Al parecer Helga estaba decidida a arrastrar mi helada estatua hasta allí, y Dixon ya había aprendido a que era mejor no imponerse en los deseos de la maliciosa ancianita. Ninguno prestó atención a mis objeciones mientras me dirigían, en contra de mi voluntad, hacia donde los hombres se reunían y hablaban animadamente; Finn lanzó su cabeza hacia atrás con una carcajada ante algún comentario de Garret, mi pulso comenzó a latir en mis oídos.
Necesitaba escapar. Ahora mismo.
—¡Tengo…que ir al baño!
El paseo por el corredor de la muerte al fin se detuvo, mis acompañantes mirándome como si estuviera enloqueciendo. No estaban muy lejos de la verdad.
—Estás grandecita —dijo Helga —puedes aguantar hasta que volvamos a la cabaña.
—¡No! ¡No puedo! —esto de la actuación se me daba increíble, hasta podía sentir mi vejiga llenándose y apretándose en protesta —Necesito ir al baño. Ahora mismo.
Dixon miró nervioso alrededor; claramente un baño químico en medio del set arruinaría un poco la escenografía medieval. Sabía que tenía sólo dos opciones ahora mismo, llevarme a la primera locación o enseñarme algún lugar reservado entre los árboles para que yo, ejem, me encargara de mis asuntos.
Las mejillas pecosas del ayudante enrojecieron como si esa idea le escandalizara.
Abrió la boca, quizás para renunciar a esta idea y simplemente trasladarnos a nuestra cabaña, pero otra vez, la voz demandante de mi obstinada vecina nos interrumpió.
—Bien —espetó —ve hacia el bosque y encárgate de eso. Iré a saludar a Lord Tylon y Piers Black. Puedes encontrarnos cuando termines.
No tuvimos oportunidad de responder mientras nos daba la espalda y comenzaba a caminar con su bastón hacia los hombres, Callan McEnroe ya no estaba con ellos. Dixon me dio una mirada de disculpa antes de correr para alcanzar a mi vecina, no podía culparlo, Helga suelta cerca de hombres hermosos era un peligro inevitable.
Suspiré y me dirigí en dirección contraria, alcanzando la primera hilera de abetos y adentrándome en el laberinto de troncos; desapareciendo de la vista. Caminé unos pocos minutos antes de detenerme, no alejándome demasiado del claro, después de todo no quería perderme. O encontrarme con un oso.
¿Cuánto tiempo tendría que permanecer aquí antes de regresar? ¿Cuánto le tomaría a Finn inventar alguna excusa para huir de Helga? Suspiré, recostándome en el grueso tronco, bien podría estar aquí una buena media hora.
Saqué la libreta de mi mochila, pensando que bien podría hacer un poco de trabajo en ese tiempo. Comencé a leer lo que había escrito más temprano, recordando dónde me había detenido.
—¿Estás decente?
Grité sorprendida cuando la voz interrumpió mi lectura, una voz que no se suponía que estuviera aquí.
Me caí hacia adelante por la sorpresa, después de todo sólo había estado de cuclillas, aunque visto desde afuera bien podría parecer que estaba…
Callan McEnroe me sonrió divertido, sin importarle que estaba sobre mi helado trasero ahora mismo. Le lancé la mirada más oscura que pude reunir, en cuanto me pusiera de pie iría hacia él y…
—¿Se conocen?
No. No. No puede ser.