quedar fuera de nuestra visión y darnos algo de privacidad —o eso supongo—.
—Ajá.
—Tenéis química —asegura, totalmente convencida.
La observo incredúla.
—¿Perdona?
—Estabais coqueteando por teléfono. Os he oído —recuerda, levantándome las cejas.
Andy tiene un problema grave y es que tiende a considerarse cupido en más situaciones de las que es recomendable recordar. Le encanta el amor, siempre que no sea para ella.
—No estábamos coqueteando.
O puede que un poco sí, pero eso no pienso admitirlo. No se podía considerar coqueteo si ambos estábamos bromeando de manera amistosa, ¿no?
—Ya, y yo no tengo el teléfono lleno de fotos de Harry Styles. ¡Por favor, Scar! Te conozco. Tenías ese tono…
—¿Qué tono? —la interrumpo.
—El tono de: si te despistas, te seduzco.
—No… no tengo ese tono.
—Sí, lo tienes.
—Vale, lo tengo —admito—, pero no lo utilizo con Nate.
—Mientele a alguien que tenga la capacidad de creerte, reina.
—¡No te estoy mintiendo! —me quejo—. Solo somos amigos con intereses comunes. Ya sabes, relación falsa —le recuerdo, por si se le ha olvidado.
—Sabes que las relaciones falsas son como… el comienzo de toda relación verdadera en las novelas románticas.
—No tengo interés en tener nada romántico con Nate.
—Le comiste la boca en un bar —me recuerda.
—Y estaba tan borracha que ni siquiera soy capaz de recordarlo.
Andy rueda los ojos exasperado al mismo tiempo que rehuyo su mirada.
—No quiero que me digas que quieres que sea el padre de tus hijos, aunque deberías considerar que serían hijos guapísimos —añade, saliéndose del tema. Inmediatamente vuelve a poner cara seria—. Quiero que me admitas que físicamente, sexualmente, te sientes atraída hacia él. Soy tu mejor amiga, no me puedes ocultar ese tipo de cosas. Tengo un sexto sentido, como los gatos.
—Cualquier persona atraída a los hombres sentiría atracción por él.
No quiero que suene a confesión, pero es así como suena para Andy, que sonríe victoriosa. Estoy segura que ya está imaginandose planeando la boda.
—Si no quieres explorar el camino lujurioso mientras estás fingiendo estar terriblemente enamorada, deberías considerar tirartelo en cuanto termine el contrato. Ya sabes, para sacartelo de la cabeza y seguir con tu vida diciendo que te tiraste a un pibonazo.
Le pego una colleja que hace que suelte un chillido de dolor falso mientras se soba la cabeza, pero no puedo evitar reírme. Esta es Andy, mi mejor amiga en el mundo mundial, y aunque es un poco intensa, la quiero mucho y no la cambiaría por nada.
—Ahora dime… ¿Con cuál me das bandera verde para tener una loca noche de pasión?
***
Cuando el auto se para, Andy ya ha revisado los perfiles en redes sociales de todos los miembros de la banda y me ha dado su respectiva opinión acerca de cada uno de ellos según lo que ha visto en sus publicaciones. El que más le gusta es el pelirrojo, que he descubierto se llama Gabriel y que es el hermano gemelo de Danna.
Andy me ha pedido muy amablemente permiso para seducirlo y poder así cumplir su sueño de tener una noche loca con un cantante de un grupo musical. Por motivos legales —nótese el sarcasmo—, le he dado mi total aprobación. No soy quien para meterme en la vida sexual de mi mejor amiga, a no ser que crea que está cometiendo un terrible error del cual debo advertirle antes de que la cague monumentalmente.
Una chica rubia, bastante bajita, nos recibe en recepción. Es amable y cordial, solo se ciñe a hacernos pasar y dirigirnos a una sala especial.
—¡Por fin! —grita exasperado Niall, acercándose hasta nosotras—. Estaba empezando a pensar que nunca llegarías, novia falsa de Nate. Las cosas se estaban volviendo bastante aburridas por aquí.
—¿Sabes que tengo nombre, verdad? —me quejo.