Finn se acercó, uniéndose al divertido Callan. Su mirada desinteresada recorriendo mi figura envuelta en el gran abrigo, todavía tirada en el suelo en la que tenía que ser la posición más vergonzosa después de una caída.
—No —dije rápidamente, sin saber por qué mentía, sólo necesitaba alejarme de estos dos rápidamente. ¿Cómo demonios había conseguido escapar de Helga, de todos modos? —no nos conocemos —insistí, quizás mi mirada suplicante lograra conmover lo suficiente a Callan como para mantener la boca cerrada.
Al parecer sí lo había conseguido, porque él sólo me devolvió la mirada, totalmente impasible sin añadir comentario a mi mentira. El alivio comenzaba a recorrerme cuando Finn añadió.
—¿Entonces por qué estás envuelta en sus ropas?
—No estoy envuelta en sus ropas.
Finn miró hacia Callan antes de regresar su atención a mí. Todavía seguía tirada en el frío suelo, demasiado aturdida como para hacer algo más que mirar a estos dos especímenes favoritos de Dios, aferrándome a la estúpida mentira con uñas y dientes.
¿Por qué demonios vestía el abrigo de Callan de todas formas? Creí que eran prendas prestadas de Dixon, ¿y cómo sabía Finn que no eran del ayudante sino del demasiado divertido actor engreído junto a él?
Demasiadas preguntas para analizar mientras el frío se colaba por mi pantalón. Me puse de pie, asegurándome que mi disfraz seguía en su lugar, todavía aferrada a mi plan.
—Emm, sí. Lo estás —Finn me contempló, la confusión brillando en esos ojos verdes, no tan intensos como los de Callan, pero todavía hermosos —. Yo le regalé esa bufanda por su último cumpleaños.
Mierda.
Miré la prenda delatora como si en ella recayera toda la culpa de que Finn Hollande estuviera a punto de descubrir mi verdadera identidad sin que me viera fresca, bonita ¡y mi cabello! Por Dios, mi cabello…
—Eres la hermana de Dixon, ¿no?
Finn y yo miramos hacia Callan al mismo tiempo; nada en su expresión demostraba que estuviera mintiendo, supongo que era un excelente actor después de todo. Lo admití a regañadientes mientras una parte de mí agradecía este pequeño favor que me estaba haciendo, aunque la parte racional sospechaba de sus motivos ocultos.
¿Por qué Callan McEnroe me ayudaría?
—Sí, lo soy. La hermana de Dixon.
Callan asintió, estirando la mano en mi dirección. Acepté el saludo para seguir con el espectáculo mientras Finn nos observaba en silencio.
—Lo supuse —continuó Callan —, Dixon pidió prestados el abrigo y la bufanda más temprano. Dijo que no te sentías bien, ¿te sientes mejor?
Gemí internamente, ¿no podíamos pasar directamente a la parte en la que se iban? Callan me exigió con la mirada que continuara con la farsa. Fingí una tos, que debió oírse real porque Finn retrocedió sutilmente unos pasos. Los bordes de la boca de Callan se arquearon sutilmente. El bastardo.
—Lo estoy. Gracias. Y te agradezco por las ropas prestadas, prometo devolverlas. Después de lavarlas, por supuesto.
—Por supuesto —sonrió Callan.
Iba a matarlo. Lo reviviría sólo para volver a matarlo.
Un carraspeó interrumpió nuestro duelo de miradas, Finn ya se alejaba; regresando al set.
—Será mejor que regresemos, Callan —entonces añadió en mi dirección, como recordando tardíamente que me encontraba allí —. Fue un placer conocer a la hermana de Dixon.
—Um, sí, claro. Adiós.
Finn asintió y se marchó, solté el aire lentamente, demasiado aliviada como para hacer algo más que observar su retirada.
—¿Sabes cómo volver?
Salté, olvidando completamente que Callan no había seguido a su compañero. Seguía junto a mí, su mirada divertida recorriendo mi disfraz.
—Sí —suspiré, reuniendo fuerzas para decir lo siguiente —y gracias. Por seguir con la mentira. Aunque no sé por qué lo hiciste, todavía estoy agradecida.
Callan se encogió de hombros, restándole importancia.
—No te preocupes, supongo que te veré más tarde.
¿Más tarde?
—¿Irás a la presentación? ¿Durante la cena?
Otra vez esa sonrisa.
—No me lo perdería por nada.