Para el final del desayuno ya me habían presentado a la mitad del equipo de vestuario y maquillaje, todos frunciendo el ceño decepcionados al descubrir que no era la ancianita amargada por la que habían apostado. Intenté no darle importancia a esto mientras seguía a Dixon por todo el predio de filmación, que bien podrían ser hectáreas y hectáreas de nada. Algún rincón salvaje y olvidado, jamás descubierto, en medio del congelador del mundo.
Mi nariz amenazaba con caer de mi rostro para el momento en que llegamos a la última locación, la simulada aldea de Folk, el último paraje rural antes de llegar a la Capital en el show. Aquí se estaría rodando la escena de hoy, la primera que presenciaría, por lo que no debería sorprenderme al encontrar a la mayor parte del equipo de filmación yendo y viniendo, corriendo en todas direcciones entre las austeras cabañas que hacían de taberna y hospedaje.
Dixon me había comentado más temprano que en la escena de hoy tendríamos el esperado enfrentamiento entre Lord Tylon y Sir Villeneuve cuando este último descubre que Zara, su esclava, intentó huir con su némesis. Al parecer se desarrollaría una pelea dentro de la taberna y la escena final nos enseñaría el regreso de Forest, el lobo salvaje fiel a nuestro héroe, salvando nuevamente la vida de Lord Tylon.
No podía esperar por ver al precioso animal cuyas ilustraciones dominaban un buen sector de mi habitación, sobre todo, no podía esperar por tener un buen vistazo de él.
Como si el pensamiento escapara de mí, sentí la mirada conocedora de mi compañera burlándose. Me arriesgué a mirar en su dirección sólo para encontrarla sonriendo astutamente.
—¿Qué? —intenté no llamar la atención mientras las primeras personas comenzaban a notarnos.
Su sonrisa me aseguraba que no podía engañarla ni por un segundo.
—Creo que estás salivando. Un poco.
Casi alzo mi mano hacia mi boca para comprobarlo, la leve insinuando de esto sólo ampliando esa sonrisa descarada suya. Dixon nos miró por un segundo con su expresión de adulto responsable de dos niñas problemáticas que había adoptado en la última hora, quizás comprendiendo por primera vez que lidiar con una escritora anónima antisocial y una anciana extrovertida era demasiado trabajo para un ayudante. Debería pedir un aumento.
Un grito agudo digno de cualquier banshee nos sobresaltó a los tres, observamos aturdidos como una pequeña mujer corría y saltaba alrededor de lo que parecía ser la puesta en escena de una gran fogata, un cadáver parecía estar calcinándose entre las ardientes brasas.
—Ay no —lloró Dixon, encaminándose hacia la mujer que ahora gritaba maldiciones en lo que parecía ser un francés perfecto. Helga y yo nos apresuramos a seguirlo.
Celine Farrou era una pequeña mujer temperamental, observé mientras nos uníamos al círculo de testigos y todos presenciábamos como la directora exigía un responsable por la trasgresión, cualquiera sea ésta. Me estaba siendo difícil el comprender lo que decía en su intenso acento, las palabras mezclándose como un trabalenguas mientras despotricaba a una velocidad impresionante. Su corto cabello platinado cortó el aire mientras giraba su cabeza en dirección a nosotros, me oculté sutilmente detrás de Dixon.
—Señorita Farrou —habló Dixon y alcé las cejas ante el tono íntimo escondido en esa simple frase, mi sorpresa sólo aumentó al notar como la fiera frente a nosotros se calmaba lentamente, las fosas de su nariz regresando a un tamaño normal —, lamento mucho lo sucedido, les envié un mensaje a utilería desde el camino, supongo que no fue enviado a tiempo.
Compartí una mirada con Helga, Dixon no había enviado ningún mensaje. De hecho, mi vecina se había burlado de cómo sus ojos nunca se apartaban del camino, siempre responsable. Era evidente que estaba intentando echarse la culpa por esto, quizás para salvar el pellejo de alguien más. Mi respeto por el asistente sólo iba en aumento.
Celine pareció recuperar la compostura lentamente, su pequeño esternón trabajando mientras tomaba aire, lo retenía y lo soltaba. Todos seguíamos petrificados en nuestros sitios, temerosos de que hasta el más mínimo movimiento desatara su furia nuevamente.
—Dixon —habló al fin, el acento seguía allí, pero las palabras eran mucho más comprensibles ahora que no las soltaba a una velocidad desenfrenada —está bien. Admito que exageré un poco, pido disculpas a todo el mundo. Me gustaría que este error se solucionara. De inmediato. El cadáver en la fogata debe ser el de un hombre, no el de una mujer. Los espectadores notarán las incongruencias en el relato.
Miré curiosa hacia el ofensivo cadáver comprendiendo finalmente de lo que hablaba, se trataba de Lord Villeneuve, el padre biológico del villano y a quien éste traicionó y asesinó en la temporada anterior, por supuesto que los espectadores más fieles notaríamos esos detalles. Rápidamente se disolvió el círculo de espectadores, unos alejándose y otros acercándose para enmendar el error antes de que la directora volviera a perder los estribos.
Celine se acercó a nosotras, una sonrisa de disculpa en su rostro. Sabía que estaba cruzando sus cuarenta, varias arrugas adornaban los bordes de sus ojos azules, pero esos detalles sólo la volvían más hermosa, en mi opinión. Opinión que Dixon parecía compartir mientras su rostro adoptaba una expresión enamoradiza de la que Helga se burlaría.
—Me disculpo nuevamente —dijo hacia nosotras —, lamento que nuestro primer encuentro sea éste. Soy Celine Farrou, es un placer conocerlas.